Carlos del Barco
Sevilla, 28 may (EFE).- Una primera parte para enmarcar con una victoria parcial por 1-0 no fue suficiente para que el Betis pudiera hacer nada ante la avalancha del Chelsea en la final de la Liga Conferencia (1-4) que ha supuesto un gigantesco jarro de agua fría para el beticismo en Breslavia (Polonia) y en el Benito Villamarín.
El monólogo del equipo londinense en los segundos 45 minutos enfrió la pasión bética en ambos escenarios, en donde los del italiano Enzo Maresca echaron por tierra la ilusión desatada por el juego bético en la primera parte con cuatro goles y un triunfo incontestable.
Esa primera mitad fue una exhibición del internacional marroquí Ez Abde desde que marcó el primer gol bético y, desde ahí y sobre la base de un juego coral de anticipación y concentración defensiva, cada entrada por la izquierda fue un susto para los de Enzo Maresca, desequilibrando y percutiendo por la izquierda.
Los minutos pasaban muy lentos; en el 26 se recordó a Miki Roqué e Isco marcaba su ley en las dos áreas, omnipresente en cortar, ralentizar, poner, abrir, jugar al ritmo de un director de orquesta de Arroyo de la Miel.
En Sevilla se encendían las linternas de los móviles cuando se echaba ya la noche sobre el Villamarín y el Chelsea quería salir de la tela de araña planteada por el chileno Manuel Pellegrini.
Los miedos se espantaron en el descanso con cánticos que eran más exorcismos del ‘canguelo’ que lo que salía de las gargantas, por mucho que dijeran eso de ‘será porque te amo’: y es que los béticos veterotestamentarios saben mucho de amores y de temores ancestrales.
Empezó el Betis igual, arriba, con Isco y Abde de socios. Y orden defensivo irrenunciable ante las acometidas del club londinense y querer el balón otra vez, con Abde omnipresente ahora en el sacrificio hasta el cambio en los primeros compases de la segunda mitad.
La salida de Abde marcó el antes y el después con monólogo inglés hasta el empate de Enzo y los sucesivos goles de Jackson, Jadon Sancho y Caicedo.
Pese a las acometidas verdiblancas, el jarro de agua fría llegó en Breslavia y en la canicular Sevilla: tenían razón los temores de los béticos del plan antiguo, los veterotestamentarios.
Esos béticos tan conocedores del paño y las esencias que, como signo de identidad, cantaban el ‘Betis, Betis, Betis’ entre lágrimas. EFE