No es ningún misterio: dieta y ejercicio son claves para perder peso. Y, aunque el aumento de calorías ha demostrado ser más influyente que la falta de actividad física, una no puede ir sin la otra si se quiere mantener una vida saludable. En esta combinación, los ejercicios de fuerza tienen una importancia fundamental e incluso, tal y como apuntan algunos expertos, pueden alargar la vida de las personas.
Así lo afirma Carla Romagosa, nutricionista y experta en salud femenina, durante su intervención en el pódcast ‘A lo grande’. La especialista señaló los beneficios que el entrenamiento de fuerza proporciona respecto a la expectativa de vida y la calidad de la misma, especialmente para las mujeres, que son justamente quienes suelen evitar practicarlos. “Las mujeres que entrenan fuerza, literalmente viven más. Las que entrenan entre una y dos horas a la semana tienen hasta un 29% menos de riesgo de morir que aquellas que no entrenan nada”, asegura Romagosa. Expertos como Ennio Tasciotti, profesor titular de Tecnologías Médicas Avanzadas para el Envejecimiento y el Bienestar en la Universidad San Raffaele de Roma y director del Programa de Longevidad Humana en el IRCCS San Raffaele de Roma, defienden una tesis similar. Según el profesor, el mantenimiento del músculo es esencial para una vida larga y sana.
La nutricionista añade que los resultados mejoran notablemente cuando el entrenamiento de fuerza se combina con ejercicios aeróbicos, como “nadar, correr, bicicleta y tal”. En esos casos, “el riesgo se reduce casi la mitad, o sea, hasta un 46% menos”, afirma la experta, en base a un reciente artículo de Javier S. Morales publicado en la revista científica Fissac. Este enfoque integral (una rutina que incluya ejercicios de resistencia junto con actividades cardiovasculares) resulta mucho más eficaz para reducir riesgos de mortalidad.
Las mujeres obtienen mejores resultados del deporte
Uno de los datos que más llama la atención a Romagosa es la diferencia entre mujeres y hombres al momento de obtener beneficios por el ejercicio: “Dedicándole menos tiempo, las mujeres obtienen mayores resultados que los hombres y aun así cuesta barbaridades que las mujeres se pongan a entrenar”, asegura. Para ella, el problema es cultural y social. “Hacer ejercicio es como lo último, porque nos han programado toda la vida a que para mejorar el cuerpo o para cambiar o bajar de peso, tenemos que hacer dieta y estoy haciendo dieta y la dieta no puedo salir, no puedo hacer vida social”, afirma Romagosa.
Este condicionamiento social, argumenta la experta, ha relegado la actividad física a un segundo plano y muchas veces la ha vinculado exclusivamente con la pérdida de peso. De acuerdo con su visión, el ejercicio debería considerarse una herramienta prioritaria tanto para la salud física como mental y no solo como un recurso estético o restrictivo.
En los últimos años, Romagosa ve un cambio con las nuevas generaciones. Mientras en su juventud ser “atlética” se relacionaba con algo negativo, la tendencia parece haberse revertido y ahora cada vez más mujeres jóvenes acuden a los gimnasios a hacer entrenamientos de fuerza.