Una exvíctima de trata cuenta cómo trabajaba junto a León XIV para liberar a otras mujeres en Chiclayo

admin

CHICLAYO.- Sandro mete su pequeño cuerpo de niño de ocho años en cada recoveco del mueble de la televisión de su casa, y friega. Cada superficie acumula una capa de polvo salitroso que él remueve con la expertise de quien lo hace todos los días. Luego dobla el trapo y lo pasa por la pantalla, que está apagada. “La televisioncita no anda desde hace meses -comenta, desde el sillón, su madre, Silvia Teodolinda Vázquez, de 52 años- Por eso cuando me enteré de que el padre Rober había salido Papa fui corriendo a lo de mi vecina”.

Yo miraba el noticiero y lloraba de alegría -agrega-. Mi vecina no entendía. Le dije que yo lo conocí muchísimo al Papa. ¡Le tuve que mostrar las fotos para que me creyera!”, cuenta entre risas, desde la casa de adobe y techo de chapa donde vive junto a sus dos hijos, su hermana y sus sobrinos, en la lejana y polvorienta Pomalca, una urbanización humilde ubicada en los llanos de Chiclayo.

Silvia Vázquez trabajó junto a Prevost desde 2017 hasta 2023

Cuando Vázquez nombra al papa León XIV -para ella, el “Padre Rober” o simplemente “el padrecito”-, los ojos se le iluminan. “El día que lo conocí me dijo algo muy hermoso. Fue en una reunión de trabajo. Al terminar, él se acercó y, con ese tono tan cálido que tiene, me dijo: ‘Silvia, entiendo que este trabajo es muy duro para ti, por todo lo que has vivido de joven. Le agradezco mucho lo que hace por estas chicas y te bendigo’. Fue muy emocionante”, recuerda.

Vázquez fue victima de trata de personas desde los 11 años hasta pasados los 22, cuando, gracias a hermanas de la congregación Adoratrices, logró salir del circuito. Con ellas comenzó a trabajar para sacar a otras jóvenes de la trata. Así conoció al papa Leon XIV, quien, junto a un equipo de voluntarios, se metió de lleno en la problemática a partir de 2017, dos años después de llegar a Chiclayo.

Tuvo la suerte, dice ella, de conocer uno de los lados menos conocidos de Prevost: su rol como organizador de proyectos para sacar de la trata a mujeres, muchas de ellas migrantes. Cuenta que él impulsó todo el trabajo, una obra solidaria que continúa activa.

Prevost junto a migrantes venezolanos en el Centro de acogimiento San Vicente de Paul

“Le entregábamos reportes mensuales de nuestro trabajo, que incluía desde ir a hablar con las chicas a los prostíbulos y bares para ofrecerles ayuda y alternativas de trabajo, hasta ayudarlas a regularizar su situación migratoria y ayudarlas con el tratamiento de enfermedades y la ropita de sus hijos. El mismo padre Rober organizó también los retiros espirituales para trabajadoras sexuales, que fueron muy concurridos en su momento”, cuenta la mujer.

Vázquez asegura que son muchas las migrantes venezolanas que caen en el trabajo sexual al llegar al norte de Perú. “Les es muy difícil salir. Muchas, como me sucedió a mí, están amenazadas. Otras no lo están, pero te dicen: ‘lo hago para poder mantener a mis hijos, no me gusta, pero no tengo otra opción’. Por eso nuestra labor es tan importante. Respetamos sus decisiones, y a la vez las ayudamos a que tengan otras opciones de trabajo para salir adelante”, explica.

Una historia marcada por la trata

Vázquez fue abusada sexualmente cuando tenía 11 años por un vecino. Un tiempo después, el agresor la llevó a la fuerza a Lima, luego a Piura, Trujillo y a Olmos, donde fue explotada sexualmente durante años en bares y prostíbulos.

“Me sacaron mis documentos. Me hacían llamar a mi familia y decirles que estaba bien, que estaba trabajando en una casa de familia haciendo limpieza, pero era mentira. No me podía ir. Me decían que, si me iba, iban a matar a mi madre. Cuando tuve a mi hija, me empezaron a decir que iban a matar a mi hija también. Vivía con miedo”, cuenta con un tono de voz bajo, para evitar que la escuchen sus hijos.

Sivlia Teodolinda Vázquez conoció de cerca el trabajo del Papa XIV contra la trata de personas en Chiclayo

Cuando tenía 22 años conoció, a través de una compañera de trabajo, a una religiosa llamada Dora Fonseca, de Lima. “Ella me preguntó: ‘¿Tú eres Silvia? ¿Eres trabajadora sexual, ¿no?’ ‘Sí’, le dije. Me preguntó dónde era mi trabajo y le pasé la dirección. Nunca pensé que iba a venir. Me sorprendí mucho esa noche cuando la vi llegar al bar, vestida con su hábito. “Me dijo: ‘Hija, con las hermanitas adoratrices tenemos una casa en Chiclayo para enseñarle a las trabajadoras sexuales diferentes oficios’. Yo le dije: ‘Hermanita, no puedo, acá hay una persona que me obliga y no me quiere dejar salir de esto’. Y me dijo: ‘mamita, no vayas’”, cuenta.

“Tardé años en dejar, tenía miedo. Pero lo hice. Ellas me salvaron, y les estoy eternamente agradecida. Me daban ropita para mis hijos, un trabajo, me ayudaron a construir el techo de mi casa. Yo les estoy eternamente agradecida porque gracias a ellas pude salir adelante y ser quien soy hoy. Fueron mis segundas madres”, dice la mujer.

Silvia trabajó durante más de 15 años con las religiosas como promotora de salud para trabajadoras sexuales, dando talleres de prevención de enfermedades de transmisión sexual, entre otras tareas, como el acompañamiento y la divulgación de los talleres de cosmetología y costura que ofrecían en su taller. Fue a partir de su trabajo con las hermanas que conoció a Prevost.

En 2017, el entonces obispo de Chiclayo, Robert Prevost, llamó a las adoratrices para tener una reunión. El ahora papa León XIV veía con preocupación el aumento del trabajo sexual en Chiclayo ante la llegada masiva de migrantes venezolanos. Fue por ello que convocó a las hermanas para pedirles ayuda con este trabajo y para que se sumaran al equipo de la Comisión de Movilidad Humana y Trata de Personas que él estaba formando.

El Papa León XIV, entonces Administrador Apostólico de Chiclayo, Robert Prevost, predica durante la celebración del Corpus Christi en un estadio de Chiclayo, Perú, el viernes 19 de junio de 2015.(AP Photo/Julio Reano)

Durante años, las monjas aunaron fuerzas con la comisión para tratar la problemática, hasta que, por decisiones internas de su congregación, cerraron su convento en Chiclayo y se volvieron a Lima. Desde entonces, la ayuda a las víctimas de trata estuvo a cargo de la comisión de Prevost, en la que Vázquez comenzó a trabajar de manera directa.

Desde su fundación, la comisión no solo ha acompañado a mujeres víctimas de trata, también ha ido a buscarlas para ofrecerles ayuda. Vázquez y otros miembros del equipo comenzaron a salir a las calles, bares y prostíbulos para acercarse a las mujeres.

“Lo hacemos dos o tres veces al mes. Llegamos a los bares. Ahí están las chicas tomando o trabajando. Lo primero que hacemos es ir a hablar con el encargado del lugar para pedirle permiso para hablar cinco minutos con las chicas. Entonces nos preguntan quiénes somos y les explicamos que somos de la Comisión de Movilidad Humana y Trata de Personas, que venimos a invitar a las chicas a unos talleres o a hablarles sobre salud y sobre qué es lo que ellas quisieran estudiar. La mayoría nos dicen que sí. Y ahí nos acercamos a las chicas. Lo primero que les preguntamos es cómo están y qué necesitan”, cuenta Vázquez, quien asegura tener una llegada fácil a las mujeres que hacen trabajo sexual dada su propia experiencia. “Enseguida entran en confianza. Les doy mi número y muchas luego me llaman cuando quieren hablar o cuando necesitan algo”, dice.

Algunas de ellas han pasado días, semanas o incluso meses por el centro de acogimiento de San Vicente de Paul que construyó la comisión junto a la Familia Vicentina y Cáritas a las afueras de Chiclayo. Es una casa con habitaciones sencillas divididas por paredes de durlock por la que, hasta la fecha, dice su coordinador, han pasado más de 5000 personas, la mayoría migrantes venezolanos.

El papa León XIV recibe en audiencia privada a miembros del Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede en el Vaticano

Hasta 2023, año en que el obispo Prevost fue convocado por Francisco para mudarse al Vaticano y presidir el Dicasterio para los Obispos, el religioso estaba detrás de todas las acciones de la comisión. Incluso participaba dando misa y confesando en los retiros espirituales que los miembros de la comisión organizaban para las víctimas de trata y las demás trabajadoras sexuales que quisieran participar.

“Todo lo coordinábamos con él, él llegaba, hablábamos con él, que en ese entonces, para nosotros, era padrecito, ¡no Papa, Dios mío!”, cuenta Vázquez entre risas. Muestra en el celular las fotos con el Papa que envían sus compañeros por el grupo de WhatsApp de la comisión – actualmente compuesta por 18 voluntarios, además de decenas de colaboradores externos-. En una de las fotos se lo ve a un sacerdote de Chiclayo y al Papa posando en una selfie desde el Vaticano tras su elección.

“¡Ay dios mío, qué impresión verlo vestido así! Todavía me impresiona el hecho de que sea Papa”, dice Vázquez, quien, ante todo, describe a Prevost como “una persona noble, bien solidaria y con una muy linda manera de tratar a las personas”.

“Es emocionante ver a las chicas que lograron salir. Acá a la vuelta dos han puesto un local de cosmética, y cada vez que paso me alegro de verlas”, dice. Afirma que en total, desde que la comisión trabaja en el tema, unas 30 mujeres han abandonado el trabajo sexual.

La comisión, de hecho, no frenó cuando se fue Prevost: “Seguimos trabajando. A mi me gustaría sumar talleres para formación. Que las chicas tengan la libertad de elegir otro tipo de trabajo, que sean libres”, dice.

Deja un comentario

Next Post

Explosión en centro de fertilidad de Palm Springs deja al menos un muerto y cinco heridos

Una explosión estremeció la mañana del sábado un centro de salud en Palm Springs, California, dejando un saldo preliminar de al menos un fallecido Y cinco personas heridas, según confirmaron autoridades locales y federales. El hecho ocurrió poco antes de las 11 de la mañana hora local, en las instalaciones […]
Explosión en centro de fertilidad de Palm Springs deja al menos un muerto y cinco heridos

NOTICIAS RELACIONADAS

error: Content is protected !!