Un salto riesgoso, inevitable, pero que puede permitir relanzar la economía

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El Gobierno dio hace pocos días un importante paso para la normalización de la economía. En pocas palabras, el anuncio del viernes incluyó el levantamiento de gran parte de los controles de capitales, la eliminación del blend del tipo de cambio exportador (por el cual el 80% de las exportaciones se vendía en el mercado oficial y el 20% en el Contado con Liqui), la flexibilización del acceso a divisas para las importaciones, la introducción de una banda cambiaria cuyo techo inicial es casi un 30% más débil que el tipo de cambio oficial del viernes pasado y que incluye un régimen de flotación libre dentro de la banda objetivo, un esquema monetario restrictivo y la reiteración del fuerte compromiso fiscal, entre otros.

El cepo a las personas se eliminó completamente, mientras que para las empresas persisten varias restricciones, incluida la obligación de vender sus exportaciones en el mercado oficial, el mal llamado Mercado Único y Libre de Cambios (MULC).

A cambio de estos anuncios, el FMI proporcionó un apoyo sustancial en la fase inicial, que se complementará con otros organismos multilaterales de crédito. En total, el Banco Central (BCRA) contará con US$12.000 millones del FMI y US$1500 millones del Banco Mundial a partir de esta semana, llevando las reservas internacionales a más de US$38.000 millones rápidamente, y quizás a más si se suma dinero del BID y un repo (préstamo con garantías) que el BCRA negocia con acreedores privados. En pocos meses el FMI, el Banco Mundial y el BID sumarán más préstamos. Este financiamiento le permitirá al Gobierno recomprar Letras Intransferibles, esos papelitos de colores con los cuales los Kirchner saquearon nuestro Banco Central, y la entidad podrá aumentar sus reservas internacionales.

Estas reservas, en principio, están para dar más respaldo y solidez al BCRA y no deberían ser utilizadas, o al menos tienen fuertes restricciones para su uso. Esto se debe al funcionamiento del nuevo esquema monetario y cambiario, combinado con exigencias del FMI.

Mientras el tipo de cambio se mueva dentro de la banda cambiaria, que parte de un rango de 1000 a 1400 pesos pero se va agrandando y terminaría 2025 entre 923 y 1516, el tipo de cambio debería flotar libremente. Es decir, el BCRA no debería influir directamente en la cotización, con un par de excepciones. Si puede comprar dólares en la medida que sea compatible con la meta monetaria, lo cual explicaré a continuación. También puede vender en casos de volatilidad extrema, una prerrogativa que casi todos los bancos centrales del mundo se adjudican.

¿Cómo funciona el esquema monetario entonces dentro de la banda? Sin control de capitales, cualquier banco central del mundo puede elegir una variable a controlar entre tipo de cambio, tasa de interés y cantidad de dinero. Las otras dos las determina el mercado (con cepo, podía elegir hasta dos variables y el BCRA controlaba tipo de cambio y tasa de interés). En el caso de la Argentina, el programa con el FMI determinó que, dentro de la banda, el BCRA controlará la cantidad de dinero, apoyado en metas indicativas establecidas en el programa. Estas metas parecen, a priori, bastante restrictivas. Es decir, dentro de la banda el tipo de cambio y la tasa de interés los determinará el mercado.

Si el tipo de cambio llega al techo o al piso de la banda, el esquema monetario se transforma en uno de control de tipo de tipo de cambio. Al techo de la banda, el BCRA venderá dólares si los argentinos quieren deshacerse de pesos, y al piso de la banda comprará dólares si los argentinos quieren más pesos. Es decir, en la banda la tasa de interés y la cantidad de dinero los determina el mercado. Para evitar un despilfarro de las reservas, el programa con el FMI establece metas muy estrictas de reservas internacionales netas; estas metas son criterios de performance del programa (es decir, no se deberían incumplir).

¿Qué va a pasar estos días? Hay algunos impactos que se pueden prever y otros que iremos descubriendo con el paso del tiempo.

En primer lugar, es muy probable que la brecha cambiaria desaparezca, o se reduzca fuertemente. ¿Quién va a comprar dólares vía MEP, que cerró el viernes a $1362,8, cuando a partir de mañana puede comprarlo al oficial en su home banking? El tipo de cambio oficial terminó el viernes a $1107,96 para los minoristas. El cierre de la brecha se dará entonces con una suba del tipo de cambio oficial y muy probablemente con algo de caída en los mercados paralelos (MEP, CCL, blue).

El punto de encuentro no está asegurado. Teóricamente, podrían encontrarse también en $1400, aunque se ve menos probable dado que en algún punto anterior quizás aparezcan ventas de exportadores. También podría aparecer la mano del BCRA para evitar un salto tan elevado en tan poco tiempo (control de volatilidad).

Lo segundo que debería ocurrir es una suba de las tasas de interés. Es natural esperar una suba de tasa de interés cuando ahora no todos los pesos van a estar encepados; para que se queden aquí, la tasa debería subir. Un programa monetario restrictivo también permite pensar que las tasas van a subir.

Estos movimientos deberían dar lugar a una simultánea suba de la inflación y a algún impacto de corto plazo en la demanda y en la actividad económica. Son los costos de haber dilatado la salida del régimen cambiario anterior, lo que llevó a una sobrevaluación del peso y a una pérdida de reservas innecesarias.

Sin embargo, en el marco de un importante respaldo del FMI y una fuerte ancla fiscal, este salto inflacionario es probable que sea bastante acotado en magnitud y extensión temporal. El impacto en la actividad también puede llegar a morigerarse por dos razones relacionadas que permitirían impulsar la inversión.

En primer lugar, es muy probable que los anuncios del viernes lleven a una fuerte caída del riesgo país; es decir, no solo del costo de financiamiento para el Gobierno, sino también para el sector privado. En segundo lugar, el levantamiento del cepo acelerará inversiones, en especial las que se enmarcan en el RIGI.

Es decir, nos enfrentamos a un paso riesgoso porque puede afectar la popularidad del Presidente al llevar a una suba de la inflación, y por lo tanto la expectativa de continuidad de las reformas, pero necesario para relanzar la economía argentina en el marco de fuertes turbulencias globales.

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