Arabia Saudita se convirtió en la cuna del arte rupestre. Una muestra cabal de esta aseveración es la aparición de figuras de animales como camellos y gacelas tallados en piedras que datan de hace 12.000 años. Este descubrimiento fue obra de Maria Guagnin, arqueóloga del Instituto Max Planck de Geoantropología en Alemania, quien encabezó una iniciativa por los desiertos de esta nación hasta toparse con este hallazgo que les hizo replantear, en parte, el origen de la humanidad.
De 1,8 metros de altura, estas figuras requirieron de una precisión quirúrgica en los trazos lo que sorprendió a propios y extraños. «Grabar tantos detalles con solo una roca requiere verdadera habilidad“, expresó Guagnin en un testimonio recogido por AP.
Uno de los datos que se recabó a partir de estas imágenes es que la zona del desierto de Nefud, ubicado al norte de Arabia, ya estaba habitada por humanos previo a la creación de estas esculturas y otorgó un indicio confiable de cara a una investigación más profunda.
Al llegar a la zona, Guagnin y un séquito de investigadores, se adentraron en conocer cómo vivían los antiguos pobladores en condiciones tan áridas. Una de las hipótesis que se barajó es la explotación de los lagos de poca profundidad de la zona, donde se podía beber agua y satisfacer, mínimamente, las necesidades básicas.
En cuanto a las pinturas rupestres, Guagnin aún no descifró cómo los escultores pudieron realizar ese trabajo con un espacio físico tan acotado. “Los escultores tuvieron que situarse en una cornisa justo enfrente del acantilado”, indicó sobre este lugar que tiene una pendiente descendente y un paso en falso podría provocar un severo accidente.
Estos grabados llamaron la atención de los investigadores, quienes no encontraron registros más antiguos en la zona debido a la ausencia de escrituras o pruebas verídicas. “Sabemos relativamente poco sobre el arte en Medio Oriente durante este período tan antiguo del pasado humano”, sintetizó la especialista.
Al llegar a este terreno árido e inviable para la vida humana, los científicos comenzaron a recolectar pruebas y quedaron impactados por los retratos sobre piedras donde se identifican animales de carga y también otros que se extinguieron con el paso del tiempo como el Uro, una especie de mamífero artiodáctilo parecido a un toro, pero de menor tamaño.
“Los hallazgos muestran que las comunidades pudieron establecerse plenamente en entornos desérticos mucho antes de lo que se creía. Debieron conocer el paisaje increíblemente bien”, concluyó la científica, quien quedó atónita ante semejantes obras que retratan la flora y fauna que existía en esta zona desértica.