Las hierbas aromáticas son fáciles de cultivar, aportan un toque sensorial al jardín y son las aliadas perfectas de la cocina. Sin embargo, lograr que sean realmente sabrosas y fragantes requiere algunos cuidados y conocimientos específicos.
Cada planta aromática tiene sus propias necesidades de sol y temperatura y es necesario respetarlas y colocar cada hierba en el lugar adecuado del jardín o en macetas, dependiendo de su requerimiento.
Como regla general, la mayoría de las hierbas aromáticas necesitan entre 6 y 8 horas de sol directo al día. Algunas, como el romero, la albahaca y el orégano, prosperan en condiciones soleadas. Sin embargo, hay otras, como la menta, que pueden tolerar un poco de sombra.
El secreto del suelo
“Hay una relación directa entre la calidad del suelo y la síntesis de aceites esenciales -explica el experto Álvaro Lamas- por lo tanto, un suelo de características adecuadas potencia notablemente el aroma de las plantas.”
La estructura del suelo apunta fundamentalmente a su aireación, para que se garantice tanto el almacenamiento de agua adecuado como el drenaje correcto
Las hierbas aromáticas prefieren suelos bien aireados y con buen drenaje. Es fundamental evitar su cultivo en los suelos pesados y arcillosos, porque pueden retener demasiada humedad y pudrir las raíces. Para que crezcan sanas y muy perfumadas, las hierbas aromáticas se deben cultivar en suelos ligeramente ácidos a neutros, con un pH de entre 6 y 7.
Nutrición adecuada
Para garantizar la fragancia intensa y el desarrollo óptimo de las plantas aromáticas, es fundamental mantener un equilibrio adecuado de nutrientes en el suelo.
Las hierbas y especies aromáticas como la lavanda, el romero, la albahaca y el tomillo, dependen de ciertos minerales esenciales que influyen directamente en su crecimiento, producción de aceites esenciales y resistencia a condiciones adversas. Estos nutrientes no solo deben estar presentes en el suelo, sino que también es necesario reponerlos periódicamente para evitar su agotamiento.
- Nitrógeno: este macronutriente es clave para el crecimiento foliar y el vigor general de las plantas. Un adecuado suministro de nitrógeno permite que las hojas de las aromáticas se desarrollen con mayor tamaño y coloración intensa, lo que favorece la síntesis de compuestos aromáticos. Además, fortalece la planta contra plagas y enfermedades, contribuyendo a una estructura foliar más densa y saludable. Se puede aportar al suelo de manera natural mediante la aplicación de compost maduro, estiércol bien descompuesto o cultivos de abono verde como la alfalfa o el trébol, que fijan nitrógeno atmosférico en el suelo.
- Fósforo: es esencial para la formación de un sistema radicular fuerte y profundo. El fósforo es un nutriente clave para la absorción de agua y minerales en la planta. Una buena disponibilidad de fósforo en el suelo no solo mejora el anclaje y la estabilidad de las aromáticas, sino que también favorece la maduración de frutos en aquellas especies que los producen, como el anís o el hinojo. Además, ayuda a la planta a tolerar mejor períodos de sequía, ya que las raíces bien desarrolladas tienen mayor capacidad para acceder a la humedad residual del suelo. Para reponer fósforo de forma orgánica, se pueden utilizar harinas de hueso, guano de aves o roca fosfórica.
- Potasio: este elemento es vital para la fortaleza estructural de la planta, ya que interviene en la formación de tallos resistentes y raíces robustas. Además, cumple una función crucial en la movilidad de otros nutrientes dentro de la planta, optimizando la absorción y distribución de agua y minerales. Un adecuado nivel de potasio en el suelo mejora la síntesis de aceites esenciales, lo que intensifica el aroma característico de las hierbas. También refuerza la resistencia de las plantas frente a condiciones ambientales adversas, como el frío extremo o el estrés hídrico. Para aportar potasio de manera natural, se pueden utilizar cenizas de madera, harina de algas marinas o compost enriquecido con cáscaras de plátano.
Cuidado con la poda
La poda adecuada no solo mejora la apariencia de las aromáticas, sino que también puede aumentar la producción de hojas sabrosas. Es importante elegir el momento correcto porque si se cortan demasiado las hierbas en plena temporada de crecimiento (por ejemplo, en pleno verano) se puede reducir la producción de hojas aromáticas.
Las hierbas aromáticas suelen tener un mayor contenido de aceites esenciales (que les dan sabor) justo antes de que empiecen a florecer. Ese es el momento ideal para cosecharlas, porque es cuando las hojas son más fragantes y sabrosas.