El sector de la hostelería debe enfrentarse en muchas ocasiones a largas jornadas laborales, especialmente cuando el servicio se demora más allá del horario del establecimiento; reseñas negativas que a veces son injustificadas, o conflictos con clientes que no están satisfechos o cuyos modales no agradan a los camareros. Además, aquellos locales que cuentan con envío a domicilio también pueden encontrarse con situaciones que les hacen perder dinero y tiempo.
Blanca de Dios, una mujer afincada en Barcelona, ha compartido en sus redes sociales la historia que en su restaurante se produjo hace aproximadamente un mes. En un vídeo de su cuenta de TikTok (@blancadedios_) explica que su negocio recibió un pedido bastante grande: “unas ocho hamburguesas, dos Frankfurt, algunos entrantes e incluso postres también”. Toda esta comida ascendía a 105 euros, un dinero que finalmente no pudieron cobrar porque el repartidor, al llegar a las señas indicadas, se encontró con una desagradable sorpresa.
“Ese día aprendimos la lección”
“No hay duda alguna de que existen personas a las que les gusta hacer daño de gratis”, expone Blanca, que explica que el cliente había solicitado pagar el dinero en su casa a contrareembolso. La dueña del establecimiento destaca que, cuando a su local llegan pedidos tan grandes a través de la página web, siempre se aseguran de que todo esté correcto llamando al número facilitado.
Sin embargo, “ese día estábamos tan desbordados de faena que no nos dimos cuenta y empezamos a hacer el pedido sin más”. Una vez tuvieron listas las hamburguesas, los perritos, los entrantes y los postres el repartidor recogió el paquete: “Y aquí es donde viene la sorpresa”.
Tras dirigirse a las señas que se habían indicado en el pedido, Blanca explica que la dueña de la casa se disculpó y le dijo que ella “no había pedido absolutamente nada. Incluso el supuesto nombre que salía en el pedido no era de su casa y que nadie allí se llamaba así”. El repartidor quedó “consternado” e inmediatamente se puso en contacto con el restaurante para explicar la situación.
La mujer del establecimiento explica que, una vez quisieron ponerse en contacto con el número de teléfono que se había indicado en el correo, se dieron cuenta de que “no existía” y de que el pedido se trataba de una broma de mal gusto: “Desde ese día aprendimos la lección. Cambiamos toda nuestra web y a partir de ahora se pueden hacer pedidos solo si lo pagas” en ese momento.
Blanca explica en su vídeo que “lamentablemente no es la primera vez” que les ocurre algo así: “No estamos para perder dinero ni para que nuestros trabajadores tampoco pierdan su tiempo”. La dueña del restaurante destaca que no comprende por qué “a estas alturas de la vida” todavía existen personas “que se dedican a hacer este tipo de cosas, provocando reales daños en aquellos que sí queremos trabajar y darlo todo”, ya que ese pedido falso les hizo perder la comida, el tiempo y el dinero que iban a recibir por los platos preparados. “Lamentablemente es lo que hay y también forma parte de la vida”.