MAR DEL PLATA.- El rumor que viajaba entre mensajes de WhatsApp, de vecino a vecino, ganó en certeza e inmediatas medidas de extremo cuidado cuando un video registrado por la cámara de un country próximo al casco urbano mostraba a un puma, de generoso tamaño, que se movía de noche entre abundantes pastizales y un extenso y alto cerco perimetral.
Esas imágenes activaron la implementación de un protocolo especial en Santa Elena, un pequeño poblado del partido de Mar Chiquita, a dos kilómetros de Santa Clara del Mar y casi 20 al norte de Mar del Plata, con sus caseríos que nacen a la vera oeste de la ruta 11 y se extienden varios cientos de metros hasta limitar con zona rural y barrios privados.
De noche fue la captura de aquella grabación, única evidencia de esta presencia que aporta preocupación a una comunidad caracterizada por el ritmo calmo actividad cotidiana, apenas alterado hacia el verano con la recalada de turistas que encuentran allí un combo de tranquilidad y cercanía a la playa. El pico de concurrencia se da en las tardes y noches donde allí, en la plaza principal e inmediaciones, se desarrolla cada año una edición de su tradicional Fiesta de la Empanada Costera.
Muy cerca de ese predio fue que se pudo documentar la presencia de este felino, de más de un metro de largo, y donde también desde hace casi 48 horas se estableció un punto de encuentro y base operativa de la Policía Rural, la Policía de Santa Clara del Mar, Defensa Civil y la Guardia Urbana local, todos en conjunto y atentos ante la posibilidad que el animal ande todavía por las cercanías.
“Además del video de un barrio privado tenemos un vecino al que le pareció haberlo visto”, contó Marcelo Fernández, director de Defensa Civil de Mar Chiquita y parte de este operativo que se mantenía este jueves, por ahora sin nuevas apariciones del puma.
En grupos de WhatsApp de esta localidad comenzó a circular, además de aquel video, una fotografía que muestra casi en un primer plano a un puma en un escenario coincidente con el entorno de Santa Elena. Se sospecha que fue armado con inteligencia artificial ya que era demasiada cercanía entre quien habría tomado el registro y el animal. “Si hay foto, tendría que haber video”, bromeaba un vecino, que descreía de la veracidad de esa imagen.
Lo cierto es que la grabación de la cámara de seguridad sí aportó elementos concretos, incluso con día y horario de aparición del animal. Por eso se montó este plan de custodia y, a la par, mensajes de advertencia a la población. Pero sin llegar a alterar la dinámica habitual de este vecindario.
Se esperaba el arribo de personal de la División Fauna de la provincia de Buenos Aires para que también intervenga en el lugar y sume su experiencia en el rastreo y eventual captura del animal.
La geografía de la zona
El frente oeste de Santa Elena es de campo abierto. Dentro de ese contexto también hay por lo menos un barrio privado. Se cree que por allí llegó y por ese mismo extremo se habría ido este puma, que no es ajeno a la geografía de la zona. Mar Chiquita tiene un área de reserva con una diversidad importante de animales. Entre ellos, esta variedad de felinos.
Este caso lleva a recordar algunos antecedentes no muy lejanos de la especie en ámbitos urbanos de la costa bonaerense. Hace apenas tres años se dio un hecho más que sorprendente: un puma, entre cachorro y flamante adulto, que se movía por la avenida 3 de Villa Gesell entre mesas y sillas de bares que en esos momentos de la madrugada, a pasos de la playa, estaban vacíos. Todo quedó registrado por cámaras de seguridad.
También en esa ciudad se recuerda la experiencia de algunos vecinos que llegaron a ver a uno y hasta dos pumas merodeando el fondo de los parques de sus casas.
En aquella oportunidad se desplegaron también importantes operativos de rastreos, urgidos además por esa cercanía con los vecinos de un barrio que tenía una densidad poblacional importante. Nunca pudieron capturarlos.
Este último verano, en enero, se tomó conocimiento de por lo menos un puma muerto en cercanías al acceso a Villa Gesell, por la ruta 11. Estaba junto a la banquina y por el tipo de lesiones se cree que estaba cruzando la calzada de un lado a otro, para llegar a otra superficie de campo abierto.
Fernández señaló que, en el caso de Santa Elena, se cree que el animal pudo haber llegado precisamente desde esos ámbitos rurales próximos, que coinciden con el hábitat natural de la especie. Aunque no descartó que, como ha ocurrido en alguna ocasión y a pesar de ser una especie peligrosa por su porte y características, haya quien pudo haberlo retenido como mascota y se le escapó.