CARACAS.- Militares venezolanos bajo el mando de Nicolás Maduro destruyeron en el estado Amazonas “dos campamentos logísticos utilizados por grupos Tancol invasores”, informó el general Domingo Hernández Lárez, jefe del Comando Estratégico de la Fuerza Armada, a través de Telegram.
El término Tancol es utilizado por el gobierno venezolano para referirse a grupos armados irregulares colombianos, como el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que operan en zonas fronterizas.
En los campamentos, según Hernández Lárez, se encontraron panfletos del ELN, municiones de diversos calibres, vehículos todo terreno, chalecos tácticos y grandes cantidades de combustible.
Todo el material fue incautado y destruido en el sitio, y el procedimiento fue puesto a disposición del Ministerio Público.
Este operativo se suma a otros similares realizados en octubre en los estados Bolívar y Zulia, donde también se reportó la destrucción de campamentos atribuidos al ELN y a las FARC, según anunció el ministro de defensa venezolano, Vladimir Padrino López.
La ofensiva venezolana ocurre en paralelo al despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe y el Pacífico, iniciado en agosto bajo el argumento de combatir el narcotráfico.
Washington ha vinculado públicamente a cárteles de drogas con el presidente Nicolás Maduro, quien rechaza las acusaciones y sostiene que la campaña antidrogas estadounidense encubre un plan para derrocarlo.
En ese marco, el gobierno mostró múltiples operativos antidrogas como prueba de su “compromiso con la lucha contra el narcotráfico”.
Desde el 2 de septiembre, fuerzas estadounidenses han confirmado el bombardeo de al menos 14 embarcaciones en aguas internacionales, con un saldo de 57 muertos, según cifras del Pentágono.
Los ataques han sido calificados por Washington como acciones contra “narcoterroristas”, una categoría que ha generado controversia en la región.
La coincidencia entre los operativos venezolanos y los bombardeos estadounidenses ha despertado especulaciones sobre una posible sincronía estratégica, aunque no existe evidencia de coordinación directa.
En el caso de Estados Unidos, la campaña iniciada en septiembre ha sido presentada como una “guerra contra el narcoterrorismo”, con un lenguaje que recuerda la retórica de la lucha antiterrorista post-11S.
El secretario de Defensa, Pete Hegseth, ha comparado a los cárteles latinoamericanos con Al-Qaeda, y el presidente Donald Trump ha defendido los ataques como una forma de proteger a los estadounidenses de una amenaza transnacional.
Sin embargo, los operativos han generado fuertes críticas en América Latina.
El presidente colombiano, Gustavo Petro, denunció que se trata de ejecuciones extrajudiciales.
En Brasil, el senador Flávio Bolsonaro instó públicamente a Estados Unidos a extender sus bombardeos a embarcaciones en Río de Janeiro, lo que provocó una ola de reacciones políticas y mediáticas.
El gobierno venezolano, por su parte, ha respondido con una intensificación de sus propias operaciones en territorio nacional.
La destrucción de los campamentos Tancol en Amazonas se suma a una serie de acciones que buscan reforzar la imagen de Venezuela como un país soberano, libre de cultivos ilícitos y comprometido con la seguridad regional.
Maduro ha insistido en que la presencia militar estadounidense en el Caribe es parte de un “ensayo general” para derrocarlo, y ha advertido que el país cuenta con 5000 misiles rusos para defenderse. A su vez, dijo que apenas una mínima fracción de la droga producida en Colombia es transportada a través de su territorio.
Más allá de las declaraciones, lo cierto es que la región atraviesa una fase de militarización creciente, con implicancias diplomáticas que podrían escalar.
La presencia del portaaviones USS Gerald R. Ford en el área, junto con bombarderos estratégicos y buques de guerra, ha sido interpretada por analistas como una señal de que Washington está dispuesto a ampliar su radio de acción.
Agencia AFP
