El estreno de Súper Sara este viernes 13 de junio en la plataforma Max ha situado de nuevo a Sara Montiel en el centro de la conversación. Tras el éxito de El enigma Nadiuska, Valeria Vegas se propone en este documental desentrañar el mito y mostrar la cara más íntima de una figura imprescindible, tan admirada como vilipendiada en los platós y las portadas. Vegas, guionista y directora del proyecto, recibe a Infobae España en el Mandarin Oriental Ritz de Madrid para conversar sobre el origen, el proceso y lo que ha supuesto asomarse a la leyenda desde el lado humano.
El germen de la serie documental surge con naturalidad. “Al terminar El enigma Nadiuska, el productor me preguntó si tenía alguna idea y le solté: ‘no sé cómo Sara Montiel no tiene un documental y lo están teniendo otras estrellas de este país’”, recuerda. Ese interés por Sara responde, además, a una admiración personal: “Fui admiradora de Sara desde el momento en que la vi en televisión a mediados de los noventa y me quedé fascinada”, confiesa.
En Súper Sara se combinan los testimonios de familiares, amigos, compañeros y admiradores con material del archivo familiar de la actriz que nunca ha visto la luz y que ayuda a dibujar su faceta más íntima. “Me ha servido para descubrir la parte más sencilla de Sara, esa Antonia. Al tener esas cintas domésticas que tenemos la suerte de que sus hijos nos hayan dado, de pronto no solo ves a Sara, ves a Antonia y descubres que esa diva que Sara sí era, una diva valiente, poderosa y bien fuerte, de pronto es humana: le da un piquito a su hijo, se baña en topless en la piscina, se va a Disneyland… Todo eso me ha dado mucha ternura”.
“Sara vivió sin culpa”
Ni las críticas ni el foco mediático amilanaron a Sara Montiel, que pudo ser lo que fue gracias a que “vivió sin culpa”, según apunta Vegas, que agrega que la actriz “nunca se planteaba si lo que hacía iba a gustar o no”.
En ese sentido, encuentra un paralelismo con Cristina Ortiz, conocida como La Veneno, cuya biografía escribió Valeria: “Fueron mujeres que hicieron lo que les dio la gana, que estéticamente eran superpoderosas, y que cuando quizás esa belleza en algún momento se desdibujó, la gente aprovechó para atacarlas”.
Igual que La Veneno, Sara Montiel también fue un icono para el colectivo LGTBI. La directora de Súper Sara considera que “lo que gustaba dentro de la comunidad LGTBI era esa forma de hacerlo todo sin pedir perdón. ‘Me apetece un escote, aunque tenga sesenta años, me pongo purpurina en el pecho, me pongo un pendiente gigante, una peluca…’. Eso, una comunidad que viene de haber vivido esa opresión, lo ve como un sinónimo de libertad. También abrazamos mucho el exceso y Sara era exceso: se entregaba a la vida y al show business“.
Sobre la relación de Montiel con la cultura drag y su apropiación de códigos queer, Vegas señala: “Samantha Ballentines dice en el documental que Sara fue la primera travesti de la historia. En sus últimas películas hay purpurina por todos lados, transparencias, exceso… Era muy ‘dragqueeniana’ antes de que existiera el drag. Además, le encantaba que la imitaran y lo disfrutaba muchísimo, vivía muy entregada al mariconeo”.
El maltrato mediático
La serie no elude los momentos menos amables en la vida de Sara Montiel. Vegas aborda con honestidad la presencia de ciertos rostros conocidos de la televisión que contribuyeron al machaque mediático de la artista, como Jorge Javier Vázquez, Karmele Marchante o María Patiño. “Juro que no hay ninguna inquina. No hemos ido a por ellos. A mí me duele verlos, porque a Jorge lo conozco. A Karmele no la he conocido, pero se define como feminista. No pasa nada, no sé qué diría yo en el año 2001, pero a veces también es la intención con la que se dice”, expresa la escritora.
Sobre el trato que recibió Montiel en sus últimas etapas en los medios, Vegas es contundente: “A Sara se le dieron muchos palos, le decían ‘no te pongas esto porque estás gorda’, la llamaban ‘estrella pre rigor mortis’. Entonces dices ‘lo siento, es que nos lo habéis puesto en bandeja para poder contar que Sara fue muy machacada’. Tampoco había por qué machacarla tanto”.
A pesar de ese trato cuestionable, Sara no rehuyó nunca el foco mediático: “No es que se prestara al juego, es que tuvimos la suerte de que Sara no se encerró en su casa. Dejó el cine en los 60, pero no quiso hacer como Greta Garbo y no volver nunca. Ella fue generosa y nos dio momentazos, era divertida, iba a los programas… El problema es que con su cuarta boda se desdibuja todo y parece que ya se puede ser cruel con Sara Montiel”, reflexiona Valeria.
La directora considera que “no hay nada tan definitorio como lo que hagas los últimos quince años de tu vida, a veces incluso los últimos cinco, y eso condiciona la vida entera, para bien o para mal”.