¡Hola! Cómo estás? En los últimos días, las imágenes de médicos, enfermeros y otros trabajadores de la salud del Hospital Garrahan reclamando por mejores condiciones laborales y salariales, nos conmovieron a todos.
El Garrahan no es cualquier hospital. Es, desde hace casi 40 años, la institución pediátrica de referencia en la Argentina y, para muchas familias, el último recurso: recibe a niñas, niños y adolescentes de todas las provincias, derivados por patologías que no pueden ser tratadas en sus centros locales. Pero, además de atravesar cuadros complejos, la mayoría de las chicas y los chicos que se atienden allí están atravesados por la pobreza y todo tipo de vulneraciones de derechos.
En ese contexto, nos reunimos a conversar con nueve pediatras, enfermeras y otros destacados profesionales de la salud. Hoy jubilados, todos son exjefes de servicios emblemáticos del Garrahan, como oncología, terapia intensiva o la unidad de trasplante de médula ósea, y comparten una preocupación: que el modelo que hizo del Garrahan un hospital de referencia a nivel mundial, desaparezca.
“Tenemos la misma idea: defender la salud pública pediátrica, que es un derecho inalienable, universal y gratuito para los niños, niñas y adolescentes. Estamos muy preocupados porque eso se termine. La salud no es un gasto: es una inversión a futuro y para todo el país”, aseguró Andrea Schon, pediatra y quien se desempeñó como coordinadora del Área de Mediano Riesgo, en la charla con La Nación.
El acceso a la salud mental de las infancias y adolescencias es una temática que también solemos abordar desde la sección Comunidad. Hace unos días, contamos la historia de Jacinta de Oromí, una joven influencer de 23 años que, cuando tenía 16, desarrolló una anorexia. Hoy, busca visibilizar en sus redes sociales y en su podcast Tipo las problemáticas que atraviesan cientos de jóvenes, como la ansiedad, la depresión, los ataques de pánico y los trastornos de la conducta alimentaria.
“Hoy por suerte estamos hablando más de estos temas. Creo que ese es el primer paso: sentirse acompañado. Me han llegado mensajes muy fuertes, como el de una chica de 15 años que me contaba que ya no quería vivir. Siempre digo al final de los episodios de mi podcast que la gente puede escribirme para contarme lo que le aflige o le preocupa, que yo jamás lo voy a compartir. Y siempre recomiendo que vayan a ver un profesional”, contó Jacinta.
Aunque muy diferentes, las dos historias que te comparto hoy están conectadas por una misma urgencia: garantizar el acceso a la salud —física, mental y emocional— como un derecho que no puede esperar.
Eso es todo por hoy. Que tengas un buen fin se semana.
Saludos, María