Una chica de 17 años y un hombre de 83 viven juntos gracias a una asociación que organiza viviendas intergeneracionales: “Nos enamoramos a primera vista”

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Una chica de 17 años y un hombre de 83 viven juntos gracias a una asociación que organiza viviendas intergeneracionales (Pexels)

La crisis de la vivienda y la soledad han impulsado iniciativas como La Logitude, una asociación que desde 2009 promueve la convivencia entre generaciones. Jóvenes de 18 a 30 años acceden a una habitación en casa de una persona mayor (a partir de los 50), y a cambio aportan compañía, apoyo cotidiano y una contribución económica asequible.

“La convivencia intergeneracional es una fórmula que tranquiliza a los padres de jóvenes y a los hijos de personas mayores”, resume Manon Poitevin, coordinadora de la organización, al medio francés Midi Libre.

“Nos enamoramos a primera vista”

En Castanet, al sur de Francia, el jardín de Michel, viudo de 83 años, se llena de vida desde la llegada de Sofía, una joven ucraniana de 17 años que huyó de la guerra. Ambos conviven desde hace tres meses gracias a la mediación de La Logitude.

Nos enamoramos a primera vista”, confiesa Sofía con una sonrisa. Michel, antiguo profesor, reconoce: “Es demasiado grande para mí y el jardín da mucho trabajo; ayer limpiamos los lirios juntos”.

La complicidad entre ellos creció desde el inicio: “Cocinamos y comemos juntos para el almuerzo y la cena. Sofía me da mi pequeña clase de ruso todos los días y yo la ayudo con el francés”, cuenta Michel.

La joven, que ha decorado su dormitorio con luces de colores, un osito de peluche y la compañía de su gata Lola, se siente arropada: “No me gusta vivir sola, y mis padres se sienten tranquilos sabiendo que estoy allí. Michel es como un amigo y un abuelo a la vez”.

El propio anfitrión celebra la vitalidad que Sofía aporta al hogar: “¡Qué bien que haya vida aquí!

Una alternativa en expansión

La asociación, fundada en 2009 en Aviñón, abrió una sucursal en Nimes en 2023 y gestiona actualmente unas veinte habitaciones en la región de Gard. “Y buscamos más…” afirma Poitevin.

Es procedimiento es claro: “Preselecciono todos los perfiles, organizo la reunión, intento encontrar a la pareja que se lleve bien”, detalla la coordinadora. Cada convivencia se formaliza mediante un contrato, una carta de valores y visitas periódicas de seguimiento.

Existen dos modalidades principales:

  • Amistosa: con una contribución mensual de entre 200 y 350 euros (con posibilidad de ayudas al alquiler)
  • Solidaria: entre 50 y 100 euros al mes, con la condición de presencia varias tardes y noches a la semana, algunos fines de semana y apoyo doméstico puntual, aunque “no se trata en absoluto de convertirse en ayudante de hogar”, matiza Poitevin.

La fórmula exige, eso sí, apertura y disposición: “El miedo a la carga mental para el joven, la intrusión en su privacidad del anfitrión”, son prejuicios que a veces hay que superar, advierte.

“Necesito gente joven a mi alrededor”

Al otro lado de la ciudad, Françoise, logopeda jubilada de 69 años, decidió alquilar el estudio de su jardín a través de La Logitude. “Antes, tenía inquilinos con los que no pasaba nada. Soy una abuela activa, necesito gente joven a mi alrededor, quiero compartir”, explica.

Lucile, estudiante de 25 años, vivió allí durante seis meses y valora la experiencia como mucho más enriquecedora que un piso de estudiantes: “Hay más respeto mutuo, nos tomamos más tiempo para conocernos”. La convivencia incluyó cafés, películas y una amistad que ambas describen como excelente.

Cuando Lucile se marchó, Eva, de 18 años y originaria de Grenoble, al este de Francia, ocupó su lugar. “Cada nueva persona es una pequeña aventura”, indica Françoise. “Me llevo mejor con los adultos que con los jóvenes de mi edad”, subraya Eva.

Más allá de la solución habitacional, La Logitude genera relaciones humanas duraderas. “Lo importante es compartir y conocer gente”, recuerda Poitevin.

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