Entre playas doradas, maravillosas dunas e impresionantes acantilados, la costa de Norfolk es una de las más impresionantes de Europa. Este litoral inglés sorprende al viajero gracias a sus paisajes de ensueño y encantos únicos, donde los pequeños pueblos marineros guardan la esencia de este rincón. A esto hay que sumar su rico patrimonio histórico y monumental que se traduce en preciosas villas medievales e imponentes iglesias. Por no hablar de la biodiversidad que atesora, siendo un destino ideal para los amantes de la naturaleza y el turismo rural.
Así, no hay mejor forma de descubrir este lugar que a través del Sendero de la Costa de Norfolk, un itinerario de largo recorrido que permite recorrer todos sus secretos. El camino, con alrededor de 135 kilómetros de longitud, parte desde Hunstanton hasta Hopton-on-Sea a través de paisajes fantásticos. Además, la mayor parte del sendero discurre por el Área de Excepcional Belleza Natural (AONB) de la Costa de Norfolk. De este modo, en ocho días el viajero puede contemplar este recorrido, pero lo que nos trae hoy aquí es una parte de él.
Con apenas seis kilómetros y medio, este pequeño sendero está considerado como uno de los mejores de Reino Unido. Así, conectando las ciudades de Cromer y Sheringham, es, además, perfecto para realizar en familia en un tiempo estimado de dos horas. Pero no solo eso, pues ha sido nombrado sitio de especial interés científico y hogar de plantas raras y aves migratorias como skúas, alcatraces y pardelas, así como marsopas.
Un paisaje mágico
Esta parte del Sendero de la Costa de Norfolk es uno de los paseos costeros más escénicos de Inglaterra, donde la historia natural, la geología y la tradición británica se entrelazan en cada tramo del camino. La ruta que recorre los acantilados de West Runton no solo brinda vistas escarpadas del mar del Norte, sino que también atraviesa uno de los accidentes geográficos más antiguos de la región: la Cromer Ridge, una cadena de colinas formada por los glaciares al retirarse al final de la última Edad de Hielo. En esta misma zona, los caminantes se topan con uno de los hallazgos paleontológicos más sorprendentes del Reino Unido: los restos fósiles de un elefante de West Runton, cuyo tamaño duplicaba al del elefante africano actual.
Parte del esqueleto se conserva y exhibe en el Museo de Cromer, así como en el Museo del Castillo de Norwich, ambos puntos clave para comprender la riqueza geológica de la zona. El paseo culmina en el puerto pesquero de Cromer, famoso por su tradicional muelle victoriano y su extensa playa de arena. Desde el faro de Cromer, un mirador natural permite observar la costa y el perfil urbano del pueblo, que ha conservado buena parte de su carácter marinero.
A pocos kilómetros, Sheringham ofrece un ambiente más tranquilo. Su playa de guijarros, menos concurrida que la de Cromer, se complementa con los jardines y bosques de Sheringham Park, una finca gestionada por el National Trust que invita a recorrer senderos entre árboles centenarios y miradores naturales. Además, Sheringham es la estación final del ferrocarril North Norfolk, conocido como Poppy Line, una línea histórica de tren de vapor que atraviesa la campiña inglesa y transporta al visitante a otra época. Este tramo ferroviario, restaurado y mantenido por voluntarios, conecta naturaleza y patrimonio con el inconfundible sonido del silbato y el vapor.