Donald Trump afirmó que para un país es imposible ganar una guerra si no ataca al invasor, señalando que “es lo mismo con Ucrania y Rusia”, según un mensaje publicado en Truth Social este jueves. El presidente de Estados Unidos cuestionó la estrategia militar de la administración de Joe Biden en el conflicto entre Ucrania y Rusia, al argumentar que solo se ha permitido a Ucrania defenderse y no responder con ofensiva.
En su publicación, Trump comparó la situación con un equipo deportivo que posee una gran defensa pero no puede atacar. “No hay ninguna posibilidad de ganar”, escribió el mandatario. Trump acusó a Biden de ser “corrupto y sumamente incompetente”, y afirmó que el entonces presidente no permitió a Ucrania “contraatacar, solo defenderse”.
Trump también aseguró en su mensaje que la guerra “jamás habría ocurrido” de haber estado él en la presidencia. “Cero probabilidad”, enfatizó el presidente. El comentario se da mientras continúan los debates sobre el apoyo de Estados Unidos a Ucrania frente a la invasión rusa y el papel de la Casa Blanca en el conflicto.
Desde el inicio de la invasión rusa en febrero de 2022, Estados Unidos se consolidó como el principal sostén de Ucrania, combinando asistencia militar, apoyo financiero y ayuda humanitaria. Al principio, el respaldo se enfocó en la entrega de armas ligeras, equipos de protección e inteligencia satelital, recursos fundamentales para frenar el avance de los convoyes rusos hacia Kiev. Los misiles antitanque Javelin y los portátiles Stinger permitieron a las fuerzas ucranianas resistir el intento de desmantelar rápidamente al Estado.
Con el transcurso de los meses, la ayuda militar estadounidense evolucionó hacia la provisión de armamento cada vez más sofisticado. Washington autorizó el envío de artillería pesada como los obuses M777, sistemas de lanzamiento múltiple HIMARS, defensas aéreas avanzadas como NASAMS y Patriot, vehículos blindados, tanques Abrams y drones de precisión. En 2023, la entrega de municiones de racimo y proyectiles de uranio empobrecido reflejó la profundización de ese compromiso, pese a las controversias humanitarias que ocasionaron estas medidas. Más recientemente, el entrenamiento y futura entrega de aviones F-16 representa una nueva etapa en la asistencia a Ucrania.
El respaldo militar estuvo acompañado por miles de millones de dólares en apoyo presupuestario, destinados a pagar salarios, sostener servicios públicos y mantener la economía ucraniana. Además, programas humanitarios se desplegaron para asistir a millones de desplazados internos, garantizar el suministro de alimentos y respaldar el sistema sanitario.
Sin embargo, la ayuda estadounidense no fue incondicional. Desde la Casa Blanca se fijaron restricciones claras sobre el uso del material bélico, limitando en un primer momento las acciones de Ucrania a operaciones defensivas dentro de su territorio para evitar una escalada directa con Rusia. Dicha política solo se flexibilizó en ataques puntuales contra posiciones rusas en la frontera. Además, el suministro de armamento fue objeto de negociaciones entre aliados y de constantes debates en el Congreso de Estados Unidos.
El flujo de apoyo permitió a Ucrania enfrentar militarmente a una potencia superior, pero bajo estrictas condiciones definidas desde Washington. El control sobre el destino de las armas, la gradualidad en la entrega de sistemas avanzados y la supervisión política marcaron el acompañamiento estadounidense en el conflicto.
