MAR DEL PLATA.- La primera escena de la presencia de ballenas registrada en video este año en esta ciudad fue hacia fines de mayo, al sur del faro y a milla y media aguas adentro. Desde entonces, en particular durante el último mes y como si fuera una tira de capítulos diarios, las imágenes se repiten y cada vez más cerca de la costa. Esta semana impactó ver a un grupo de cuatro, en pleno jugueteo, a unos 800 metros de las playas de la zona Alfar. Pero en ningún caso se había visto tan cerca de la costa, como sucedió, a una ballena que durante unos minutos se paseó por las aguas de Playa Chica.
Lo que era casi una excepción a modo de rareza se volvió una normalidad durante la última década. Y si bien la especie es tan particular que siempre logra ser noticia con cada una de las pasadas por estas playas, ahora se vuelve a ganar titulares por la reiteración de estas escalas y aún más por la cantidad que se han visto en poco menos de dos meses.
Agustina Mandiola, docente y miembro del Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras, que depende de la Universidad Nacional de Mar del Plata, confirmó a LA NACIÓN que hay más ballenas que en años anteriores y en estos últimos tiempos, en particular en este frente costero marplatense, se incrementaron los avistajes y número de estos animales en grupos. “Estimamos que este año vamos a tener más avistajes que el año pasado”, remarcó.
“Mar del Plata solo mira”, es el lema de este equipo científico para reclamar que se sigan estos espectáculos naturales desde la costa y evitar el acercamiento a esos animales mediante alternativas de navegación.
Protocolo
La situación ha llamado la atención y preocupa. En las últimas horas se conoció un nuevo listado de medidas establecidas por Prefectura Naval Argentina (PNA) a efectos de asegurar un tránsito seguro de estos mamíferos marinos, sin que se sientan afectados o en riesgo por una extrema cercanía de barcos o deportistas algo más que curiosos.
La principal determinación de la fuerza de seguridad es que ante un avistaje de esta especie se debe respetar una distancia prudencial mínima de 200 metros. Esta condición alcanza por igual a un buque comercial como a veleros, embarcaciones de competición o de paseos, kayakistas, surfistas y hasta algún intrépido nadador.
Hay también recomendaciones para los responsables del timón: deben disminuir la velocidad sin detener la marcha y “adoptar medidas de vigilancia para evitar colisiones”.
Estos avistajes advertido mientras están a bordo de embarcaciones se deben comunicar al Centro de Gestión de Tráfico Mar del Plata “Estación Costera L2U” o llamando al 106 en caso de colisión o avistamiento de ejemplares varados o con lesiones.
Y remarca en particular la prohibición de acercamientos a las ballenas durante actividades deportivas, ya sea buceo, pesca u otras en el medio marino. Se ha insistido que es por seguridad mutua: para los animales y también para quienes, en ese intento de cercanía, pueden quedar en situación de riesgo frente a movimientos bruscos de animales de semejante porte.
Estas disposiciones de PNA atienden mandatos del convenio de cooperación suscripto con la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación y recomendaciones del Concejo Deliberante del Partido de General Pueyrredón, que declaró de interés municipal la preservación de esta especie en la región.
Avistajes
Mandiola, que también es investigadora de Conicet, destacó que el primer avistaje de ballena franca austral en Mar del Plata fue en 1970. En las dos o tres décadas posteriores no superaban los cinco por año. “En 2024 se realizaron 146 avistajes en la temporada de observación”, dijo en referencia a la ventana de tiempo en que la especie transita por la zona.
La particularidad, destacó, es que ese período se amplió y lo que antes se veía en el arranque del segundo semestre llega en mayo y en algún caso desde fines de abril. “Los tenemos hasta noviembre, pero la mayor cantidad es entre agosto y septiembre”, indicó a LA NACIÓN.
Esta mayor cantidad la relacionó con una población que por medidas de cuidado y preservación han favorecido la reproducción y conservación. “Hace tiempo veíamos ballenas solas y hoy tenemos por aquí grupos cada vez de mayor tamaño”, dijo y citó un caso de mediados de junio, cerca de Los Acantilados, donde se llegaron a ver casi 15 ballenas en unos pocos cientos de metros.
Este paso, como ya es cada vez más conocido, tiene que ver con la migración de la especie entre los puntos geográficos que ha elegido como zonas reproductivas. Una es en Península Valdés, en la Patagonia, y la otra en el sur de Brasil, en Santa Catarina.
“Los vemos cada vez más tiempo en la costa de marplatense, con cachorros también y por primera vez se pudo registrar frente a nuestras playas una cópula”, citó sobre un hecho excepcional y que fue de real interés para los investigadores.
Desde su cuenta @mamiferosmarinosunmdp, este equipo de investigación de la universidad pública marplatense fortalece el llamado a vivir estas visitas de ballenas desde tierra y aprovechando los casi 40 kilómetros de frente de costa que tiene la ciudad. “Este corredor tiene gran altura y permite una muy buena visibilidad, incluso a distancia”, remarcó.