El vapeo o el uso de cigarrillos electrónicos se está convirtiendo en un problema sanitario. Así lo aseguró la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) a través del documento Campaña nacional: el vapeo y sus riesgos. Los principales afectados: los adolescentes.
Estos dispositivos aparecen como una nueva forma de consumir nicotina y otras sustancias, y terminan siendo, aunque se disfracen de otra cosa, tan dañinos como el cigarrillo clásico. Por esto, en el documento detallan su funcionamiento: “Los cigarrillos electrónicos, de los que existen decenas de modelos y marcas, funcionan con una batería que genera calor. Esta energía calienta una solución líquida colocada en un receptáculo hasta lograr su volatilización (una especie de humo o niebla), la cual es inhalada por la boca mediante una boquilla, llegando a los pulmones como en el acto de fumar”.
Uno de los principales “atractivos” de estos objetos es que esos líquidos suelen contener saborizantes, es decir, el gusto a tabaco se sustituye con sabor a chocolate, frutas, chicle y más. En su composición se utilizan varios ingredientes altamente perjudiciales para la salud: propilenglicol, diacetilo, glicerina vegetal, acroleína y formaldehído, entre otros ingredientes, todos cancerígenos o no testeados para la inhalación.
Aunque en el país está prohibida su venta y distribución, el mismo texto enfatiza que existe un fuerte comercio ilegal de estos productos. Sin ir más lejos, y a modo de ejemplo, en Mercado Libre se los puede encontrar por un valor de entre $30.000 y $35.000. Por esto no es difícil que los jóvenes accedan a ellos.
Según Luciano Guido Vizcay, médico pediatra del Hospital Alemán, uno de los mayores peligros que los especialistas perciben en el vapeo es que los adolescente suelen pensar que no es invasivo y que, por ende, altera menos que el cigarrillo, y esto es un grave error. Por eso, en diálogo con LA NACION, detalló: “Uno tiene que entender que se trata de un elemento que calienta los líquidos, y hay nicotina y algunos químicos que lo que hacen es afectar la zona del pulmón. Lo más importante es que actúa dañando todo el sistema de defensa de los bronquios, prácticamente lo mismo que pasa con el cigarrillo”.
Este grupo etario es, además, el más susceptible a sufrir efectos adversos, porque el cerebro continúa desarrollándose hasta los 25 años, entonces, quienes adoptan el hábito pueden ver afectado a futuro su comportamiento y el aprendizaje, sobre todo como consecuencia de ingerir nicotina, un elemento que actúa sobre el sistema nervioso central y, por ende, el área cognitiva.
En el nivel físico, es posible que los jóvenes presenten “tos, sibilancias, náuseas, vómitos, dolores de cabeza y mareos”, además de daños cardiovasculares. Aunque, como destacó el especialista, el efecto más inmediato suele presentarse en el tracto respiratorio, al actuar en el nivel del sistema defensivo, “que tiene el árbol respiratorio de gérmenes y elementos alergénicos”. Esto altera el normal funcionamiento y lleva a cuadros infecciosos y catarrales.
La SAP menciona, además, una enfermedad que desde 2019 se asocia con esta costumbre: EVALI, por sus siglas en inglés (Electronic Vaping-Associated Lung Injury), es decir, “Injuria pulmonar aguda por cigarrillo electrónico”. Se trata de una inflamación pulmonar producida por los químicos de los aromatizantes y saborizantes que contienen los líquidos que se inhalan. De hecho, ya se reportaron cerca de 60 muertes asociadas a esta enfermedad respiratoria, que suele requerir de internación y asistencia respiratoria mecánica.
Julieta Franzoy, neumonóloga a cargo del Consultorio de Cesación Tabáquica del Hospital Británico, habló con este medio sobre esta enfermedad, y destacó los principales síntomas que se presentan en quienes se exponen al vaper: los más comunes son los respiratorios, como tos, falta de aire y dolor torácico. También otros más generales —fiebre y pérdida de peso— y otros gastrointestinales, como malestar, diarrea, náuseas o vómitos. “Es un diagnóstico clínico en donde se debe descartar otras enfermedades, como infecciosas o autoinmunes, y es un diagnóstico que se da en pacientes que vapean y que comienzan con estos síntomas, habiendo descartado otras enfermedades. Puede ser a cualquier edad, pero está más relacionada con los jóvenes, porque estas sustancias tienen más prevalencia en este grupo etario”, explicó.
La EVALI puede manifestarse de forma leve o grave. Estos últimos requieren asistencia médica, suplemento de oxígeno y, algunos, incluso requerimiento de ventilación mecánica, continuó la especialista. En caso de presentar comorbilidad o condiciones respiratorias previas (asma, bronquiolitis y demás) estos pueden empeorar. “No hay un tratamiento específico más que suspender inmediatamente la inhalación de estos productos y dar asistencia cuando el paciente lo necesita”, destacó.
Además, todavía no se conocen bien los efectos a largo plazo, por tratarse de una enfermedad que se registra, sobre todo, desde 2010, lo que implica que “queda un largo tramo para que se hagan estudios relevantes”. Sin embargo, Franzoy aseguró que sí está el riesgo de cáncer de pulmón en estos pacientes.
“Es algo que se puso de moda y que no se toma conciencia de que realmente produce alteraciones. El adolescente es uno de los más afectados porque tiene un sistema respiratorio que se está formando, igual que todo el sistema neurológico, los adolescentes se van formando hasta los 25 años”, agregó Vizcay.
Un punto clave también es el porqué del creciente número de jóvenes que están adoptando estas costumbres: el pediatra cree que una de las principales razones radica en que no tomen conciencia del peligro que implica. “Creen que es mucho menos dañino que fumar, y esto genera una falsa sensación de tranquilidad en el tema de la salud. Es una moda que se va instalando entre los adolescentes, quienes invitan a otros a empezar el hábito, sin saber que uno de sus componentes, como es la nicotina, genera adicción a su uso”, remarcó.
Por su parte, Franzoy sostuvo que “hoy en día [el vapeo] es una puerta de entrada para niños y adolescentes que inician con estas sustancias tóxicas, que son llamativas, que tienen color, que tienen sabores, que tienen sonidos, que tienen luces, y que los atrae”.
No se trata de dispositivos que ayuden a dejar de fumar, porque las personas siguen expuestas a la nicotina, que es la sustancia adictiva. Es decir, también causan daño, inflamación al pulmón, irritan con consecuencias a corto y a largo plazo si hay una exposición prolongada a estos productos, como enfermedades crónicas y condiciones respiratorias.