Una zona que supo ser una vibrante postal porteña y hoy está acechada por la inseguridad creciente

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La zona del Abasto atraviesa un momento de deterioro. Vecinos, trabajadores y vendedores expresan que a diario en sus calles se repiten escenas de indigentes fuera de control, robos al paso y falta de higiene urbana en un marco de retracción de la actividad comercial. En este punto que fue la usina del tango porteño, un polo de negocios pujantes y una postal de la vibrante Buenos Aires del ayer, hoy muestra señales de un paso del tiempo complejo, al cual sus habitantes ven cada vez más con mayor preocupación.

“Es brava la inseguridad, a varios clientes que han salido de acá les han robado. La otra vez una chica tuvo que meterse al lugar para salvarse de un delincuente que la empezó a correr. Está muy fisura la zona”, comentó Alejandra Padrón, de 23 años, vecina de la zona donde la semana pasada se registró el ataque que provocó la muerte de María Vilma das Dores Cascalho da Silva Bosco, una ciudadana brasileña de 69 años, asesinada de un golpe mientras caminaba en la avenida Corrientes, a metros de la esquina de Agüero. El homicida fue declarado inimputable y derivado al Hospital Borda; en sus antecedentes figuran 20 arrestos por diferentes delitos.

La mujer, que era jubilada de un cargo en el Tribunal de Justicia de Goiás, se encontraba en la Argentina desde julio para visitar a su única hija, Carolina, radicada en el país como estudiante de Medicina en la UBA. Su caso generó conmoción y expuso, sin matices, la vulnerabilidad que algunos denuncian en la zona. “En la vía pública hay mucho problema de consumo, mucho problema de la salud mental, se debería poner mucha atención en eso”, advirtió Alejandra, que no solo es vecina, sino que también trabaja en la zona.

A la altura de Anchorena al 3100, Pablo, de 38 años, atiende un puesto de diarios instalado por su padre en 1974. En diálogo con LA NACION, también contó que, con el paso del tiempo, crece el problema del delito junto con la presencia de personas durmiendo en las veredas y disputas vinculadas al consumo problemático de sustancias psicoactivas. “Básicamente, hay mucha gente en situaciócan de calle que se la pasa merodeando todo el día, o en estado de ebriedad o drogada. Algunos andan ‘manoteando’ mercadería, molestando a los peatones, alterando el orden”, describió.

Los arrebatos, las peleas y los episodios de violencia callejera no son exclusividad de la madrugada; algunas calles se tornan bocas de lobo a la tarde. Los operativos policiales aparecen, pero no alcanzan para frenar una dinámica que se instaló en el barrio. “Todo eso a la noche se pone más picante una vez que cierran los negocios y empieza a vaciarse la calle”, ratificó Pablo.

Otros testimonios dieron cuenta de ese panorama que empeora cuando cae la noche, como el de Patricia, de 63 años, empleada de otro comercio de la zona. Si bien reconoció que el Abasto “siempre fue una zona alborotada”, comentó que “la situación empeoró, en especial, en las calles laterales que conectan el Abasto con Once; ahí hay que andar con suma precaución, se ve mucha gente durmiendo en la calle que no está bien”.

Para evitar disgustos, en la tienda de productos de limpieza que atiende Sol López, de 28 años, prefieren bajar la persiana antes de que caiga el sol. “Cerramos a las 17 porque sabemos que después se pone heavy”, describió, además de remarcar que decidieron “poner cámaras de seguridad” y, en línea con los otros testimonios, alertaron que “hay mucha gente durmiendo en la calle en un estado complejo”.

  1. María, empleada de una cafetería situada en la esquina de Corrientes y Agüero, contó: “Ya perdí el miedo a las personas drogadas o en situación de calle que son agresivas. La policía no puede hacer mucho. Los llevan, pero vuelven”.

En una farmacia señalaron a LA NACION: “A nosotros, algunos vienen todos los días y nos traen cambio, que es lo que le da la gente en la calle, y nosotros les damos billetes grandes. Esas personas son educadas y respetuosas. Después están otros que son más agresivos, pero no suelen ingresar en el local”.manuel casadma URL

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