Un estudio muestra que tres cuartas partes de la población mundial no consume suficiente omega-3

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La disparidad entre las recomendaciones oficiales sobre el consumo de omega-3 y los hábitos alimentarios observados a nivel global ha provocado preocupación entre expertos en nutrición y salud pública. Según consignó la Universidad de East Anglia, una revisión internacional concluyó que el 76 por ciento de la población mundial no alcanza las ingestas diarias recomendadas de estos ácidos grasos esenciales, lo que se traduce en una brecha significativa dentro de la salud pública. A la luz de este hallazgo, el estudio insta a incrementar la presencia de omega-3 en la dieta diaria para prevenir riesgos y promover el bienestar a largo plazo.

De acuerdo con la investigación colaborativa realizada por la Universidad de East Anglia, la Universidad de Southampton y la empresa Holland & Barrett, cuyos resultados fueron publicados en ‘Nutrition Research Reviews’, se trata de la primera revisión mundial que aborda las recomendaciones nacionales e internacionales sobre el consumo de omega-3 en todas las etapas de la vida de personas que gozan de buena salud. La profesora Anne Marie Minihane, vinculada a la Facultad de Medicina de Norwich, señaló a ‘Nutrition Research Reviews’ que se observaron «grandes brechas entre lo que se recomienda y lo que la mayoría de la población realmente consume». Según detalló Minihane, para reducir esta diferencia sería necesaria la adopción de alternativas más sostenibles y sencillas que faciliten el acceso a estos nutrientes, entre ellas los alimentos enriquecidos con omega-3 o la utilización de suplementos específicos.

La revisión, tal como informó la Universidad de Southampton, se centró en sistematizar recomendaciones emitidas por diferentes autoridades de salud pública en relación con la ingesta de EPA (ácido eicosapentaenoico) y DHA (ácido docosahexaenoico), los dos tipos principales de omega-3. El profesor Philip Calder, participante en la iniciativa, recalcó que la mayoría de las personas aún no cumple con los niveles sugeridos por los organismos de salud y que existe una falta de sintonía entre la evidencia científica, las directrices oficiales y la realidad alimentaria a nivel poblacional.

Uno de los puntos clave destacados por la publicación es que las recomendaciones sobre el consumo de omega-3 suelen centrarse tradicionalmente en etapas concretas de la vida, como el embarazo, el periodo posnatal o la vejez, porque son momentos con necesidades nutricionales específicas. En cambio, la revisión ahora presentada abarca todo el arco vital, lo cual permite que las nuevas directrices resulten de utilidad para la población general. El análisis reveló además grandes diferencias entre países en cuanto a las guías de ingesta recomendada, lo que dificulta la comunicación de recomendaciones claras y genera desconcierto entre los consumidores a escala global.

El medio ‘Nutrition Research Reviews’ precisó que la ingesta diaria más extendida como objetivo para adultos es de 250 miligramos de EPA y DHA combinados, con un aporte adicional de entre 100 y 200 miligramos de DHA para mujeres embarazadas. Se pueden alcanzar estos valores mediante el consumo regular de pescado azul, como el salmón o la caballa, o bien mediante suplementos específicos en caso de ser necesario.

Los autores identificaron varios desafíos que dificultan el cumplimiento de estas metas en diferentes regiones. Entre los factores mencionados se encuentra la baja frecuencia de consumo de pescado azul en bastas franjas de la población y la preocupación creciente sobre la sostenibilidad de los recursos marinos. También pusieron de manifiesto que en algunos lugares el acceso a información confiable sobre suplementos es todavía limitado.

La revisión, según sintetizó la Universidad de East Anglia en su comunicado, aspira a proporcionar una base sólida para el desarrollo de políticas nutricionales consistentes fuera del ámbito europeo y norteamericano. Países de América Latina y de Asia, incluida la India, forman parte de los destinatarios para quienes resulta especialmente relevante establecer recomendaciones oficiales que promuevan niveles adecuados de consumo y brinden asesoramiento sobre el uso de suplementos en caso de ser necesario.

Al evidenciar la distancia existente entre la evidencia que respalda los beneficios de los omega-3 y su incorporación en la dieta cotidiana, el estudio pone de relieve el rol que podrían desempeñar políticas de salud pública dirigidas a acercar a la población a los niveles recomendados. Según el trabajo difundido por las universidades europeas y Holland & Barrett, incrementar la ingesta de estos ácidos grasos permitiría favorecer la salud de la población a lo largo de toda la vida, ayudando a prevenir deficiencias nutricionales y los riesgos asociados.

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