
En un reciente episodio del podcast La pura verdad, un sacerdote fue invitado a contar cómo es su experiencia dentro del sacerdocio. El invitado, con calma y optimismo, contó de forma muy sincera cómo es su día a día, lejos de los clichés y más cerca de la realidad sencilla que vive. Desde el primer minuto dejó claro que su vocación no viene acompañada de lujos ni grandes comodidades. De hecho, confesó que su sueldo ni siquiera llega al salario mínimo interprofesional. Para muchos podría sonar duro, pero él lo contaba con una naturalidad que sorprendía. No lo decía desde la queja, sino desde la aceptación y, sobre todo, desde la gratitud. Para él, vivir con poco no es un sacrificio, es parte del camino que eligió.
Explicó que su situación económica no le resulta un peso porque no tiene que enfrentarse a muchos de los gastos que preocupan al resto de la gente. No paga alquiler ni hipoteca, tampoco facturas de luz o agua. No tiene hijos ni una familia que mantener económicamente. Su vida, en ese sentido, es sencilla. Y esa sencillez, según cuenta, le permite enfocarse plenamente en su labor espiritual.

También habló de sus gastos personales, que se reducen a lo esencial: comida, ropa cómoda y alguna que otra cosa pequeña que le apetece sin caer en excesos. No se trata de renunciar al mundo, sino de no dejar que las cosas materiales lo dominen. Esto significa vivir con lo justo y necesario para estar tranquilo y dedicar sus energías a lo que él considera más importante.
Lo más llamativo de la entrevista fue su actitud. Nada de tristeza ni resignación. Al contrario, una alegría serena y casi contagiosa. Este modo de vida implica muchas veces encontrar la felicidad en el día a día: conversar con la gente, acompañarlos, tener tiempo para la reflexión y la comunidad con otras personas. Hay para quienes esta forma de entender la vida cotidiana significa vivir en plenitud. En consecuencia, su testimonio es un recordatorio de que hay muchas formas de vivir bien, y no todas pasan por ganar más o tener más cosas. A veces, lo que realmente llena es aquello que no se puede comprar.
Un giro hacia una nueva espiritualidad
Curiosamente, esta charla llega en un momento donde parece que la espiritualidad vuelve a estar en el aire. Asistimos al surgimiento de importantes artefactos culturales como la peli de Los domingos, que ha conectado con miles de espectadores en la gran pantalla. O por ejemplo, el último proyecto de Rosalía, LUX, donde el tono casi místico muestra que incluso en el mundo del pop y lo mainstream hay un deseo de explorar lo espiritual.

Si bien es cierto que estos artefactos no siguen en el mismo camino que el sacerdote (ni de la vivencia espiritual católica), su mensaje coincide con un sentimiento incipiente que se está expandiendo. Se trata de la búsqueda de la sencillez y la espiritualidad en un mundo dominado por la atomización. El caos moderno, la ciudad que no descansa, los cuerpos que no descansan, propician otras formas de acercarse a la espiritualidad y al diagnóstico introspectivo del mundo.
