La elección en la provincia de Buenos Aires dejó mucho más que un resultado contundente. Fue una radiografía del sistema político argentino, sus aciertos, sus fracturas y, sobre todo, sus límites. Es tiempo de reflexionar sobre las razones del voto en 2023 y sacar conclusiones de qué sucedió para recibir este golpe en la provincia de Buenos Aires.
1) Gobierno a la defensiva: llegó la elección bonaerense en el peor momento en lo político, en su propia interna, con las derrotas en el Congreso, en los medios, con los periodistas y en la forma que administró la crisis Spagnuolo.
2) Narrativa desconectada: el oficialismo nacional intentó imponer un relato que no coincidía con la realidad: prometió que el riesgo país caería como un piano, que el dólar llegaría al piso de la banda en 1000, que habían destruido la inflación y que la economía subiría rápidamente. Esta disociación entre discurso y vida cotidiana fue castigada en las urnas.
3) Des-armado territorial: no pudo hacer pie en los distritos, contra maquinarias establecidas y bajos presupuestos para encarar las batallas electorales. Mala fiscalización e inexperiencia sostenida.
4) Incapacidad para comprender aliados: el gobierno nacional encaró un modo de relación que giró entre el sometimiento y el avasallamiento más que la articulación y el consenso en buenos términos entre socios estratégicos.
5) La interna: el gobierno deja la sensación de que se las sabe todas, y que los demás son incapaces o inmorales. El listado es gigante para tan poco tiempo e incluye a la vicepresidenta, los renunciados, los exarmadores y cientos de desplantados que eran propios o afines. Las internas se parecieron mucho a las del FDT y las de JxC.
6) Comunicación agresiva: el estilo belicoso del presidente y su círculo íntimo (casos testigos como Ian Moche o Luis Juez) consolidó una imagen de intolerancia. El electorado bonaerense no convalidó esa narrativa violenta.
7) El impacto económico: el voto opositor fue también una factura a la recesión, los recortes presupuestarios y la falta de respuestas concretas en sus propios territorios. Subestimar la situación de los bonaerenses fue un error político que tuvo consecuencias.
8) Cambio de aura: las peleas internas, los exiliados que atacan (como Marcela Pagano o Carlos D Alesandro), sumado al caso de los audios, producen una campaña en la que el gobierno perdió la iniciativa. No pudo conducir la agenda los últimos meses y eso le significó estar siendo bombardeado sin poder de reacción
9) Dos visiones: la inconsistencia estratégica se movió con dos ideas superpuestas. La de Karina, ir por todo, pintar de violeta lo que se podía, y la se Santiago Caputo, que pretendía armar con gobernadores y prolongar en el tiempo la pureza libertaria. Fue un zigzag difícil de entender que pasó del arreglo en el Chaco a confrontar en Corrientes, sin un claro camino. Es tiempo de sinceramiento interno y rearmado estratégico.
10) Fallas de gestión: concentrados en la macro y con la voluntad de retirar al Estado se encontraron grietas en diversos sectores que el gobierno debía administrar, eso causa miles de afectados que acumulan disconformidad cotidiana. Una gran mayoría en PBA.
11) Muchos temas abiertos: jubilaciones, discapacidad, Garrahan, UBA, medicamentos, la homosexualidad y la pedofilia, etcétera, cuando en realidad, el gobierno asumió con una demanda clara: castigar a la casta, que pague el ajuste y reactivar la economía. Que valga la pena el esfuerzo.
Veamos ahora las consecuencias:
- Ganó Axel Kicillof. Desdobló en su interna con CFK y por razones que no planeó, el resultado se le acomodó y fue el mayor ganador.
- El resurgimiento del peronismo, que se unió y sin grandes ideas esperó que una gran mayoría castigue a Milei. Le alcanzó con poco.
- Intendentes fortalecidos. Los barones del conurbano y caciques territoriales revalidaron su poder. En elecciones desdobladas, su influencia es determinante y quedó demostrado. Una vez más.
- Pro, con claros y oscuros. Se desmoronó como actor competitivo bonaerense. Sin liderazgos claros ni estrategia de renovación, fue absorbido por la polarización entre Kicillof y Milei, perdiendo terreno histórico en municipios clave. Aunque, hoy, la crisis le brinda una nueva oportunidad en la negociación con el presidente
- El desafío hacia octubre: el gobierno queda frente a una encrucijada, cambiar rápido o enfrentar un octubre aún más adverso. Sin un viraje político y económico, los tiempos por venir podrían ser más turbulentos.
Conclusiones: el gobierno quedó desorientado, expuesto a una realidad que nunca comprendió al momento de ganar en 2023, se lo votó principalmente para ocuparse de la economía, bajar la inflación y castigar a la casta. Subestimó la gestión, agredió de más, relacionó la homosexualidad con la pedofilia, se metió con la salud, la UBA, la discapacidad e insistió con retirar al Estado en su batalla cultural. Tuvo su caso $Libra y audios no explicados de un caso que pega duro y se hizo demasiado popular por el mal manejo de semejante crisis.
Supuso que con una estrategia de ataque permanente a los aliados alcanzaba para dominar la escena durante cuatro años.
Las personas no son ingenuas: pueden ser directas, incluso básicas en su modo de resolver, pero entienden lo esencial. Cuando la economía muestra buenos parámetros y hay expectativa de futuro, el gobierno está protegido. Pero cuando aparecen las nubes, cuando la esperanza se erosiona, salen a relucir todos los errores que antes podían pasar desapercibidos.
El gobierno, además, subestimó la política y sobre todo el daño que podían infligir los propios, los aliados y el peronismo. Fue demasiado para una gestión que asumió sin el poder del Congreso, sin intendentes ni gobernadores que le respondieran. La soberbia y la agresividad, en lugar de suplir esas carencias, las profundizaron.
La elección bonaerense expuso esa dinámica de manera brutal: la desconexión entre relato y realidad tiene un costo, y ese costo pasó por ventanilla el domingo por la noche.
Psicólogo y consultor político