Con contrato con Red Bull Racing hasta 2028, la crisis que desanda la escudería de Milton Keynes envolvió a Max Verstappen. En la pista, porque el neerlandés solo aspira a conservar el tercer puesto en el Mundial de Pilotos, un campeonato que dominó en las últimas cuatro temporadas; el rendimiento del modelo RB21 apenas mostró destellos en el año y fueron las virtudes de MadMax las que elevaron la performance de un auto que marcha cuarto entre los Constructores.
Fuera de los circuitos, las tormentas azotan a la estructura: a la salida a mitad del calendario de Christian Horner, el conductor desde hace 20 años; al martillazo de una sangría que incluyó al ingeniero Adrian Newey, el genio de la aerodinámica y factótum del diseño de modelos arrolladores, la precedió la partida de nombres relevantes como Jonathan Wheatley (Sauber) o Rob Marshall (McLaren); las diferencias que se expuso de la relación entre Horner con Helmut Marko y Jos Verstappen, padre de Max, y la puja de poder entre los grupos económicos austríacos y tailandés que controlan la empresa de bebidas energizantes, son un fuego amigo que invitó a imaginar la búsqueda de un nuevo rumbo de parte del tetracampeón de la Fórmula 1.
En un ambiente agitado, Verstappen mantuvo la calma. El piloto se alejó del escenario para descubrir una mejor perspectiva de la situación y cuando el murmullo se convirtió en un ruido que empezó a aturdirlo, salió al escenario para desterrar los rumores. “Siempre hay otras personas que hablan mucho, mientras que yo no hablo, principalmente, porque no lo necesito: no tengo nada que decir. Entonces es mejor para todos, en lugar de andar dando vueltas sobre lo mismo”, señaló antes de que el Gran Circo entre en el receso, que se inició tras el Gran Premio de Hungría, el 3 de agosto pasado, y terminará el último fin de semana del actual mes, cuando la actividad regrese con el GP de Países Bajos.
En el patio de su casa, el circuito de Zandvoort reingresó al calendario en 2021 y ganó tres de las cuatro carreras –en la última se impuso Lando Norris (McLaren)-, Verstappen empezará a recorrer las últimas diez citas de 2025, pero involucrándose en los pasos que debe dar RBR para 2026, cuando la F.1 empiece una nueva era con modificaciones en el reglamento técnico y de motores.
Las especulaciones de un posible salto a Mercedes se agigantaron con la coincidente presencia de Verstappen y Toto Wolff, el CEO de la escuadra de Brackley, en la isla de Cerdeña. Ese juego que diseñaron los medios y desalentó el neerlandés en el Hungaroring: “Estoy muy concentrado en 2026 con el equipo, mirando hacia adelante y asegurándome de que entendamos bien el reglamento para ser competitivos desde el inicio. El equipo pasó de ser campeón del mundo a una etapa de reconstrucción antes de mi llegada, y volvimos a la cima con nuevos títulos. Siento que estamos en una pequeña reconstrucción”, comentó MadMax, ganador de dos grandes premios en 2025, una estadística que contrasta con el arrollador comienzo del año pasado, donde triunfó en siete de las primeras 14 carreras, almacenando el colchón de puntos que posibilitó resistir en la segunda parte de la temporada el avance de los pilotos de McLaren, Norris y Oscar Piastri.
“Seguimos siendo un equipo muy fuerte, pero creo que para dar un paso al frente necesitamos una ligera reconstrucción, una reestructuración. Comprender mejor lo que nos está pasando. Eso lleva un poco de tiempo, aunque espero que no sea demasiado”, analizó Verstappen, un animal competitivo que ya dejó su sello en la historia de la F.1, pero que mantiene la voracidad para encarar nuevas conquistas. La reorganización que pretende MadMax es el enigmático juego que rodea a RBR, que por primera vez diseñará un auto sin la firma de Newey y que tendrá en 2026 motores Ford.
La factoría estadounidense, que dominó en el Gran Circo entre 1967 y 1982 –obtuvo diez mundiales de Constructores y 13 de Pilotos; su última experiencia con el equipo Jaguar en 2004- se asoció a RBR, que había creado el departamento de motores, Red Bull Powertrains. Será la primera vez que un Constructor desarrolle una unidad de potencia.
Entre asumir el riesgo o internarse en una nueva aventura, Verstappen eligió comprometerse con el nuevo reto y, a la vez, el desafío le posibilitará analizar cómo se desarrollará el primer año de la nueva era de la F.1. El salto con los motores y cómo reaccionará el conjunto técnico para ajustarse a las normativas del reglamento es una apuesta que aceptó MadMax. En Milton Keynes entienden que un túnel de viento obsoleto –el ingeniero Pierre Waché señaló que Jos Verstappen lo utilizó cuando corría en Arrows, en los primeros años del nuevo milenio-, una situación que sería subsanada con el estreno del que se está construyendo, aunque recién los resultados operativos se ofrecerán para la campaña 2027, no implicará consecuencias para el modelo RB22.
El neerlandés tampoco tenía certezas del desarrollo que ensaya el resto de los equipos, aunque las presunciones señalan que Mercedes se convertiría nuevamente en la guía, como ocurrió entre 2014 y 2021. “Disfruto trabajar con la gente del equipo”, sentenció Verstappen, consultado sobre las tareas que realiza. Guardarse cartas también está en la lista del tetracampeón, quien el próximo año estudiará el campo, los funcionamientos, y de no estar conforme con lo que brinda RBR tendrá la libertad para negociar una salida y unirse a otro equipo. A favor, tendrá el conocimiento de quién es el líder en rendimiento y si, como se anticipa, Mercedes será la fuerza que domina el escenario.
“Fue bastante entretenido ver todas las lindas historias de los últimos meses”, disparó Verstappen, que tiene su estrategia para el futuro.