Una película de Minecraft (A Minecraft Movie, Estados Unidos/2025). Dirección: Jared Hess. Guion: Chris Bowman, Hubbel Palmer, Neil Widener, Gavin James y Chris Galletta. Fotografía: Enrique Chediak. Música: Mark Mothersbaugh. Edición: James Thomas, Delaney Del Vecchio y Jonathan Woodford-Robinson. Elenco: Jason Momoa, Jack Black, Sebastian Hansen, Emma Myers, Danielle Brooks, Jennifer Coolidge. Duración: 101 minutos. Distribuidora: Warner Bros. Calificación: apta para todo público. Nuestra opinión: mala.
Es imposible entender el sentido (si acaso tiene alguno) de la primera adaptación para la pantalla grande del universo de Minecraft sin tener en cuenta el hecho que pone en marcha la trama de The Studio. En el primer episodio de la flamante e imperdible serie de Apple TV+, el mandamás de los estudios Continental encomienda al nuevo jefe de producción una película expresamente basada en el éxito comercial de Kool Aid, una mezcla en polvo utilizada para preparar bebidas saborizadas muy popular en Estados Unidos.
Desde la más brillante sátira de los últimos tiempos a los comportamientos actuales de Hollywood, The Studio consigue convencernos que un proyecto a priori tan absurdo puede hacerse realidad involucrando al mismísimo Martin Scorsese. En cambio, el viaje de Minecraft del videojuego al largometraje no tiene nada de sarcasmo. Tampoco la más mínima observación divertida o filosa sobre el origen o la identidad de esta fórmula de fantasía.
Aquí solo se trata de repetir con otro lenguaje (y un envase de supuesta comedia para toda la familia) la lógica de este mundo de fantasía, una suerte de página en blanco a la que se puede llenar hasta el infinito con cualquier objeto, siempre y cuando adopte la forma básica de un cubo o un bloque. El experimento funciona con creces en su espacio original (está segundo entre los videojuegos más vendidos de todos los tiempos) pero los resultados de su adaptación a la pantalla son francamente catastróficos.
El juego avanza en la medida en que los participantes van construyendo o destruyendo todos estos elementos con el fin de seguir vivos y escapar al mismo tiempo de los monstruos (cuadrados y cúbicos, por supuesto) que los persiguen. Lo mismo pretende hacer la película, pero con un ingenio tan escaso que la trama funciona como una mala copia del procedimiento usado para las adaptaciones de Jumanji.
La aventura quiere empezar de verdad cuando un heterogéneo grupo humano atraviesa un portal que los lleva desde nuestro planeta a todo ese universo hecho de bloques. Allí se encuentran con Steve (Jack Black, también presente en Jumanji), instalado desde hace mucho en ese mundo paralelo. Como le ocurría a su personaje en Nacho libre (también dirigida por Jared Hess, pero con mucha más emoción y una idea fuerza bien clara), Black tiene desde chico un sueño y al parecer solo puede cumplirlo en ese lugar.
Steve se siente tan incomprendido y perdedor como sus nuevos compañeros, que encuentran en las sucesivas batallas contra los villanos cuadrados y cúbicos una razón para escapar de la marginación, el bullying o la sensación de haber pasado de moda. Es lo único que más o menos se entiende en medio del griterío, las explosiones, las incomprensibles peleas digitales, la música estridente y no mucho más.
En medio de ese cuadro inverosímil, aburrido y estéticamente nulo (los bloques en movimiento tienen un diseño muy tosco y feo) los personajes de carne y hueso andan todo el tiempo a la deriva. Nadie le pone freno al descontrolado Black, que no para de gesticular, gritar y agitarse sin el mínimo sentido. Enfrente está la insípida Emma Myers, a quien alguien debe haber hechizado para que pierda toda la chispa que supo mostrar como Enid Sinclair en Merlina. El pobre Jason Momoa hace lo que puede para evitar el ridículo y el personaje de Jennifer Coolidge directamente da pena.
La premisa de The Studio tiene más valor que nunca. En este momento Hollywood solo puede ser observado o entendido desde la burla, porque si la realidad insiste en sostener proyectos como el de la película de Minecraft no hay manera posible de escapar de un destino muy oscuro. Así está muy cerca de tocar fondo.