Un asistente de vuelo explica los efectos del vuelo más largo del mundo: “Saca lo mejor y lo peor de los pasajeros”

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Un asistente de vuelo explica los efectos del vuelo más largo del mundo. (Arnd Wiegmann/Reuters)

El vuelo sin escalas más largo del mundo, operado por Singapore Airlines, conecta el aeropuerto JFK de Nueva York con el aeropuerto Changi de Singapur. Dura 18 horas y 45 minutos, recorre 16.700 kilómetros y vuela a 38.000 pies de altura (11.582,4 metros).

Para la mayoría de los pasajeros, es una prueba de resistencia. Para la tripulación, es una jornada más, pero con particularidades que obligan a extremar la organización, el cuidado personal y la empatía.

Turnos, literas y autocuidados a más de 11.500 metros

Madeline Khaw, azafata líder en Singapore Airlines, ha explicado al medio Travel and Leisure que la tripulación opera en turnos cuidadosamente planificados y con períodos de descanso designados.

“Es fundamental garantizar que todos los miembros de la tripulación descansen lo suficiente para que estén alerta y puedan brindar un servicio constante y cumplir con los estándares de seguridad requeridos durante todo el viaje”, señaló.

Sin embargo, dormir en esas condiciones no es fácil. Las turbulencias, el ruido de la cabina o el propio estrés dificultan conciliar el sueño. Para ello, algunas azafatas recurren a técnicas de relajación como el método 4-7-8, recomendado por la experta Rachel Keene.

Consiste en inhalar durante cuatro segundos, mantener el aire durante siete y exhalar lentamente durante ocho. Según Keene, esta práctica ayuda a reducir el ritmo cardíaco y predispone al cuerpo al descanso.

Los efectos del aire seco y la descompensación horaria también impactan en el bienestar. “Las mascarillas faciales se han convertido en un imprescindible en mi rutina de cuidado de la piel, especialmente las hidratantes, para combatir los efectos del aire más seco de la cabina y el jet lag”, indicó Khaw.

“Vemos un espectro más amplio del comportamiento humano”

Uno de los aspectos más particulares de este trayecto es la evolución del estado de ánimo de los pasajeros. A diferencia de los vuelos de corta o media distancia, donde suele mantenerse un humor estable, en estos vuelos “vemos un espectro más amplio del comportamiento humano”.

“Tendemos a ver a la gente pasar de estar fresca y emocionada a cansada y a veces emocional, antes de volver a una actitud más alegre a medida que se acerca el aterrizaje”.

Estas transformaciones emocionales no solo son observadas con atención por la tripulación, sino que también fomentan interacciones memorables. Khaw recordó el caso de un pasajero que no lograba conectarse al wifi para enviar un correo urgente.

“Tomé la inusual decisión de ofrecerle mi dispositivo personal, sabiendo que, si yo estuviera en su situación, querría que alguien me hiciera la misma oferta”, relató. Ese gesto derivó en una conexión que trascendió el vuelo.

“Desde entonces, cada año me envía una felicitación de cumpleaños. Es un pequeño, pero significativo recordatorio de cómo un acto de empatía puede forjar una conexión duradera, incluso a 11.500 metros de altura”, subrayó la azafata.

Distancia que recorre el avión. (Imagen: X)

Prepararse para 18 horas de viaje

Para encarar un vuelo tan largo, Khaw desarrolla rituales previos que le permiten prepararse física y emocionalmente. “Una actividad importante para mantenerme con los pies en la tierra es pasar tiempo de calidad con mis seres queridos en casa. Compartir una comida sencilla y casera con mi familia puede ayudarme a recuperarme emocionalmente antes de estar fuera varios días”, detalló.

En cuanto a la logística, repasa dos veces su equipaje y se asegura de llevar uniformes adicionales, productos para el cuidado personal y vitaminas. Para ella, la clave está en la preparación y en la actitud.

“Mentalmente, intento mantener los pies en la tierra recordándome a mí misma el panorama general: que este es un puesto privilegiado y que no todos pueden desempeñarlo. Voy a Nueva York, una de las ciudades más emocionantes del mundo, y he entrenado duro para estar aquí. Ese orgullo me mantiene centrada”, reconoció.

Pero más allá del esfuerzo, Khaw destaca que el puesto le ha permitido desarrollar resiliencia, adaptabilidad y habilidades de gestión del tiempo. “Operar vuelos de larga distancia me ha llevado a lugares que nunca imaginé visitar. Más allá de viajar, este puesto me ha ayudado a crecer profesionalmente y a nivel personal”, concluyó.

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