Tal vez a casi nadie le sorprenda que el Teatro Colón no haya programado nunca una ópera de Antonio Vivaldi, porque tal vez no sean muchos quienes recuerden que Vivaldi compuso óperas. A la soprano Verónica Cangemi, en cambio, le sorprende lo primero precisamente porque sabe de sobra lo segundo. Aquello que sale a la luz con esto es la imperfecta familiaridad que buena parte del público tiene del repertorio barroco, con la posible excepción de algunas estribaciones bastante tardías. El concierto de este lunes, con Cangemi como solista y la Orquesta Barroca Argentina, dirigida por el maestro italiano Andrea Marcon Giammaria, pretende empezar a subsanar esa deficiencia.
El programa cubre todos los frentes: de Georg Friedrich Händel se escucharán la obertura de la ópera Rinaldo, el recitativo “Frondi tenere e belle del mio platano amato” y “Ombra mai fu di vegetabile”, de la ópera Serse, “Vezzi, lusinghe, e brío” y “Volate, amori”, de Ariodante, el Concerto grosso n° 1 op. 6 en sol mayor, “Ah, mio cor”, de Alcina, y “La mia costanza”, de la ópera Ezio; de Vivaldi, “Sol da te mio dolce amore”, de la ópera Orlando furioso, y “Ritorna a lusingarmi”, de Griselda; y de Georg Philipp Telemann, el Concierto para flauta traversa y flauta dulce en mi menor. “Es el único concierto en el Colón de repertorio barroco con orquesta -dice Cangemi-. Y hay uno de los compositores que tanto Andrea Marcon como yo hacemos, que es Vivaldi, y de quien, es cierto, no se hizo nunca en el Colón una ópera suya. Y Händel, claro, que es maravilloso para el público, y para nosotros también porque lo disfrutamos mucho.”
Vivaldi, Händel y Telemann marcan el contorno del mundo del barroco, pero son a la vez mundos diferentes en el interior mismo del barroco, que resiste a una definición inconmovible y unívoca. Lo mismo piensa Marcon: “Es verdad que Vivaldi, Händel y Telemann son compositores del mismo período histórico, pero hablan tres idiomas diferentes. Esto es lo mismo que si pensamos en el arte de la primera mitad del siglo XVIII, todos los maestros que tenemos en Europa tienen cada uno su propia fuente, y dentro de cada escuela se puede ver también claramente la diferencia entre los artistas. En este caso específico, uno, Händel, es un compositor que es más correcto considerarlo ítalo-inglés que alemán; el otro, Telemann, es un compositor verdaderamente alemán, y Vivaldi es veneciano, más que italiano”. Pero las diferencias entre ellos, aunque proceden de un territorio, no son meramente geográficas.
“Para mí, el primer compositor minimalista de la historia de la música no es Philip Glass, es Vivaldi -dice Marcon, que además de director es clavecinista y organista-. Es el primero que utiliza obsesiva la misma figura rítmica; en los conciertos el primer movimiento y el tercero tienen siempre algunas figuras rítmicas que se repiten, se repiten, se repiten… Claro, las arias de Vivaldi tienen gran virtuosismo y gran lirismo también, y la línea melódica es muy… ¡muy melódica!, algo mucho más típico de los compositores italianos que de los alemanes, y si lo hacen los alemanes es por imitación del estilo italiano. Vivaldi, entonces: minimalista y con una pincelada muy fresca, porque era un compositor a quien la música le fluía veloz en el momento de la escritura. El propio Vivaldi dijo: yo puedo componer un concierto más rápido de lo que le lleva después al copista transcribirlo. Tenía un instinto casi bestial y hacía después las correcciones, quitando compases. Y esta freschezza la podemos escuchar en cada una de sus arias y de sus conciertos.”
También en Händel hay una huella italiana, pero elaborada en una manera enteramente propia. “Aunque nació en Sajonia, a los 18 años andaba ya por Nápoles, Roma y Venecia -observa Marcon-. Estos años italianos fueron muy importantes para él. Después, en Inglaterra, se convirtió en quien conocemos, pero siempre muy influido por la música italiana. Diría que Händel, junto con Monteverdi, son los más grandes dramaturgos musicales de los siglos XVIII y XVII, respectivamente. Y Telemann, como ya dije, era muy alemán, y sumamente crítico de compositores como Vivaldi, precisamente porque era un compositor mucho más racional que Vivaldi. De Telemann vamos a tocar el Concierto para flauta traversa y flauta dulce en mi menor, que es muy particular por la combinación de estos dos instrumentos solistas, y otra característica singular es el último movimiento, que es casi de música popular, muy virtuoso. La verdad es que yo concibo este concierto también como una gran fiesta barroca en la que podemos mostrar bien las diferencias entre los estilos de los compositores que vamos a tocar”.
De la misma familia
Parte de la fiesta consiste en el reencuentro de Cangemi y Marcon, con la intervención de la Orquesta Barroca Argentina (OBA). Sobre los orígenes de esta orquesta, explica la soprano que nació -igual que ella- en Mendoza, y que fue una iniciativa suya después de haber cantado con casi todas las orquestas barrocas europeas, donde siempre encontraba un argentino. “Yo siempre trataba de alentar para hacer algo en Argentina. Finalmente, pude reunir a muchos de estos músicos que estaban afuera y, apoyados por la Universidad de Congreso, en Mendoza, hicimos una tournée de conciertos. Después nos agarró la pandemia. Y volvimos ahora a trabajar para que esta orquesta tenga su identidad en Argentina, con músicos de calidad tan alta. La orquesta tendrá su sede en la Fundación Beethoven. Va a ser una orquesta con fondos privados, y es la primera vez que la OBA hará una gira internacional acompañando a John Malkovich por Sudamérica.”
El entusiasmo de Marcon y Cangemi de actuar juntos es mutuo, y prolonga una colaboración de muchos años. “A Verónica la considero una compañera de vida en la música -dice el maestro italiano-, porque siempre que trabajamos juntos fue una experiencia muy intensa, como de hermanos musicales que hablan el mismo lenguaje, que tienen la misma sensibilidad. La primera vez que la escuché fue en una grabación de Ariodante, de Händel, dirigida por Marc Minkowski. Verónica cantaba el papel de Ginevra, junto con Anne Sofie von Otter, que era Ariodante, y esa grabación me dejó completamente enloquecido. Y tuve el sueño de trabajar con ella. No hay que tener miedo de los sueños, y pasó que la primera colaboración musical con Cangemi fue precisamente el Ariodante en el Teatro de Oviedo. Verónica es de los solistas que forma parte de la familia. Esto pasa con muy pocos.”
Hay para Cangemi una vuelta más en la visita de Marcon. “Mi relación con Andrea tiene más de veinticinco años. Hicimos casi siempre Händel, y discos y conciertos. Dirige dos orquestas, la Cetra, en Suiza, y la Venice Baroque Orchestra. Todos los grandes artistas del mundo barroco pasan por Andrea Marcon, así que para mí es siempre un gran honor trabajar con él. Pero me emociona su parte humana. Su madre nació en Rosario, él siempre me preguntaba por la Argentina, y nunca pudo venir. Así que estamos muy emocionados de que, aunque su madre no está, pueda pisar finalmente suelo argentino y dirigir en el Colón.”
Para agendar
Verónica Cangemi (soprano) y la Orquesta Barroca Argentina, con dirección de Andrea Marcon Giammaria. Obras de Vivaldi, Händel y Telemann. Función: lunes 18 de agosto, a las 20. Sala: Teatro Colón (Libertad 621).