Este jueves se conocieron los resultados de la autopsia a los cuatro integrantes de la familia hallada muerta en su departamento en el barrio porteño de Villa Crespo. En línea con los últimos indicios de la investigación, el análisis de los forenses determinó que Laura Leguizamón mató a su marido, luego a sus dos hijos y finalmente se suicidó.
Según confirmaron fuentes policiales a LA NACION, el marido de Leguizamón, Bernardo Adrián Seltzer obtuvo tres puñaladas y estaba dormido al momento del asesinato. Por su parte, ambos menores, Ian e Ivo, de 15 y 12 años, respectivamente recibieron entre 10 y 12 puñaladas.
Leguizamón tenía una lesión grande en el pecho, de cuando se clavó un cuchillo en el corazón, y lesiones en las muñecas. También había una uña clavada en su cuello y tenía pelos y pelusas en las manos. Sus dos hijos, que fueron sorprendidos por su madre en sus habitaciones, intentaron defenderse antes de ser asesinados. Ivo murió en su pieza, mientras que Ian, en la cocina, mientras intentaba escapar.
El crimen de Villa Crespo conmocionó a la sociedad ayer al mediodía, cuando una empleada doméstica ingresó al departamento 6°A de un edificio en Aguirre 295 y halló a la familia muerta. Una vecina escuchó sus gritos y pedidos de ayuda y decidió llamar al 911.
Cómo fueron encontrados los cuerpos de las víctimas dentro de la casa
Los investigadores policiales y judiciales descubrieron que habían muerto alrededor de las 6 de la mañana del miércoles, hora en la que comenzaban los movimientos en la casa, debido a que los chicos iban a la escuela. También descubrieron una carta en la cocina, escrita en una hoja oficio con mezcla de letras imprentas mayúsculas y con dos manchas de sangre.
Según pudo averiguar LA NACION, la mujer sufría de un trastorno psiquiátrico, aunque se desconocen especificidades del mismo. En la carta había frases inconexas escritas en distintas letra: “Los amo”, “con lo que iban a pasar, todo mal, muy perverso”, “lo siento”, “mis padres”. Prevalecía una frase en particular en la carta: “Íbamos a la calle”.
Fuentes policiales indicaron a este medio que se trataba de alguien que “no estaba en sus cabales”. Debido a las manchas de sangre, que impregnaron la carta por goteo, sospechan que fue escrita tras los homicidios.
Luego, Leguizamón se encerró en el baño, donde finalmente se suicidó. Fue encontrada sobre el bidet.
Tal como publicó LA NACION, la mujer sufría de una patología psiquiátrica que había sido tratada hace dos años y que sospechaban que había surgido por un ”pico de estrés». Se habría recompuesto después de tomar una medicación. Sin embargo, hace dos meses, la madre de la familia volvió a tener un episodio, esta vez de delirio. Al aceptar que tenía un problema psiquiátrico es que se deprimió. Se desconoce si la recaída ocurrió por una discontinuidad de la medicación o un agravamiento del trastorno original.
La familia había contactado a un centro médico y estaban a la espera de un turno para que Leguizamón fuera atendida por psicólogos y psiquiatras, pero la posibilidad nunca llegó.
Aun así, nadie en sus círculos parece haber advertido, por el momento, alguna señal de que este sería el final de la familia. En sus redes sociales, el matrimonio compartía imágenes de sus vacaciones, cumpleaños, egresos del colegio de los chicos, y más. Todos momentos en donde la madre remarcaba la felicidad de estar junto a sus hijos y su esposo.
Este jueves la encargada del edificio, Paula, habló con distintos medios, incluido LN+, donde expresó su conmoción por la noticia y remarcó la supuesta normalidad de la familia. “Por las noticias me enteré. Conocía mucho a la familia. Eran hermosos todos”, sostuvo.
Yamila, dueña de un local frente al edificio, manifestó que eran “un matrimonio normal” y que no mostraron una “actitud sospechosa”.
“Cuando me enteré que eran él y ella y los hijos me cayó muy mal porque los conozco. Me impactó mucho. Los padres venían solos, pero los chicos no entraban a comprar acá. Ellos compraban frutos secos y cereales. Era lo que más buscaban. Eran muy agradables los dos. Él era más conversador, siempre con una sonrisa. Me sorprendió mucho”, detalló.
Otros vecinos y comerciantes también coincidieron e que no había indicios del trágico final.