El ministro de Economía, Luis Caputo, lo hizo de nuevo. Por algo se había ganado la comparación con Lionel Messi durante el gobierno de Mauricio Macri, y hasta los detractores, como Joaquín Cottani (fue su viceministro en la primera parte de la gestión libertaria), le reconoció ciertos atributos comparables con la magia, al decir que “ha sacado muchos conejos de la galera”.
El jefe de Hacienda acaba de dar uno de los mayores golpes de efecto en la historia económica reciente de la Argentina. Dispuso la eliminación completa de las retenciones para la exportación de granos hasta el 31 de octubre.
Las retenciones, creadas originalmente en la crisis de 2002 como un recurso de emergencia fiscal, se mantuvieron ininterrumpidamente durante casi un cuarto de siglo. A lo largo de distintos gobiernos se aplicaron con alícuotas variables, pero nunca se habían eliminado de manera generalizada para los granos. La decisión de hoy, en ese sentido, no solo implica un alivio inmediato para el campo, sino también una ruptura, al menos por un rato, con una tradición impositiva que marcó la política económica de los últimos 23 años.
Desde hace más de un siglo el agro es la principal fuente de divisas de la Argentina, aunque su predominio se consolidó definitivamente con el boom sojero desde los años 90 y 2000. A partir de mañana, tendrá las manos libres para vender su producción e ingresar divisas.
Caputo y Milei no le están dando al campo la frutilla del postre. Es la torta completa. De acuerdo con cifras del sector privado, los productores tienen casi US$9600 millones para liquidar de la última campaña y algunos remanentes de experiencias anteriores.
Quienes decidan desprenderse de sus granos obtendrán un precio histórico. Aunque los productores están todavía haciendo las cuentas, es probable que, al menos en el caso de la soja, reciban hasta fines del mes próximo el valor más alto en medio siglo. Ningún gobierno desde 2001 avanzó con algo de esta magnitud. Pasaron siete presidentes y casi 20 ministros de Economía hasta llegar a esta situación.
Hay una matemática detrás de la sorprendente jugada del ministro de Economía. La Argentina está involucrada en un proceso de dolarización que cobró forma en julio pasado y se aceleró tras la derrota electoral del oficialismo en la provincia de Buenos Aires hace tres semanas. Eso aumentó la cotización del dólar con velocidad, señal siempre negativa en el país.
Desde la derrota libertaria a manos de Axel Kicillof, la cotización oficial subió hasta 12%. A tal punto, que la semana pasada el Gobierno ingresó en una zona de alto estrés. Tras el último acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, en abril pasado, la Casa Rosada dispuso un esquema de flotación entre bandas, en el que el Banco Central se obligaba a vender reservas para defender al peso por encima de determinado nivel. La línea roja se cruzó el miércoles pasado, cuando la entidad que maneja Santiago Bausili se desprendió de US$53 millones, toda una señal. Lo que vino, sin embargo, fue peor: al día siguiente, vendió US$379 millones y el viernes, otros US$678 millones.
Comenzó a circular una pregunta. ¿Cuántas reservas tiene la entidad monetaria argentina para continuar con esa política? Hay números orientativos. A fines de la semana pasada, el Banco Central tenía unos US$17.000 millones para defender al peso, pero en los tres primeros días de intervención vendió un promedio de US$363 millones diarios. De manera que contaba con dinero suficiente para mantener la misma conducta por al menos 46 días hábiles. ¿Cuánto faltaba para las elecciones nacionales de medio término? Solo 26 días hábiles.
De todas maneras, la pregunta ya era mala para el país en sí misma, más allá de la respuesta. Después de todo, ¿quién puede asegurar que el mercado no agudizara la corrida contra el peso a medida que se acercara la fecha electoral y se restringiera aún más la oferta de divisas a la espera de una devaluación?
El último conejo de Caputo tiene un número en la etiqueta: US$7000 millones. Es lo que busca el ministro de Economía, explicitado en el decreto que publicó hoy en el Boletín Oficial. Todo lo que venga después no tendrá premio. Si se cumple esa meta, el BCRA habrá aumentado en más de 40% el dinero disponible para defender al peso en su pelea con el dólar. Es mucho. Quizás por eso, hoy por la mañana comenzó a bajar el riesgo país debido a la suba de los bonos.
La magia tiene sus peligros. Basta con pensar cómo sienten los productores que liquidaron soja hasta el viernes, a un precio menor. Su lamento se mide en dinero. Representa, también, un agotamiento del repertorio. El truco de hoy perderá sorpresa si se hace en el futuro.