Un especialista internacional revela cuáles son las claves para vivir no solo más, sino mejor

admin

El Dr. Leo Pruimboom es pionero en psiconeuroinmunología clínica (PNI), una disciplina médica que estudia la interacción entre los sistemas neurológico, endocrino, inmunológico y metabólico, y su papel en nuestra salud y bienestar. Bioquímico y fisioterapeuta de formación, ha dedicado su carrera al desarrollo de protocolos que no sólo tratan los síntomas de las enfermedades, sino que abordan sus causas fisiológicas, sociales y ecológicas subyacentes. En casi cuatro décadas de trabajo, es uno de los diez profesionales más reconocidos del mundo en su campo, escribió seis libros, dicta conferencias por todo el mundo y fundó el Instituto Pruimboom desde donde educa a profesionales de la salud en dieciséis países diferentes. También creó el programa inmersivo ‘Intermittent Living’, que se realiza en entornos naturales de distintas partes del mundo -la Patagonia argentina es uno de ellos-, donde se aplican los principios de la PNI clínica, retomando la conexión con nuestra fisiología, que no cambió tanto desde la prehistoria a esta parte.

-¿Qué es y cuál es el enfoque de la PNI clínica?

-Se resume con la frase, ‘everything is everywhere at the same time’: todo es en todos los sitios a la misma vez. Tanto a nivel micro como macro, todo está conectado. Es grave que hoy sigamos separando la mente del cuerpo. Cualquier cosa que pasa, pasa en nuestro cuerpo y la psicología y fisiología son lo mismo, no hay una sin la otra. También se trata del contexto, del ser humano con su entorno. Lo que hacemos es conectar todo con todo.

-La medicina tradicional habla del síntoma y del concepto de ‘paciente’, como alguien que ‘espera’. Si lo miramos desde este abordaje, ¿qué sería la enfermedad?

Conrado Estol revela la trampa del «yo me cuido»

Los síntomas son una forma de comunicación. Dicen, “hola, no estoy bien. ¿Podrías ayudarme a cambiar algo?”. Cualquier patología, enfermedad o síntoma, son la única forma con que nuestro cerebro puede comunicarse. El paciente tiene una queja, que no es el problema, sino el síntoma de un problema, y es su única forma de comunicarlo. Hoy nos enfermamos más que otras generaciones. Ha cambiado algo en relación a cómo nos vinculamos con la enfermedad, cómo nos enfermamos y los tipos de enfermedades: nuestros antecesores se murieron de hambre, de infecciones, de frío, por depredadores, guerras, violencia… Hoy nos morimos por infartos cardíacos, por patologías cancerígenas. Mucha gente dice, “sí, pero vivimos más tiempo que antes”. Y es verdad, pero pagamos un precio muy alto y son, quizá, 40 años de enfermedad. Llegás a 80 años, pero con cerca de 40 sin tus funciones normales. Lo mejor sería poder buscar una vida longeva en que tu edad biológica sea menor que la edad en el pasaporte.

Para el experto lo mejor sería poder buscar una vida longeva en la que la edad biológica sea menor que la edad en el pasaporte

-¿Ahí cuánto interviene el contexto y cuánto influye en nuestra salud y en nuestra calidad de vida?

-La mayoría de la gente vive hoy en día en grandes ciudades. En Ciudad de México viven 23 millones de personas, en Nueva Delhi viven 60 millones… Es súper complicado mantener la salud en una ciudad, tenemos que armarnos contra el mundo moderno. Lo que se puede cambiar, que lo cambiemos, y lo que no, que nos hagamos resilientes ante esos factores tóxicos. A mí me encantaría cambiar la contaminación, pero no puedo y tú tampoco. Hay muchos factores fuera de nuestro alcance que nos enferman. La solución es que modifiquemos lo que está dentro de nuestro alcance. Y con lo que esté fuera, nos hagamos resilientes o lo que yo llamo ser antifrágiles.

-¿Cómo combato aquello que no puedo cambiar?

-Primero, donde no te puedes armar es contra el aire que respiras, que está contaminado por vivir en una ciudad. La solución es saber desintoxicar al cuerpo mucho más rápido. Yo no puedo vivir con una máscara, porque es un factor de riesgo: cuando me pongo una máscara contra la contaminación, para mi cerebro significa que soy frágil, y responde con inflamación.

Segundo, otra cosa difícil de solventar: la velocidad a la vida. El mundo parece que gira mucho más rápido que antes. Significa que es hora que la gente entienda que contra este exceso de velocidad hay una cosa que se llama no thinking. Es decir, una hora al día de no hacer nada. Es una decisión que tú puedes tomar, una hora para caminar por un parque, sin pensar ni escribir nada, sólo dejando que el cerebro haga el trabajo que pueda hacer. El mejor tratamiento contra el cáncer de cerebro es no hacer nada a nivel cerebral: los tumores cerebrales corresponden en un 95% con las funciones de la persona que lo sufre. Si el tumor afecta a un bailarina, ¿sabes dónde encontramos el tumor? En la corteza sensorial motora, donde la persona tiene la mayor actividad cerebral continuamente.

La cantidad de agua que debe consumir para bajar el azúcar en la sangre y regular el colesterol

-Es revelador lo que acabas de decir, porque estamos en una era donde la acción constante, la hiperproductividad —reforzadas por la velocidad y la demanda de las redes sociales—, no son sólo una exigencia, sino que además, son premiadas.

-Hoy si no contestas un email en en un día, te pegan una bronca tremenda. Yo veo el WhatsApp y muchas veces no contesto. Y después me entran veinte WhatsApps de la misma persona. El colegio es escribir-leer-escribir-leer. ¿Porqué no bailan, ni cantan, ni dibujan, ni juegan al fútbol más? Es la parte que el ser humano siempre ha necesitado. Es curioso: desde que leemos y escribimos, el ser humano ha desarrollado la parte izquierda de su cerebro gigantescamente, mientras que ha ido abandonando el hemisferio derecho, que es el que busca la completud del ser humano. La gente que no para de soñar, tanto bien como mal, sueña con su hemisferio derecho, que pide, ‘canta un poco más, piensa un poco menos, disfruta la naturaleza’. Hemos sacado al ser humano de la naturaleza, pero no podemos sacar la naturaleza del ser humano, es imposible.

-¿Cómo hacemos para activar más ese hemisferio derecho, que parece ir un poco en contra de lo que la sociedad nos pide?

-Tú, por ejemplo, viviendo en Buenos Aires, puedes ir el sábado al campo o a un parque, a la búsqueda de este ratito de naturaleza que es el antídoto al mundo de la ciudad. Con 120 minutos de verde a la semana, baja la tensión arterial en personas que no consiguen bajarla. Son 120 minutos de verde semanales que puedes distribuir en 20 minutos cada día, y ya es un medicamento simple. Otra cosa en este mundo tóxico, es que hay que sudar. La mayoría de las toxinas no son eliminadas al nivel del hígado, sino a través de la a través de la piel. Hay dos formas de sudoración, activa y pasiva, en ambas vías desintoxicamos distintas cosas. En la activa desintoxicamos mercurio y metales pesados, pero no eliminamos pesticidas ni sustancias asociadas con cloro. Eso solamente se elimina a través de la sudoración pasiva, que es el sauna, el calor del verano. Por eso, cuando hace calor en el verano, ve a la calle, disfruta del calor, no pongas aire acondicionado. Suda, aunque es desagradable. El permiso de tu cuerpo de sudar es para contrarrestar la contaminación diaria.

Con 120 minutos de verde a la semana, baja la tensión arterial

-Esto nos trae algo de uno de tus proyectos, el programa Intermittent Living, donde promueves estas prácticas o estímulos horméticos. ¿Qué son?

-Ser sano de verdad no es lo mismo que no estar enfermo. Para ser sano tienes que ser antifrágil. Yo, por ejemplo, sé que la contaminación a mí me afecta muy poco, porque soy capaz de eliminarla mucho más pronto que otras personas. Pero, ¿cómo lo he conseguido? No fue tomando cúrcuma. Para mejorar tu desintoxicación tienes que decirle al hígado y a la piel que lo hagan más rápido y mejor. Mi programa Intermittent Living está basado en esto. No va de sufrir, sino de recompensar después de haber sufrido, que eso es muy diferente. Cuando miras el efecto beneficioso que está en la recompensa, ahí es donde recuperas la sensibilidad y tu cuerpo monta una respuesta inmune mucho más eficaz. Suponte que vas un día a las 10 de la noche a la cama, bebes un vaso de agua y no comes ni bebes hasta el día siguiente a las 4 de la tarde, pero por la mañana te vas en ayunas a caminar 24 kilométros, con calor, sin comida sin bebida. Cuando llegas, te tomas el vaso de agua y te sienta como el mejor champagne del mundo. Nuestros antecesores, ¿por qué sobrevivieron y qué sistema de recompensa generaron? Cuando ellos necesitaban una cosa, tenían que hacer un esfuerzo. No era abrir la heladera y encontrar la chuleta, era salir a cazar. Entonces, primero: esfuerzo. Segundo, les costó tiempo. Entre el hambre y la recompensa, pasaba tiempo. Tuvieron que tomar un riesgo para conseguir lo que necesitaban. La salud se tiene que merecer, no se compra, se crea a través de nuestra conducta. El ser humano hoy es un ser muy cómodo. Lo que más le gusta es sentarse y comer, ¿por qué haría un esfuerzo si lo tengo presente delante de mí? Pero la evolución no lo entiende. Entonces, estas personas tienden a enfermarse.

-El mundo actual nos ofrece todo al alcance de la mano, y todo está mediado por la inmediatez. ¿Cómo lo batallamos?

-Ponernos en pausa o en modo presente durante bastante tiempo para después cuando llega la recompensa, sentirla con merecimiento, es sanador y contribuye a esa buena salud. Salud es generar un mindset que permite que el sistema de recompensa monte la respuesta inmune adecuada, que sabe cómo combatir el cáncer, una patología autoinmune, una patología bacteriana. No es una cosa abstracta, hay un programa, pero hay que poder reactivarlo. Ese mindset activa toda esa capacidad de autorregulación y sanación de nuestro propio cuerpo. Lo recupera. Los más complicados son los ricos, porque no entienden porque están enfermos. Dicen, “cómo puedo estar enfermo, yo tengo todo”. Y por eso están enfermos. Nos tiene que faltar.

-¿Qué pasa con otra tendencia de hoy día, el sentir que tenemos que estar haciendo mucho para poder ser y para poder alcanzar quién sabe qué?

-Hay que incorporar una horita al día de ‘doing nothing’. Es curativo. En la hora de no hacer nada, el cerebro es más activo que cuando estamos activos. La mayor actividad que tiene nuestro cerebro es por la noche en la cama, cuando duermes. En ese momento que no se ocupa de cosas cognitivas empieza a sincronizar eventos de todos los días. Tú y yo ahora estamos hablando. Tú me miras, me escuchas, piensas, escribes, son todas cosas a la vez, pero no se sincronizan en tu cerebro. Si paramos y te vas ahora a caminar media hora, todo lo que hemos hablado se sincroniza en tu cerebro instantáneamente.

-Otro de tus conceptos es el de tribu. Somos seres gregarios y vivimos en comunidades desde tiempos ancestrales. ¿Cuál es la importancia de la tribu desde este enfoque de la salud?

-Si lo tengo que poner en una jerarquía de prioridades, la pongo en el segundo puesto. El primer puesto es respirar, porque sin respiración está jodido, ¿no? El segundo puesto es que necesitamos pertenecer a algo más grande que nosotros. Lo que ha hecho la pandemia es una segunda pandemia que se llama soledad. La polarización mundial en este momento es un factor de riesgo gravísimo para muchas personas. El mecanismo de soledad a nivel cerebral, a nivel inmune, a nivel cardíaco, es flipante.

-Pertenecer, cuidar esos grupos a los que pertenecemos, estar atentos a qué nos exponemos, ¿son condiciones tan importantes como respirar para nuestra salud?

-Cuando ves el propósito de vida como un factor para la longevidad, es súper llamativo que las personas cuyo propósito de vida es cuidar de su familia, cuidar de su tribu, tanto a nivel emocional, nutritivo, como financiero, son las personas que más tiempo viven. No puede ser casualidad. La gente piensa que el propósito de vida tiene que ser ganar el premio Nobel. El propósito de vida es cuidar de tu triángulo. Lo profesional es bonito, pero eso es un invento de la cultura, no es un invento de la evolución. La evolución es muy simple: sobrevivir y reproducir. Entonces, cuida tu tribu para que pueda reproducirse. Y si además añadimos ahí un propósito intelectual, mejor. Pero no es necesario. Lo imprescindible es que cuidemos de aquella tribu que nos pertenece.

Deja un comentario

Next Post

El primer informe oficial tras el accidente de Franco Colapinto en los tests de la Fórmula 1: “No tuvo nada que ver con los neumáticos”

Franco Colapinto se transformó en el protagonista de un desafortunado evento este miércoles durante las prácticas de neumáticos de la Fórmula 1. El argentino comandó a uno de los Alpine preparados especialmente para la ocasión con el fin de testear la performance de los compuestos que se utilizarán en las […]
El primer informe oficial tras el accidente de Franco Colapinto en los tests de la Fórmula 1: “No tuvo nada que ver con los neumáticos”

NOTICIAS RELACIONADAS

error: Content is protected !!