Desde San José de Carrasco, al este de Montevideo, Gonzalo Vargas atiende a LA NACION. En 2005, el delantero, conocido por su apodo “Turbo”, cruzó el charco, procedente de Defensor Sporting, y cumplió el sueño de jugar en el fútbol argentino con la camiseta de Gimnasia y Esgrima de La Plata. “Yo miraba los partidos y soñaba con estar ahí… lo que nunca imaginé es salir goleador del campeonato argentino”, sostuvo, aún incrédulo de haber liderado la tabla de artilleros del Torneo Clausura 2006 con 12 tantos.
El recuerdo es nítido: en las primeras jornadas no convirtió, pero recibió el aventón anímico de Pedro Troglio, quien confió en sus condiciones. “En la sexta fecha le metí tres goles a Olimpo y de ahí no paré más”, lanzó sobre una etapa que lo marcó a fuego en su carrera deportiva, que culminó a los 32 años. “Me enteré que salí goleador del torneo en el aeropuerto de San Pablo: estaba de gira con la selección de Uruguay y un compañero me lo contó. Cuando me enteré, no podía creerlo. (Martín) Palermo no convirtió en la última fecha y me consagró”, subrayó sobre un hito que enamoró a los hinchas de Gimnasia.
La exposición que logró al ser goleador del fútbol argentino llevó a que su nombre quedara en el radar de muchos equipos europeos. A pesar de que su sentir lo llevaba a continuar en Gimnasia, el hecho de conseguir un mayor rédito económico lo llevó a recalar en el Mónaco, un club de Francia que lejos estuvo de colmar sus expectativas y hasta truncó su progreso.
“Quería cumplir el sueño de ir a Europa, pero a la vez estaba muy cómodo en La Plata. En Mónaco no me sentí querido, ni tampoco tenía continuidad”, indicó sobre este traspaso que le abrió la puerta a un punto geográfico por demás particular.
Destino Mónaco: vivió frente al circuito de la Fórmula 1 y conoció a Michael Jordan
Aparejado a su rendimiento deportivo, Gonzalo Vargas vivió un mundo de ensueño en su estadía en Mónaco. “Es un lugar muy particular, ves cosas que en otra parte del mundo ni por casualidad aparecen. Me pasó de caminar por la calle y ver cómo se filma una película, de estar cerca de famosos como Michael Jordan, Paris Hilton…”, rememoró.
“Íbamos a comer –junto al representante- a un restaurante donde atrás mío se sentaba Paris Hilton. También me acuerdo de que un día mi agente me dijo: ‘¿Viste quién está ahí atrás? Es Michael Jordan’. Me pasaron un montón de cosas particulares como, por ejemplo, que el Príncipe de Mónaco entrara al vestuario a saludarnos. Esas situaciones no las vivís en otra parte del mundo”, relató, previo a la frutilla del postre: vivió en un departamento enfrente del circuito de Mónaco donde se disputan las carreras de la Fórmula 1.
Ubicado en el quinto piso de un lujoso edificio, el uruguayo vivió el sueño de presenciar, desde su departamento, una de las carreras más importantes del deporte de las cuatro ruedas.
“Vivía en una de las calles del circuito callejero y cuando iba a entrenar me daban un cartel para poner en el auto y salir de contramano para no chocarme con los que estaban practicando. El día que empezaron con las practicas bajé a comprar tapones para los oídos porque era insoportable el ruido, los tenía a 20 metros”, dijo.
El retiro a los 32 y su vinculación con el surf
Tras su paso por Francia, México y su retorno a Gimnasia de La Plata, donde formó parte del plantel que disputó la “B Nacional” en 2012, Vargas volvió a Uruguay para jugar en Bella Vista y Rampla Juniors, club donde colgó los botines. “El ambiente me fue cansando de a poco; en Francia tuve un bajón anímico porque no me sentía importante y de ahí me desmotivé mucho. Hubo un quiebre y empecé a vivir distinto el fútbol”, manifestó el delantero que no titubeó a la hora de abandonar el deporte y dar vuelta la página en otros oficios o hobbies alejados del fútbol.
Además de su pasión por las motos y los largos recorridos por las rutas de Uruguay, Vargas se aferró al surf como una manera de canalizar energías. “Es una sensación divina la de ir arriba de una ola. Estás vos, la ola y nada más. Te abre la mente y te despeja”, lanzó el exjugador de Gimnasia y Argentinos Juniors, que se traslada a distintos puntos turísticos como Balneario Argentino, Maldonado y Rocha en busca de las mejores correntadas para navegar en altamar.
Además de estas actividades al aire libre, Vargas vendió un campo que tenía en Tacuarembó para comprar propiedades, de las que hoy saca un rédito económico. En el plano laboral pasó por distintos rubros: creó una propia marca de ropa con su cuñado; se dedicó a la compra y venta de autos y hasta trabajó en una imprenta.
Lejos de la “falsedad” que él percibió en la periferia del fútbol, Vargas prefirió enfocarse en la crianza de su hija Martina y en aprovechar el tiempo libre con su pareja llamada Betiana. A 20 años de su llegada a Gimnasia, el atacante siente el cariño de los hinchas Triperos cuando vuelve a La Plata, probablemente su lugar en el mundo.