La agricultura es un sector severamente afectado por el robo de alimentos y equipamiento agrícola, un problema que genera pérdidas económicas y frustración entre los agricultores. Los robos, de diferentes naturalezas, pueden enfocarse tanto en valiosas cosechas como en insumos: motores de riego, abonos y productos, debido al aumento de su valor.
Estos delitos son una plaga que dificulta la labor de los agricultores, que están hartos de que les roben su tiempo, dinero y duro trabajo. Según numerosos reportes y redes sociales, exigen soluciones ante la creciente frecuencia de esta problemática.
Calabazas, patatas, boniatos… En las últimas semanas, varios agricultores del norte de Francia han denunciado un significativo aumento de robos en sus campos, descubriendo de la noche a la mañana diferentes saqueaos en sus parcelas. El más reciente: 200 kilos de calabazas desaparecidas en Souchez (Francia).
El caso de las calabazas: daños con valor de 700 euros
Aurélien Beaucamp, la víctima del robo, ha publicado en su red social X un viral discurso de indignación y cansancio. Lo han visto más de 750.000 personas: “Viernes por la tarde, fin de semana. Llegas a casa del trabajo, cansado pero feliz de ir a trabajar en la granja. Preparas la cosecha de calabazas prevista para el sábado y ¿de qué te das cuenta? De que te han robado enormes cantidades de calabazas, zapallos y calabacines. En una palabra: Asco“.
Su hermano ha estimado los daños en unos 700 euros aproximadamente. “No nos impedirá vivir, pero hay una inversión, es una pérdida neta”, declaró a La Voix du Nord. Tras el altercado, el resto de agricultores tuvo que recoger de manera urgente lo que quedaba de cosecha, por miedo a recibir otro saqueo.
Otros robos similares
Desgraciadamente, no es un caso aislado. En distintas regiones de Francia han desaparecido cientos de kilos de patatas, según La Dépêche. Algunos agricultores han denunciado en sus redes sociales haberse encontrado situaciones surrealistas: familias enteras, a veces incluso con niños, sirviéndose a sí mismas, como si no se tratase de comida perteneciente a propiedades privadas. Todos los agricultores están de acuerdo con algo. La sensación de impotencia tras cada uno de los robos. “Es difícil vigilar constantemente las parcelas abiertas, visibles desde la carretera”.
Este fenómeno se repitió hace dos años, cuando una red vendió más de una tonelada de patatas y cebollas robadas consecutivamente. Algunas de las medidas que están tomando parte del sector de la agricultura es la colocación de cámaras de seguridad en sus parcelas. Una medida que, para muchos, es difícil de tomar o se resiste a ella. Además, los productores conviven con el miedo de caer algún día en una trampa de los ladrones, con todo los riesgos que eso conllevaría.
Una llamada a la conciencia
El robo de las calabazas quizás no cambie el rumbo de un país, pero sí recuerda que incluso los bienes más sencillos tienen valor para aquellos que los cultivan. Y sobre todo demuestra que detrás de cada producto de tierra hay esfuerzo, historia y tradición que merecen ser respetados.