WASHINGTON.- En una revelación que amenaza con elevar aún más las tensiones en el Caribe, el gobierno del presidente norteamericano Donald Trump autorizó de manera secreta a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) a realizar operaciones encubiertas en Venezuela, según informó The New York Times.
La medida, informada por funcionarios norteamericanos que solicitaron anonimato, incluye la posibilidad de ejecutar acciones letales y operaciones en el Caribe, una nueva escalada en la campaña de presión de Washington contra el gobierno de Nicolás Maduro.
El llamado “hallazgo presidencial”, una de las formas más reservadas de ejercer poder ejecutivo en materia de inteligencia, otorga a la CIA el aval para intervenir en territorio venezolano de forma unilateral o como parte de una operación militar más amplia.
Aunque no se sabe si la agencia ha iniciado ya acciones concretas, la autorización coincide con un fuerte despliegue militar estadounidense en la región, donde operan más de 10.000 soldados, ocho buques de guerra y un submarino.
Under my Standing Authorities as Commander-in-Chief, this morning, the Secretary of War, ordered a lethal kinetic strike on a vessel affiliated with a Designated Terrorist Organization (DTO) conducting narcotrafficking in the USSOUTHCOM area of responsibility — just off the Coast… pic.twitter.com/XWDpGZ4lsZ
— Trump Truth Social Posts On X (@TrumpTruthOnX) October 14, 2025
La maniobra se produce en un contexto de crecientes tensiones bilaterales. Desde agosto, Estados Unidos atacó varias embarcaciones frente a las costas venezolanas que, según el Pentágono, transportaban drogas hacia el norte.
Los operativos dejaron 27 muertos, a quienes Washington describe como “narcoterroristas”. El propio Trump confirmó el martes otro ataque, en el que murieron seis presuntos traficantes, y defendió públicamente su política de tratar a los narcotraficantes como combatientes ilegales.
El presidente venezolano respondió ordenando ejercicios militares en los barrios más grandes de Caracas y Miranda, donde viven unos siete millones de personas. “Vamos a activar toda la fuerza de defensa integral, popular, militar y policial”, dijo Maduro en un mensaje difundido por Telegram.
Su ministro del Interior, Diosdado Cabello, calificó las acciones estadounidenses como una “agresión” destinada a robar los recursos naturales de Venezuela.
Strengthening Caribbean partnerships: #SOUTHCOM Commander Adm. Alvin Holsey wrapped up his visit to the Caribbean today after meeting with Royal Grenada Police Force (RGPF) Acting Commissioner Randy Connaught to discuss bilateral efforts to address security threats in Grenada and… pic.twitter.com/IbrlJwzSAp
— U.S. Southern Command (@Southcom) October 15, 2025
Mientras tanto, en Washington, el Comando Sur de Estados Unidos —que supervisa las actividades militares en América Latina y el Caribe— publicó imágenes de un helicóptero AH-1Z Cobra y un UH-1Y Venom realizando ejercicios de fuego real sobre el mar Caribe. Según el comunicado oficial, la misión forma parte de las operaciones dirigidas por el Departamento de Guerra y la Casa Blanca para “interrumpir el tráfico ilícito de drogas y proteger el territorio nacional”.
Fuentes del Congreso norteamericano confirmaron que solo un pequeño grupo de legisladores fue informado de la autorización secreta, pero no tiene facultades para hacerla pública ni supervisar su alcance real. La Casa Blanca y la CIA, consultadas por medios locales, rehusaron hacer comentarios.
De acuerdo con esas mismas fuentes, el presidente Trump ordenó poner fin a las negociaciones diplomáticas con Caracas tras frustrarse sus intentos de convencer a Maduro de abandonar el poder de manera voluntaria.
Desde entonces, la administración republicana endureció su discurso: ofreció 50 millones de dólares por información que lleve al arresto de Maduro, al que acusa de dirigir redes de narcotráfico internacional y de controlar al grupo criminal Tren de Aragua. Sin embargo, informes internos de inteligencia contradicen esa versión, señalando que no hay evidencia directa que vincule al mandatario con operaciones de narcotráfico.
La estrategia hacia Venezuela fue delineada por el secretario de Estado Marco Rubio y el director de la CIA John Ratcliffe, quienes impulsaron una política más agresiva frente al chavismo. Ratcliffe prometió que la agencia sería “menos adversa al riesgo y más dispuesta a ejecutar operaciones encubiertas cuando el presidente lo ordene”.
En documentos remitidos al Congreso, la Casa Blanca justificó su postura afirmando que Estados Unidos “se encuentra en un conflicto armado no internacional con organizaciones terroristas dedicadas al narcotráfico”, y que las acciones militares en el Caribe son parte de esa ofensiva. No obstante, funcionarios del Pentágono reconocieron que aún no se han presentado pruebas concluyentes de que las embarcaciones atacadas transportaran drogas.
El ministro de Defensa venezolano, Vladimir Padrino López, afirmó que Washington “utiliza falsas acusaciones de narcotráfico para forzar un cambio de régimen”, y advirtió que la escalada militar “amenaza la estabilidad de toda la región”.
Históricamente, la CIA ha mantenido una presencia activa en América Latina. Desde el golpe contra Jacobo Árbenz en Guatemala en 1954, pasando por la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba, hasta su participación en el golpe de 1973 en Chile y el financiamiento de la contra nicaragüense en los años ochenta, su historial de intervenciones ha dejado una huella profunda en la región.
El nuevo mandato encubierto parece ser una extensión de los esfuerzos antidrogas que la agencia intensificó durante la primera administración Trump bajo la dirección de Gina Haspel, que destinó más recursos a la persecución de carteles en México y América Latina. Bajo el actual director, William J. Burns, la CIA ha continuado esas operaciones, incluyendo vuelos de drones sobre territorio mexicano para localizar laboratorios de fentanilo.
Pese a que Washington insiste en que su objetivo es combatir el narcotráfico y “proteger el territorio nacional”, Caracas denuncia que se trata de una estrategia de desestabilización política con miras a provocar un cambio de régimen.
Agencia AFP y diario The New York Times