“Mi mamá tejió toda su vida, un elemento que tomé naturalmente y me permitió entrar en el mercado internacional”, dice el diseñador Matías Carbone sobre uno de los pilares del éxito de su firma, que combina sastrería con bordados y tejidos. De hecho, Carbone nació a mediados de 2021 en el living de esta casa con la idea de revalorizar lo hecho a medida utilizando técnicas tradicionales con un guiño contemporáneo. Y es un éxito en las pasarelas del mundo.
“No queríamos vivir en Belgrano. Estábamos buscando por otra zona, cuando apareció este departamento, de casualidad. Nos encantó, pero empezó la pandemia y todo quedó en standby”, dicen Matías y su pareja, el galerista Leopol Mones Cazón, sobre este fabuloso tres ambientes de los años 60 que los cautivó. Recién pudieron mudarse en 2021 y sin obra porque, pesar de haber estado deshabitado durante muchos años, se encontraba en buenas condiciones. “Parece contrarictorio, pero como no había que agregarle nada, nos costó mucho empezar a equiparla”.
La casa inspira
“Decidí lanzar Carbone apenas nos mudamos: había una sinergia muy clara entre la ropa que hago y la arquitectura del departamento, que inspiró las primeras colecciones”, nos cuenta Matías. Con un enfoque especial en las piezas hechas a mano, el diseño responsable y el uso de materiales nobles, ambos ámbitos se enlazaban.
La primera colección se resumía a un perchero con 10 piezas que les mostraban a amigos y conocidos durante cenas que organizaban. “La gente necesitaba venir, experimentar con las prendas y probarse”.
Me parece fundamental que los materiales tengan cualidades que les permitan envejecer con elegancia. Lo podés heredar o transmitir a otro. La sastrería y el tejido tienen mucho que ver con eso.
Matías Carbone, diseñador de indumentaria y dueño de casa
La única intervención que se le hizo a la propiedad fue el cerramiento de la cocina, que ya estaba cuando Matías y Leopol llegaron.
La predilección por los objetos hechos a mano es algo que la pareja comparte y celebra. “Podés ver perfectamente cómo algo se armó; no pasó por una máquina: alguien lo hizo”, dice Leopol. “Hay algo de lo artesanal que involucra tiempo, un momento de mucha dedicación. En Latinoamérica tenemos muy cercano lo hecho a mano y por eso hoy estamos siendo más mirados que antes”, agrega Matías.
Una buena época
“Si mirás a San Pablo o ciudad de México, encontrás esta referencia a la amplitud de espacio y la conexión con el exterior. Además de buscar un diseño que no solamente sea bello, sino también funcional”, comenta Leopol sobre cómo viven en este edificio de 1965.
La decoración se basó en acompañar la propuesta original de la casa, con elección de mobiliario que no interrumpa las vistas, sino que las amplíe.
“Soy muy fanático del cuero vaqueta; es como la lonja pura, casi sin ningún tratamiento. De hecho, vas a verles algunas manchas a los sillones, porque no está curtido de una manera que quede impermeable, sino que el cuero va envejeciendo de manera digna, como el de las botas de montar o los cinturones. Va tomando la forma de tu cuerpo”, dice Matías sobre los sillones individuales, tan en línea con su gusto por los materiales nobles que perduran en el tiempo.
Sobre el asiento de huesos, Leopol nos dice: “Lo hicieron los gauchos del campo de mi familia, en San Miguel del Monte hace más de 100 años. Tenía algo interesante. El hueso y el cuero se llevaban bien con esta atmósfera”.
“Acá hay distintas texturas: cuero, madera, tejidos. Vincularse con los materiales hace a la habitabilidad de una casa. Y eso a nosotros nos convoca mucho”.
“La iluminación general está escondida en esas gargantas” dice Leopol apuntando a la que se ve a sus espaldas en el retrato. “El resultado es muy parejo, muy sutil, muy cálido”. Matías, por su lado, prefiere las luces bajas. “Si Leopol entra al cuarto y enciende la luz de arriba, voy, la apago y enciendo los veladores”.
Todas las obras exhibidas en la casa son de artistas conocidos. “Hay una familiaridad en la elección; son pintores, artistas conceptuales y escultores, tanto de Argentina como de Brasil, que represento en la galería Isla Flotante”.
Camino al dormitorio
Cuando Matías vistió a Bizarrap para los Grammy, trabajó junto al artista Valentín Demarco, encargado de hacerle unos dijes como los que hoy tiene en el respaldo de su cama.
Elementos de cerámica, alfombras tejidas, colores terracota, textiles bordados a mano… todo fue fuente de inspiración para el diseñador. “De la ropa de cama, saqué mil ideas”.