Última milla: tendencias, desafíos, nuevas demandas y soluciones tecnológicas

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Damián Navarro es gerente de negocios especializado en procesos de innovación en entornos tecnológicos para logística (Foto: Movant Connection)

“La logística sin tecnología no es la logística que conocemos hoy”, afirma Damián. En esta entrevista, reflexiona sobre las transformaciones del sector, el rol de la última milla, el impacto del comercio internacional y la importancia de los centros urbanos fuera del AMBA.

¿Qué estás viendo hoy en la logística de última milla?

La logística viene ganando cada vez más protagonismo. Hoy está en el foco de los usuarios, y una de las principales tendencias es la incorporación de tecnología en los procesos.

La inmediatez pasó a ser un requisito fundamental para muchos consumidores, que eligen opciones de entrega cada vez más rápidas y flexibles. Otra gran tendencia es la cercanía: redes capilares que permiten retirar productos en puntos próximos al domicilio o al trabajo. Esto, junto con la inteligencia artificial aplicada en diferentes etapas del proceso, está transformando la forma en la que operamos y consumimos.

¿Qué pasa cuando salimos del AMBA?

Argentina es enorme, pero tiene grandes centros urbanos en todo el país que permiten desarrollar, incluso, entregas locales “same day” (en el día). Además de AMBA, hoy vemos este tipo de operación en Córdoba, Rosario, Mendoza, Mar del Plata, Bariloche.

El concepto de entrega local, en donde vendedor y comprador están en la misma ciudad, ya está funcionando en varias plazas. Eso aporta valor y mejora la experiencia, descentralizando el volumen que históricamente estaba concentrado en AMBA.

¿Cómo impacta eso en el vendedor? ¿Cómo se organiza para poder entregar en esos puntos?

Se está transformando el paradigma. Quienes venden a través de plataformas de e-commerce están entendiendo que forman parte clave de la cadena logística. Son el primer eslabón.

Por eso, los tiempos de preparación, desde que se genera la venta hasta que el producto está listo para despachar, son fundamentales. Existen distintos modelos: algunos acercan los paquetes a puntos de admisión o “drop points”, y otros trabajan con retiros en el domicilio del vendedor. Lo importante es que estén preparados para responder a la demanda y cumplir con la promesa de entrega.

¿Qué pasa adentro de los centros de distribución?

Hay dos tipos de operaciones. Por un lado, están los centros de almacenamiento o “fulfillment”, que guardan productos esperando a ser comprados. Cuando se genera la compra, preparan el paquete, lo embalan, etiquetan y despachan.

Por otro lado, están los “cross dockings”, donde llegan envíos ya armados y se los canaliza según destino. Ahí se define si va a Córdoba, a Recoleta o a cualquier otro punto del país. Estos espacios necesitan mucha inversión en infraestructura y tecnología para bajar los tiempos de entrega. Y son clave en un país tan grande como el nuestro.

¿Qué innovaciones están apareciendo en la logística de última milla?

La clave está en la tecnología y la inteligencia artificial. Se aplican en el diseño de rutas, en la aceleración de los procesos de clasificación, en la preparación ultrarrápida para cumplir con entregas inmediatas. También en infraestructura: cuanto más volumen, mayor capacidad de procesamiento se necesita.

Todo eso va de la mano con un crecimiento en la demanda de transportistas y, por lo tanto, con la generación de nuevos puestos de trabajo.

¿Hay renovación de flotas de transporte?

Sí, se está dando un recambio de unidades. Argentina venía con vehículos viejos, y hoy hay una tendencia a renovar. Esto es importante no solo por una cuestión de servicio (una flota nueva tiene menos probabilidad de fallas), sino también por sostenibilidad.

Las unidades más modernas emiten menos y cumplen con estándares ambientales más exigentes. Invertir en flota también es invertir en calidad.

Para Damián,

Además de la dimensión geográfica, ¿qué otros desafíos identificás hoy en la logística en Argentina?

Además de la extensión territorial, algo que viene creciendo mucho es la logística internacional. Las compras al exterior están en alza, y eso representa un nuevo desafío: tenemos que adaptar nuestras capacidades logísticas para brindar una experiencia que esté a la altura de lo que se espera localmente.

La logística tiene que lograr que recibir un producto del exterior se sienta igual de eficiente que comprar en un e-commerce nacional.

La clave es el proceso de nacionalización de la mercadería. Eso implica trabajo con despachantes de aduana, aerolíneas, depósitos fiscales y demás. Una vez nacionalizado el producto, se lo inyecta al circuito logístico habitual. El objetivo es que esa entrega tenga la misma calidad que una local.

¿Es mucho más largo ese proceso?

Sí, es más complejo. Hay que presentar documentación aduanera, pagar tributos y demás. Es un proceso administrativo que lleva más tiempo. Pero una vez nacionalizado, el envío entra en los tiempos y dinámicas normales.

Lo que suele extender los plazos es todo el tramo internacional: desde la preparación en origen, el flete aéreo —que puede tardar al menos 36 horas— y los trámites hasta que la mercadería queda liberada. Por eso, muchas veces la promesa de entrega es de más de diez días.

¿Qué le dirías a una persona que no trabaja en logística sobre su impacto diario, especialmente en entornos urbanos?

La logística está cada vez más en el centro de la escena. Antes era invisible, ahora forma parte de la experiencia de compra. Cada vez compramos más online, y eso hace que la logística tenga un rol fundamental.

Ya no se trata solo de entregar rápido, sino de ofrecer opciones: que el usuario elija si quiere recibir en su casa, retirar en un punto, priorizar el precio o el tiempo. Todo eso hace que la logística se tenga que adaptar continuamente a las nuevas necesidades.

Es un sector muy apasionante. Yo trabajo en logística hace más de 15 años y cada servicio tiene sus particularidades. Lo interesante es cómo las variables cambian todo el tiempo: los tiempos de entrega, las tecnologías, los vínculos con los clientes.

Hoy, la logística sin tecnología no es la logística que conocemos. Y cuanto más inteligencia —artificial y humana— le incorporemos, mejor será la experiencia que podamos brindar a los usuarios.

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