Ulises Bueno: el acercamiento a su amor “incondicional”, la lucha diaria contra las adicciones y el recuerdo de su hermano, Rodrigo

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A los quince años, Ulises Bueno subió al escenario a continuar el legado que su hermano, el Potro Rodrigo, dejó abruptamente. Sabía desde ese momento -y antes también- que el escenario sería su lugar, solo que “estaba golpeado” luego de atravesar por segunda vez a muy temprana edad una pérdida muy cercana (tenía nada más que ocho años cuando su papá falleció). Tres años después se lanzó como solista, le costó esquivar las críticas, las comparaciones y los fracasos hasta que pudo encontrar su lugar. Hoy, con 40 se prepara para el gran festejo de sus 22 años de carrera, pero también celebra su nueva etapa, lejos de aquellas cosas que le hacen mal y por las cuales casi toca fondo y cerca de esas personas que estuvieron siempre ahí aunque él no las podía ver: su mamá Beatriz Olave, su hermano Flavio, su hija Alma y sus amigos, entre ellos Chico, su “hermano de la vida”.

“Estoy luchando todos los días para mantenerme bien y firme”, dice Ulises en diálogo con LA NACION y cada vez que se refiere a su batalla contra las adicciones habla en presente continuo, sabe que es un camino que se recorre día a día, pero también sabe que hay cosas que ya ganó, como la sonrisa de su mamá y su revinculación con su hija de quien estuvo alejado mucho tiempo: “No me daba cuenta que había una personita que me necesitaba, un poco egoísta de mi parte; hoy es mi vida y necesita un papá así como lo necesité yo, pero yo no tuve la oportunidad de tenerlo”.

Además, mientras se prepara para su gran show el 30 de noviembre en el Movistar Arena (antes estará el 23 de agosto en la Plaza de la Música y el 20 de septiembre en Complejo Forja, en Córdoba), recordó a su hermano Rodrigo, quien fue compañero, confidente, padre e ídolo, y cómo a pesar del dolor y de la admiración logró hacerse un nombre propio y conquistar al público cordobés.

—Estás celebrando los 22 años de solista, pero que si se suma la etapa anterior son más, ¿no?

—Veinticinco de carrera. Muy chiquito era, empecé en el 2000 a los 15, después de que falleció mi hermano con la banda de él y dos años después me lancé como solista.

—¿Cómo están los preparativos para este festejo?

—Muy bien, ya tuve la oportunidad de estar en el Movistar y repetir es mantenerse vigente, es energía. Aquella vez fue día de semana y pudieron venir muchos amigos a compartir ese momento. La verdad que está bárbaro, y sentirse protagonista de la noche, ser el eje del momento, ver a la gente acompañando con las luces de sus teléfonos. Quiero disfrutarlo como el primero.

—¿Se puede contar alguna sorpresa?

—Todavía nada, hemos mandado invitación a todos los artistas que han colaborado conmigo, pero sabemos que esta fecha va a ser distinta por el hecho de que es un sábado.

—¿Qué le dirías a ese Ulises de hace 25 años? ¿Ese nene se imaginaba que a los 40 ibas a estar llenando el Movistar Arena?

—No, siempre tuve algunos sueños, el Luna Park era un sueño, porque lo había podido ver a mi hermano. Era un lugar donde yo más o menos tenía en mente. Pero siempre pensé en el paso a paso. Fue muy difícil para mí. Debuté en Buenos Aires el 5 de abril de 2003 y me encapriché con querer ir a Córdoba y hacer cuarteto. Eso fue lo más difícil que me propuse. Fue difícil, hubo muchos fracasos, después cambié de manager y empezamos a andar muy bien.

—¿Y por qué estaba ese capricho de querer primero Córdoba?

—Porque era un lugar donde Rodrigo no había podido llegar en sus últimos meses. La última vez que lo vi en Córdoba fue en Belle Ville, fuimos con un seguridad de él, hacía un frío… lo primero que me dijo fue que qué hacía ahí; yo lo quería ver, me dio plata para volverme a mi casa. Así que me encapriché con Córdoba, mi sueño era tocar en La Vieja Usina y en vez de ir a lugares más grandes, íbamos a lugares cada vez más chicos porque la gente no iba a ver los shows. Yo tenía muchas ganas de crecer. Soñaba con esto y no se me daba en el tiempo que lo esperaba. Pero con sacrificio y perseverancia se pudo.

—¿Cómo tomabas en ese momento esos fracasos de los que hablás?

—Y, yo sabía lo que quería, por eso seguía.

—Por la historia de Rodrigo, también sabías que el camino lleva tiempo.

—Sí y él fue la persona a quien admiré toda mi vida, porque tenía el ídolo de multitudes en mi casa. Era mi ídolo, mi padre, mi hermano mayor, mi amigo. Éramos cómplices, éramos compañeros. Siendo yo adolescente había curiosidades que no nos hacen bien a la salud, como el cigarrillo, el alcohol y él, a mis amigos, que eran mas grandes que yo, los retaba, les decía que me cuidaran. Era todo para mí. Mi primer noviazgo fue con una vecina. El padre me sacó y él me defendió.

—Y en los últimos meses, cuando él estaba tanto en Buenos Aires, ¿cómo era la relación?

—Tenía tantas giras, tantos shows, iba a programas de tele, estaba en todos lados; en lo de Mirtha, en lo de Susana, con Carmen; ponías un canal de dibujitos y aparecía Rodrigo atrás. Entonces lo podíamos ver en muy poquitos tiempos, horas nomás. A él le gustaba estar con la familia, quería compartir asados con sus amigos.

—¿Y vos pudiste disfrutar ese último tiempo de él y ese éxito arrollador que tuvo?

—Siempre, siempre. Creo que estuve en 12 lunas de los 13 que hizo.

—¿Y en estos momentos que contás que hubo fracasos te ayudaba pensar en el recorrido que hizo él? Su éxito no fue de un día para el otro y hubo un camino.

—Sí, pero como todo adolescente querés que las cosas pasen ya. Y al principio estaba muy dolido y sufría y la gente lo extrañaba a él y por eso venían a vernos.

—A pesar de tu admiración y de hacer cuarteto, nunca quisiste imitar su estilo.

—Capaz que en un comienzo sí, por tenerlo tan firme como referente. Hacía su música, hasta que después de las críticas de las personas salí de ahí y me propuse hacer mi propia música y mi propia historia. Ahí empecé a marcar la diferencia y a gustar al público: un nuevo artista con una nueva identidad.

—Volviendo a tu show por los 22 años, ¿se vienen nuevos temas?

—Sí, estamos preparando una canción muy bonita que habla de mi etapa actual, de qué pasa cuando hay días grises. Habla mucho de lo que me pasa, de la creencia en Dios.

—¿Fue esa creencia en Dios en la que te apoyaste cuando estabas mal?

—Sí. La fe, la familia, los buenos amigos. Salir de un entorno donde muchas veces cuando estamos en pleno éxito hay gente que te halaga y te postula con un número diciéndote que sos el número uno. Aprender a tener los pies sobre la tierra, escuchar a las personas que te dicen que algo no te va a hacer bien, porque muchas veces nos corremos de ese lugar o corremos a esas personas para que no nos llegue ese mensaje; no queremos ver la realidad. Pero cuando empezás a darte cuenta de que las cosas cambian porque uno quiere tomar el buen camino hay que estar rodeado de buena gente.

— ¿Tu hija qué rol juega en eso?

—El más importante, porque mi familia siempre me hizo ver que yo buscaba el amor en las personas y me acercaba a ciertas relaciones que por ahí no eran positivas para mí. Y descubrí que el amor incondicional que yo iba a tener era el de mi hija…

—¿Estuviste mucho tiempo sin vincularte con ella?

—Mucho tiempo por cuestiones del trabajo, por cuestiones de lo que yo padecía, mi enfermedad, con la cual estoy luchando todos los días para mantenerme bien y firme. Todo eso hizo que me alejara.

—¿No te dabas cuenta del valor que tenía estar con ella?

—No, no me daba cuenta. Fui papá joven, si, pero uno que estaba en pleno auge de su éxito y que solamente pensaba en su objetivo. No me daba cuenta que había una personita que me necesitaba y yo solamente estaba enfocado en mi carrera, en mi trabajo. Un poco egoísta de mi parte y con el tiempo me estoy dando cuenta de que esa persona hoy es mi vida, es quien me hace levantarme todos los días para llevarla al colegio porque me necesita, porque necesita un papá así como lo necesité yo y yo no tuve la oportunidad de tenerlo [su papá Pichín Bueno murió cuando él tenía ocho años]. Ella lo tiene y acá estoy de pie, dándole esa oportunidad.

Ulises Bueno con su hija y su mamá en una foto de archivo de 2021

—¿Cómo fue esa revinculación?

—Mi familia es la que me llevó a tomar la decisión de cambiar. Muchas personas creen que tocar fondo es cuando perdés todo y tocar fondo es cuando uno siente que realmente toca fondo, cuando ya estás devastado y decís: “Esta oscuridad es la oportunidad de vivir feliz por todo lo que he hecho en mi vida y lo que he conseguido a través de mi carrera se me está apagando por tomar malas decisiones o a lo mejor un entorno equivocado”. Me ayudó a tener a mi hermano Flavio al lado mío durante toda mi vida, a Chicho, que es mi representante desde hace muchos años. Son las personas que me han hecho ver esto y mi hija despierta en mí esa locura.

—¿Te arrepentís de ese tiempo perdido?

—Sí, me arrepiento pero el tiempo no se puede volver atrás y de ahora en adelante todo lo que yo me imagino con ella se está cumpliendo.

—¿Y en el ambiente hay a quienes les conviene que no estés bien? ¿Se van perdiendo trabajos o posibilidades cuando estás mejor?

—No, pero yo gracias a Dios tengo la oportunidad de elegir cuántas veces quiero trabajar por el lugar en el que estoy. A lo mejor, al principio, uno no puede elegir cuántas veces quiere tocar. Toco tres fines de semana al mes, después me tomo un día para mi familia, para mis amigos, para mi hija, para disfrutar de las cosas que me gustan hacer, esas son las cosas que me mantienen y que hacen que todo funcione.

Ulises Bueno perdió a su papá cuando tenía 8 años y a su hermano Rodrigo a los 15

—¿Tiene que ver tal vez con que empezaste de muy chico en un ambiente que a veces es difícil?

—Y yo creo que sí, pero a la vez creo que a la edad a la que yo comencé es la edad donde se debe comenzar, solo que a mí me tocó atravesarlo golpeado. Venía de pérdidas, yo había perdido a mi papá a los ocho, perdí a mi hermano a los quince, entonces no tenía un respaldo, no tenía a quién preguntarle, no tenía un consejero, alguien que me guíe y que me cuide. Mi mamá también estaba sufriendo por lo que le había pasado, mi otro hermano también vivió lo mismo que yo. Nos aferramos como podíamos, tratábamos de sobrevivir y después todo se volvió un poco más oscuro por cuestiones de que se acercó gente que no tenía que acercarse.

—¿El parate que hiciste en 2023 tiene que ver con eso?

— Me bajé por un tiempo para poder casualmente abrir los ojos y ver y disfrutar de la vida. Yo hacía 38 shows en 30 días, de tres horas cada show. Tocaba todos los días y por ahí no sabía dónde estaba. Y esa exigencia laboral me llevó a estar a niveles extremos con mi salud. La pandemia me hizo mucho daño también, al principio fueron unas vacaciones, pero yo con la enfermedad que estoy atravesando y que estoy tratando de mantener en pie, se me complicó. Después de ahí empezamos a tener nuestro propio productor, empezamos a manejar nosotros. Tomé la decisión de parar para poder rehabilitarme y seguir mi vida como corresponde, llena de salud, vitalidad y ganas de vivir.

—¿La pandemia te agarró en Córdoba Capital?

—Sí. Me llevé a mi mamá y a mi hermano también para que estén conmigo.

—¿Y eso fue bueno?

—Gracias a ellos creo que estoy con vida.

—¿Cómo está tu mamá y cómo vivió todo este proceso tuyo?

—Creo que de todo lo que vivió desde el año 2000 en adelante hoy está en su mejor momento, porque me ve a mí bien, porque ve a mi hermano que ha sido papá nuevamente; hay un nuevo integrante en la familia, entonces estamos todos muy contentos, muy felices, porque hoy realmente la familia se agrandó. Yo estoy bien, puedo estar presente, soy una persona que está atenta a todo lo que necesite mi mamá, Trato de cuidarla y mimarla; la veo feliz.

—¿Y el trabajo en la productora con tu hermano?

—Con mi hermano y con Chicho, que es amigo mío desde la infancia, desde los ocho años que nos juntamos. Nos conocíamos en el barrio, estuvimos mucho tiempo distanciados cuando yo empecé mi carrera y nos reencontramos creo que en 2017 y en el 2019 armamos Almenara Network. Él es mi hermano de la vida. Entre los artistas de la productora están mi prima Magui Olave, la banda Desakata2, Luz Paisio, Simón Aguirre, La banda de Grillo y Flor Vigna. Es una familia hermosa, con la cual nos juntamos a compartir cosas lindas que tiene la vida, no solamente la música.

—¿Y con Flavio cómo se llevan? Él siempre tuvo un perfil bajo.

—Totalmente perfil bajo. Con Flavio nos llevábamos medianamente. Yo como todo artista y bastante equivocado en algunas decisiones, él como hermano, también queriendo ocupar un rol de papá para cuidarme. Chocábamos mucho, pero desde que yo tomé la decisión de cambiar mi vida, estamos muy bien.

—Tu cambio fue un efecto mariposa y modificó para bien todo lo que tenías a tu alrededor. Mencionaste a tu hija, tu mamá, tu hermano.

—Todo mi entorno cambió, mi entorno disfruta de poder compartir conmigo sin tener miedo a que a mí me pase algo.

—¿La veías mal a tu mamá cuando vos estabas mal o ni siquiera podías ver esas cosas?

—La verdad que yo estaba sufriendo tanto por dentro, por todo lo que yo atravesaba, que me negaba a ver lo que pasaba.

—Hablemos de cosas lindas, ¿tu hija también va a ser cantante?

—Mi hija juega al hockey, juega muy bien, juega en el seleccionado de Córdoba, pero la música la lleva en la sangre. Pidió una guitarra para Navidad, se la compré, le di la guitarra y está practicando solita. Quiere un profe y ya le dije que el guitarrista mío da clases. Yo quiero que ella lo haga desde un lugar sano y lo haga desde un lugar donde se sienta feliz al hacerlo, que no sea un trabajo si es que ella no toma la decisión de querer hacerlo como trabajo. Que vaya de a poco si eso es lo que quiere. No quiero imponerle nada.

—Así como vos en su momento eras “el hermano de…”, si se dedica a esto ella será “la hija de..”.

—Con la diferencia de que yo estoy vivo, entonces al tener mi apoyo tiene todo un público también que va a estar ahí esperando lo que ella quiera hacer.

—Hablando de nuevas generaciones, hiciste “Qué sed” con Luck Ra. A él lo escuchan chicos más chicos.

—Es un público de ocho, siete. Eso también amplía para nosotros. El público va creciendo con el artista. Tener esta oportunidad de hacer cosas con Luck Ra, con Rusherking, Emanero y gente que está más en la movida de lo urbano, abre posibilidades.

—El año pasado muchos compararon a Luck Ra con tu hermano, ¿qué opinás?

—Eso puede ser una cuestión de imagen, pero Rodrigo, como todos saben, es Rodrigo y Luck Ra es Luck Ra. Los dos son grandes personas, los dos son grandes artistas. Lamentablemente uno queda en la historia de nuestro género musical y el otro está haciendo historia en nuestro género musical.

—Dijiste que estás haciendo shows durante tres fines de semana al mes, ¿cómo es hoy un día en la vida de Ulises?

—Un día en la vida de Ulises es un día realmente hermoso. Me levanto temprano, me tomo unos mates, hago actividad física, me voy a la oficina a compartir, a estar ahí a opinar sobre cosas de trabajo y grabaciones y cosas que tenemos que hacer, ensayos y demás. La verdad es que estoy tan bien que disfruto de todo lo que hago. Además del rol de papá, llevar a mi hija al colegio a las 6.40 de la mañana, llevarla a hockey, ir a buscarla. Disfruto de esas cosas porque en los lugares donde voy a ver a mi hija, los otros papás entienden que estoy ocupando el rol de papá y me interrumpen poco ese momento. Si hay partido el fin de semana se me complica, pero hago el esfuerzo para ir a verla. Vivo en Córdoba, estoy haciendo mi casa y para mí es impresionante tener esa oportunidad.

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