Un estudio reveló un predictor clave de fertilidad en las mujeres

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El vínculo entre nervios, vasos sanguíneos y folículos es clave para la función ovárica
(Freepik)

La fertilidad femenina, tradicionalmente vinculada a la cantidad y calidad de los óvulos, es un proceso mucho más complejo, en el que la interacción entre el tejido ovárico y el sistema nervioso emerge como un factor determinante.

Así lo determinó un estudio internacional, publicado esta semana en la revista Science y liderado por la Universidad de California-San Francisco (UCSF) junto al Chan Zuckerberg Biohub San Francisco.

El trabajo aportó evidencia sobre el eje ovarios-cerebro y su papel central en la maduración y el envejecimiento ovárico, lo que abre nuevas perspectivas para el diagnóstico y tratamiento de la infertilidad.

Durante décadas, la disminución de la fertilidad femenina se explicó casi exclusivamente por la reducción progresiva en el número y la calidad de los óvulos.

Sin embargo, los hallazgos desafían esa visión. Según Diana Laird, autora principal del estudio y profesora de Obstetricia, Ginecología y Ciencias Reproductivas en la UCSF, “el entorno que rodea a los gametos —las células de soporte, los nervios y el tejido conectivo— también cambia con la edad”, lo que influye directamente en la capacidad reproductiva de la mujer, tal como recoge Science.

Hallazgos científicos sobre el eje ovarios-cerebro

Los investigadores utilizaron técnicas de imagen tridimensional para analizar la arquitectura del ovario (Freepik)

El trabajo, que analizó ovarios de ratonas y humanas, revela que la arquitectura celular, nerviosa y vascular del ovario es clave en la maduración de los óvulos y en el ritmo al que declina la fertilidad. El estudio identificó que los nervios simpáticos, conocidos por su papel en la respuesta de “lucha o huida”, forman una red densa en los ovarios, cuya densidad aumenta con la edad. Cuando estos nervios se eliminaron en modelos de ratón, se observó una mayor reserva de óvulos en reposo, pero una menor proporción alcanzó la madurez, lo que sugiere que los nervios simpáticos regulan el inicio y el desarrollo de los óvulos.

Además, el equipo detectó la presencia de células gliales, tradicionalmente asociadas al sistema nervioso central, en el tejido ovárico. Estas células, junto con los vasos sanguíneos, parecen participar en una compleja red de señales químicas que modulan la maduración ovocitaria. Laird subraya que “todo apunta a una conversación entre nervios, vasos y folículos que estamos empezando a descifrar”. Àlex García-Faura, director científico del Institut Marquès, destaca que “el estroma, los vasos sanguíneos y las células gliales crean un microambiente esencial para la maduración ovocitaria”, y que con la edad este tejido pierde elasticidad y vascularización, dificultando la comunicación entre ovocitos y células somáticas.

Metodología y modelos animales/humanos

Los investigadores utilizaron técnicas de imagen tridimensional para analizar la arquitectura del ovario (Freepik)

Para alcanzar estos hallazgos, los investigadores emplearon técnicas de imagen tridimensional de última generación y secuenciación unicelular, lo que permitió observar la organización interna del ovario sin necesidad de cortes y analizar la expresión génica de casi 100.000 células humanas y de ratón.

El estudio cartografió la distribución de los óvulos, identificando que en humanos estos se agrupan en “bolsillos” rodeados de zonas vacías, cuya densidad disminuye con la edad. En ratones de mediana edad —equivalentes a mujeres de entre 30 y 40 años— se observó una caída drástica tanto de los óvulos inmaduros como de los que ya estaban en crecimiento, acompañada de una menor tasa de fecundación in vitro.

El análisis comparativo entre especies mostró una fuerte similitud en los procesos de envejecimiento ovárico, lo que refuerza el valor de los modelos animales para avanzar en la investigación de la biología ovárica humana. Según el estudio publicado en Science, los cambios transcripcionales relacionados con la edad fueron más pronunciados en los ovocitos que en las células de la granulosa, y la densidad axonal aumentó en ovarios envejecidos, afectando la foliculogénesis cuando se extirpó en ratones.

Implicaciones clínicas y de salud general

La densidad de los folículos ováricos disminuye con la edad y afecta la reserva de óvulos (Freepik)

Las implicaciones clínicas de estos descubrimientos son amplias. El conjunto de nervios y células gliales del ovario se perfila como una posible diana para la preservación de la fertilidad. Laird explica que “al modular la señalización simpática, o posiblemente las señales de guía de los vasos sanguíneos, podría ser posible ralentizar la pérdida de óvulos, prolongando así la ventana reproductiva y potencialmente retrasando la menopausia”.

Además, la salud ovárica está estrechamente vinculada a la salud cardiovascular y metabólica tras la menopausia, un periodo que representa más de un tercio de la vida de muchas mujeres. Comprender los cambios vasculares y nerviosos del ovario con la edad podría aportar claves para proteger la salud cardiovascular femenina.

Perspectivas de expertos y próximos pasos

La investigación plantea nuevas estrategias para preservar la fertilidad y retrasar la menopausia (Imagen Ilustrativa Infobae)

Expertos internacionales valoran el alcance de estos hallazgos. Gabriele Zaffagnini, investigador de la Universidad de Colonia, consideró que el trabajo “arroja luz sobre un proceso que permanece todavía largamente oscuro” y subraya la importancia de considerar los cambios en el entorno ovárico para entender completamente el envejecimiento de este órgano.

Juan Antonio García Velasco, Global Chief Scientific Officer del IVI, destacó que el sistema nervioso regula la ovulación, la producción de hormonas y la comunicación con el cerebro, y que alteraciones en este sistema pueden afectar la función ovárica, como ocurre en patologías como el síndrome de ovarios poliquísticos.

El estudio abre nuevas líneas de investigación, como el desarrollo de fármacos capaces de modificar el momento o la velocidad del envejecimiento ovárico, y plantea la posibilidad de que el ovario se convierta en un modelo para estudiar el envejecimiento en otros órganos. No obstante, Laird advierte que el principal reto será contar con financiación suficiente para avanzar en esta dirección.

La investigación sugiere que comprender y preservar la función del tejido ovárico podría ser clave para promover una vida más saludable en las mujeres, extendiendo los beneficios más allá de la fertilidad.

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