Las hazañas, la destreza y la carrera de Michael Schumacher suelen estar acompañadas por comentarios negativos respecto de la personalidad y la actitud que demostró el piloto alemán durante su legendario paso por la Fórmula 1. Fue tildado de arrogante, de agresivo y hasta de desleal en la pista y en el paddock, pero uno de sus amigos más cercanos sostiene que “Schumi” tenía un “alter ego” completamente distinto, que solo revelaba detrás de escena, con su familia.
En una entrevista concedida a The Sun, Richard Hopkins -exjefe de operaciones de Red Bull y mecánico de McLaren- reveló detalles poco conocidos de la personalidad del siete veces campeón del mundo y sus cualidades afuera del monoplaza, alejado de las luces del Gran Circo.
Hopkins conoció a Schumacher en la década de los ’90, cuando el piloto alemán corría para Benetton y él trabajaba como mecánico en McLaren. Por ese entonces, a pesar de la distancia entre las escuderías, asiduamente solían tomarse un café, o compartir charlas y momentos juntos que los fueron haciendo cada vez más cercanos, con el paso del tiempo.
Según recuerda, las versiones sobre las polémicas actitudes de su amigo eran ciertas, pero sostiene que gracias a su competitividad -entre otras cualidades- pudo llegar a la cima del automovilismo: “Michael no tenía solo buenas cualidades… eso no es nuevo para nadie. Era confiado —quizás al punto de la arrogancia—, pero mostraba sus emociones abiertamente y su pasión por lo que hacía, a veces se manifestaba de maneras no siempre positivas”.
“Cuando uno piensa en todas las cualidades que hacen a un campeón del mundo, él las tenía todas, incluso aquellas que no siempre eran positivas, como el exceso de competitividad”, explicó Hopkins sobre el piloto alemán, de 56 años, rodeado de un fuerte hermetismo desde el trágico accidente de esquí que sufrió en 2013.
No obstante, Hopkins resalta una actitud que identificó enseguida, apenas lo conoció: “Tenía una atención al detalle que lo distinguía del resto. No era el único que lo tenía, pero lo suyo era excepcional”. “Todos los grandes, ya sea un piloto de F. 1, un ciclista del Tour de Francia o un golfista, tienen una precisión absoluta en todo lo que hacen”, insiste.
Asimismo, pondera que la mayor obsesión de Schumacher era el amor que sentía por sus hijos, su familia y sobre todo, su esposa, Corinna. “Si uno lo veía solo por televisión en 2004 o 2005, podía formarse una opinión sin conocer al hombre detrás de esa imagen pública… Podías ver a un piloto sobreconfiado, con un grado absoluto de arrogancia, y no creer que ese mismo tipo llegara a su casa a jugar con sus hijos o abrazar a su mujer. Pero claro que lo hacía. Era un gran padre y un gran esposo”.
Hopkins comparó el carácter explosivo de Schumacher con la serena y fría de Mika Häkkinen, como dos maneras diferentes de mostrarse antes las cámaras, que ocultaban, en verdad, el humor y la calidez que desprendían en privado.
“Siempre nos reíamos en McLaren con Mika. Desde afuera parecía el tipo más aburrido del mundo, pero en realidad era divertidísimo, un tipo encantador. Tal vez Michael tenía algo de eso también: una especie de doble cara. Tenía un alter ego. Vos podías ver solo un 30% de Michael y no darte cuenta de que había otro 70% completamente distinto al que se veía en pantalla”, asegura el ingeniero.
“Podías verlo corriendo una carrera o bajando del auto furioso, como en Spa ’98 cuando chocó con Coulthard y salió del auto queriendo arrancarle la cabeza, y no imaginarte que ese mismo tipo era un padre y esposo cariñoso. Pero lo era”, concluye.