Una aventura extraordinaria: un actor desconocido, millones de dólares en juego y una historia muy difícil de filmar

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“Hay que creer” es la frase que repiten muchos de los que hicieron Una aventura extraordinaria (más conocida por su título original, Life Of Pi). Lo dijo el director, el guionista y hasta el escritor original de la novela. Pero… ¿en qué hay que creer? ¿Y qué significa tener fe? El rodaje de esta película puede alumbrar un poco el misterio.

La historia detrás de escena sugiere que, en lo primero que hay que creer, es que es posible superar los desafíos, incluso aquellos que parecen imposibles. “Escribí la novela porque había quedado impresionado por la conexión espiritual que hay entre la religión y los animales. Pero pensé que los de 20th Century Fox habían enloquecido cuando decidieron adquirir los derechos para adaptarla como una película”, afirmó el novelista Yann Martel. Suponía, claro, que era imposible de filmar esta historia.

En la novela, Pi es un joven indio que trabaja en el negocio familiar, un zoológico. Allí es donde aprende una gran lección. Su padre se lo advierte. Richard Parker, el imponente tigre de Bengala en cuya mirada Pi se pierde, no es un amigo ni un compañero. Es un animal. Los animales son animales. ¿O hay algo más en la mirada de los animales con los que conectamos, más allá de nuestro propio reflejo?

La vida de Pi parece simple. Pero las cosas en apariencia sencillas suelen cobijar una gran complejidad, como enseñaba el ilusionista René Lavand. Este caso no es la excepción. Pi es un adolescente que transita la antesala de una crisis existencial: fue criado bajo la religión hindú, pero descubre que hay un mundo mucho más grande que el propio. ¿Qué pasa con el islam, con el cristianismo? ¿Cuál es el verdadero Dios?

Cuando la familia de Pi embarca para dejar atrás India, se produce una catástrofe. El buque naufraga y nuestro protagonista humano queda atrapado en un bote salvavidas junto con Richard Parker, el tigre de Bengala, una cebra, un orangután y una hiena. El inusual grupo emprende un viaje fantástico en medio del océano.

El tigre sin el dragón

Una de las llamativas escenas de Una aventura extraordinaria

La novela original fue rechazada por más de 5 editoriales inglesas antes de ser publicada en 2001. Es una exploración fascinante sobre los límites del conocimiento. Pero trasladar la riqueza conceptual de la palabra escrita al cine era apenas uno de los desafíos. ¿Cómo iban a filmar a un humano atrapado en un bote con un tigre?

El director para encaminar este proyecto sobre un joven perdido fue Ang Lee, el cineasta responsable de clásicos como El tigre y el dragón, Sensatez y sentimientos y Secreto en la montaña. “Soy chino, creo que si algo puede ser articulado en palabras entonces ese no es el camino. Tratamos de encontrar sentido en un mundo caótico que no tiene sentido. Pero es necesario tener fe. Mis papás se fueron de China a Taiwán y después a los Estados Unidos. Nunca tuve un solo hogar. Ni siquiera pude procesar la muerte de mi papá. Esta fue mi manera de despedirlo”. Rememoró Ang Lee en el décimo aniversario de la película. Pero, antes de filmarla, había que escribir un libreto.

“No sabía cómo hacer esto, y Ang Lee me confesó que él tampoco”, dijo el guionista David Magee. “No quería que esta fuera solo una película sobre la religión, quería que fuera una aventura”. Aunque las dos cosas pueden ir de la mano: “Nos aferramos a lo desconocido, que es sentir fe. Es algo que no se puede probar. Pero hay que creer, como Pi cree que puede atravesar el océano”.

Lo primero que hizo Magee para inspirarse fue leer Adrift, el libro en el que Steven Callahan relata su propia experiencia sobreviviendo 76 días y navegando más de 3200 kilómetros a la deriva. Callahan trabajó como referente para hacer más creíble la experiencia de Pi en la pantalla grande.

Desde que Steven Spielberg hizo Tiburón, cualquier cineasta sabe que filmar en el mar es un dolor de cabeza. Igual de problemático es intentar dirigir animales. Hacer las dos cosas al mismo tiempo supone un desafío logístico enorme. El primer desafío fue convencer al estudio, Fox, de que era posible filmar todo esto. Películas como El señor de los anillos y Avatar demostraron que los efectos visuales hechos por computadora habían evolucionado, ¿pero sería suficiente la tecnología para convencer y engañar a los ojos del público?

Para que el film Una aventura extraordinaria llegara a filmarse tuvo que pasar varias instancias de aprobación hasta que finalmente el director Ang Lee convenció a la productora 20th Century Fox

Para probar lo imposible, Lee contrató a un equipo de ilustradores profesionales que se encargaron de dibujar bocetos y arte conceptual. Pasaron un año entero trabajando junto a expertos en computación para hacer una presentación de lo que se conoce en la industria como “previsualización”: escenas completas, hechas por computadora, en un estado muy, muy rudimentario que sirven para dar una idea de lo que se va a filmar. Los ejecutivos de Fox vieron el trabajo y le dieron luz verde a la película.

El desconocido elegido entre miles de actores

Después de ese primer año, era hora de definir el elenco. Ang Lee no quería contratar a ningún actor conocido de Bollywood para interpretar al joven Pi. Al casting se presentaron más de 3000 actores profesionales, pero el elegido surgió de casualidad. Suraj Sharma nunca había actuado antes, había ido a las audiencias solo para acompañar a su hermano. Pero cuando Ang Lee lo vio quedó convencido: ese joven era Pi.

La historia está narrada por la versión adulta de Pi. Es decir que este es un cuento relatado por el propio protagonista. En la segunda ronda de casting, Ang Lee le pidió a Suraj Sharma que leyera el monólogo final frente a cámara. El resultado hizo emocionar a todos los del equipo. Quedó contratado.

Suraj Sharma nunca había actuado antes de ser el protagonista de este ambicioso film de Ang Lee

Para la versión adulta de Pi, el papel recayó en un actor más conocido. Irrfan Khan, el inspector de policía en Slumdog Millionaire y dueño de Jurassic World, tenía bastante experiencia en cine. Lo mismo se puede decir de Tabu, la estrella de musicales indios, que interpreta a la madre de Pi, o Gérard Depardieu, el ícono del cine francés que tiene una aparición muy breve, pero esencial, como un particular cocinero.

Para interpretar al periodista que entrevista a la versión adulta de Pi, el estudio quería una cara conocida que ayudara a vender la película. Tobey Maguire fue contratado, y llegó a filmar todas sus escenas, pero el director no quería que los espectadores se distrajeran con una cara famosa de Hollywood. A último momento, decidió volver a filmar todas esas escenas, reemplazando a Maguire por el actor Rafe Spall.

“Fue una película muy difícil, física y emocionalmente”, reconoció el novato Suraj Sharma. El rodaje exigía que el protagonista se enfrentara a grandes exigencias físicas para hacer creíbles las escenas de riesgo y, más importante, para dar la apariencia de una persona que, poco a poco, se va consumiendo y debilitando en la inmensidad del océano. Suraj ni siquiera sabía nadar: el coordinador de dobles tuvo que enseñarle en un entrenamiento intensivo y diario.

El cineasta, además le pidió al intérprete que hiciera meditación, tomara clases de estiramiento, de yoga y empezara a leer a Dostoyevski. “No era el joven más disciplinado”, admitía el director, “me preocupaba mucho su entrenamiento. Al principio no podía aguantar la respiración bajo el agua durante 15 segundos, y yo necesitaba que aguantara al menos 1 minuto para filmar la escena en la que ve cómo se hunde el pesquero japonés”.

El tanque acuático más grande de la historia del cine

Todavía quedaba una gran incógnita a ser despejada: cómo filmar todas las escenas en las que Pi está a la deriva en el océano. Al diseñador de producción, Rick Hicks, se le encargó una misión titánica: crear un tanque de agua inmenso, capaz de contener un bote y un equipo de filmación, además de crear olas artificiales.

El proyecto se hizo en un aeropuerto de Taiwán. Cientos de personas trabajaron a contrarreloj para construir un tanque capaz de soportar casi 7 millones de litros de agua. Que, además, debía estar al aire libre para poder usar la iluminación natural del sol cuando fuera necesaria. Mientras lo armaban, Ang Lee llevó las cámaras a la India para empezar a filmar la película en locaciones reales, como Puducherry.

El equipo de rodaje volvió a Taiwán muy unido. Lo que seguía era en el inmenso tanque armado en Taiwán: filmar las escenas en el bote de manera cronológica. Son 27 días los que sobrevive Pi a la deriva. El océano tenía que ser un personaje más.

Son 27 días los que sobrevive Pi a la deriva

A Suraj Sharma lo hacían entrenar a diario con una dieta muy estricta para ayudarlo a perder peso día a día. Pero, al mismo tiempo, tenían que cuidar que el actor no se lastimara. En ningún momento el actor usó dobles. Todas sus escenas de riesgo, como aquellas en las que tenía que estar agarrado a un bote que daba vueltas en el agua, las hizo él mismo.

Había que conseguir la continuidad en todo aspecto. Lee armó una pared entera con detalles sobre el deterioro de todo, desde la ropa hasta las manchas en la piel. Todo tenía que estar planificado con especial atención. Pero cuando empezó a filmar en el tanque gigante de agua, el director de desmoronó. “¿Qué hice? Esto no va a funcionar”, pensó Ang Lee cuando vio las olas artificiales que hacía el tanque de agua. No se veía creíble. Era un desastre.

Hasta que a un técnico se le ocurrió una solución: crear una costa artificial, dentro del mismo tanque, para imitar el movimiento natural de las olas. Funcionó: el oleaje artificial se acercaba mucho más al real.

Así filmaron la “tormenta de Dios”: una secuencia en la que Pi y Richard Parker resisten la tempestad juntos. “Tenía que ser exagerada, fantástica, pero no solo involucraba destreza técnica. Tenía que ser artística. Es la exteriorización de lo que siente Pi internamente. Perdió a su familia, pasó mucho tiempo a la deriva, el tigre sufre y él no puede encontrar la luz de Dios”, dijo Lee. “Pero, además, Pi en ese momento descubre que no puede compartir todo con Richard Parker, porque después de todo sigue siendo un tigre”.

Filmar el oro de los tigres

Que las imágenes del tigre fueron reales fue una gran preocupación para la producción de este film

“Siempre me atrajo el tigre”, escribió Borges en Tigres azules. El autor argentino de El oro de los tigres sentía fascinación por el animal a quien le dedicó más de un poema. Lo describió como “delicado y fatal, cargado de energía infinita”, que “está hecho para el amor”. Descripto como un ser “de símbolos y sombras” opuesto al “verdadero que alarga en la pradera una pausada sombra”. Borges no fue el único escritor cautivado por el animal definido por Chesterton como “símbolo terrible de elegancia”.

Todavía faltaba una pieza más del rompecabezas que era filmar esta película: el tigre. ¿Cómo iban a filmar a Richard Parker, el místico tigre de Bengala que acompaña a Pi en la aventura?

Ang Lee visitó a Thierry Le Portier, un francés especialista en tigres que había trabajo en la producción de Gladiador. A él le preguntaban todo el tiempo si ciertas escenas eran o no realistas. Pero la primera pregunta que le hizo el director antes de contratarlo no fue una sobre tigres, fue otra: “¿Creés en Dios?”

“Enseñar a los animales es enseñarles un lenguaje. Cuando lo hacés, encontrás un idioma en común”, dijo el entrenador de tigres. Compartir un idioma, entonces, es poder comunicar algo más que el mundo que nos rodea.

El equipo de rodaje pasó dos semanas filmando con tigres reales. “Hay que saber mantener la posición, pero nunca como un rey dominante. Es como relacionarse con un padre, que es autoridad y protección. Si amenazo tengo que saber que puede haber una respuesta, y evitar la confrontación”, les explicaba el entrenador al equipo de rodaje. Le Portier transmitió todo lo que sabía sobre los animales. Además, para ciertas escenas filmó a su propio tigre, King.

“No podemos hacer trabajar a un tigre durante 7 horas diarias”, dijo Ang Lee. Tampoco podían filmar a un tigre real en el mismo bote que estaba el actor. Así que hicieron un proceso separado e inverso: primero filmaron todas las reacciones de los tigres junto al entrenador, luego filmaron a Suraj simulando interactuar frente a un tigre.

La empresa de efectos visuales quebró

En la película solo hay 23 planos de tigres reales. El resto, se hizo todo por computadora. Algunos planos de la versión digital de Richard Parker tardaron hasta seis meses para ser terminados en computadora. Recién cuando el propio entrenador no pudo distinguir a su propio tigre de uno hecho con CGI, Ang Lee supo que los efectos visuales estaban perfectos.

Para animar a Richard Parker usaron tres tigres reales, y uno hecho todo con CGI. La versión animada de Richard Parker tenía más de 10 millones de pelos y movimientos realistas. El trabajo llevó un año entero. “Esta película es el mayor orgullo de mi carrera”, reconoció Bill Westenhofer, uno de los responsables de los efectos visuales de Una aventura extraordinaria.

Aunque ganó el Oscar por los efectos, no todo fue celebración por el resultado obtenido. Rhythm & Hues, la empresa responsable del CGI, entró en concurso de quiebra apenas un año después del estreno de la película. Las malas condiciones laborales de los artistas de efectos visuales en Hollywood quedaron, una vez más, al desnudo. Cuando subieron al escenario por ganar el Oscar, los responsables de los efectos de Una aventura extraordinaria quisieron usar su tiempo para advertir sobre la precarización laboral de su rubro. Pero no los dejaron: en la ceremonia pusieron la música de Tiburón para tapar las voces de los reclamos.

Una de las películas filmadas en 3D más exitosas de la historia

La producción enfrentó un problema extra. Ang Lee quiso filmar Una aventura extraordinaria en 3D. A diferencia de otras películas, que hacen un proceso de conversión de 2D a 3D en post-producción, Lee filmó con cámaras especiales 3D desde el primer minuto, como lo hizo James Cameron con Avatar o Martin Scorsese con Hugo. El problema era que filmar en 3D supone aprender de cero nuevas técnicas para capturar las imágenes.

Claudio Miranda, el chileno que había trabajado en El curioso caso de Benjamin Button, fue contratado como director de fotografía. Su labor no fue menos complicada que la del resto del equipo. No solo tenía que proteger a las cámaras del agua cuando filmaban en el tanque gigante, también tenía que trabajar codo a codo con el equipo de efectos visuales para lograr que las imágenes hechas por computadora no desentonaran con la iluminación natural.

Con todo filmado, el equipo pasaba 12 horas diarias revisando el material. Mychael Danna fue elegido para componer la música de la película, que tenía que conjugar el encanto de los sonidos del sudeste asiático con arreglos orquestales. “Cuando leí el libro pensé que jamás se iba a hacer una película”, dijo Danna. “Hasta que me llamó Ang Lee y me dijo que la estaban filmando. Me pidió que la música representara las distintas influencias que recibió Pi a lo largo de su vida”.

Una aventura extraordinaria se estrenó en 2012, en el festival de cine de Nueva York. Costó $120 millones de dólares y recaudó $609 millones en todo el mundo. Fue un éxito comercial en distintos territorios, como los Estados Unidos, India, China y México. Además, se convirtió en la tercera película en 3D más exitosa de todas.

Las críticas fueron muy positivas. Para Roger Ebert, Una aventura extraordinaria se convirtió en un “logro milagroso de la narración y maestría visual”. Para James Cameron, “quebró el paradigma de que el 3D solo existe para los espectáculos de fantasía o las películas de superhéroes. Es una película visualmente sorprendente e inventiva”.

La película fue nominada a 11 premios de la Academia de Hollywood, incluyendo Mejor película del año, guión adaptado, diseño de producción y sonido.

Finalmente ganó 4, en los rubros de dirección (el segundo Oscar como director que recibió Lee en su carrera), efectos visuales, música original y fotografía.

Las paradojas de la fe

Ang Lee y Claudio Miranda, el cineasta y el director de fotografía chileno respectivamente, en pleno rodaje de Una aventura extraordinaria

13 años después del estreno, Ang Lee confesó: “Cuando hice esta película, estaba envejeciendo y pensaba en mi relación con Dios. A veces pensaba por qué la estaba haciendo. Después pensaba en la fe, en el destino. Y fue una lección para mí. El lenguaje oral o escrito es lineal, pero la representación visual no es tan así”.

Una de las secuencias claves de Una aventura extraordinaria tiene que ver con un giro argumental. El estudio inicialmente quería que esta película fuera dirigida por M. Night Shyamalan, pero el director, que amaba la novela, sospechó que la audiencia iba a adivinar la vuelta de tuerca solo con ver su nombre en el afiche de la película.

En la revelación final, el protagonista cuenta más de una historia. El acto de fe final es una paradoja que cae sobre la audiencia. El espectador puede creer en las imágenes vistas a lo largo de la película, en las situaciones algo fantásticas que ocurren. O puede quedarse con las palabras finales. El espectador cree en lo que vio, o cree en la situación que no vio. ¿Cuál es la verdad? De cualquier manera, optar por cualquier versión es un acto de fe del que nadie escapa. “Tengo mi interpretación de la película, pero prefiero llevármela a la tumba. Cada uno tendrá la suya. «La historia es tuya» es una línea que no está en el libro, pero decidimos agregarla”.

“No sabía cómo iba a funcionar el tigre, el agua, el 3D, nada. A veces quería ponerme a llorar, porque termina el día y no había logrado ni un solo plano. Pero hay que tener fe en el cine. Esto es un viaje en el que se pone a prueba la fe de cada uno de nosotros. La fe no aparece hasta que nos enfrentamos a las pruebas. Solo Dios sabe la solución, nosotros no. Pero tratamos de sobrevivir. No puedo poner en palabras qué significa esta película. Pero hay que creer”.

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