Voceros libertarios avivando la era de la crueldad

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“Se suele pensar (mal) que a los médicos hay que cuidarlos más que a un peluquero. Uno gana acorde a lo que vale en el mercado. ¿Sos médico y no te sirve el sueldo? Tenés la libertad de renunciar y trabajar de otra cosa”, cruzó a los médicos del Garrahan en su cuenta de X la diputada libertaria Lilia Lemoine. Luego ironizó: “Nadie tiene por qué pagar por tus sueños. Yo soñaba con ser astronauta. ¡Quiero que me paguen mi sueño ya!”.

Estas declaraciones, con gusto a provocación, se suman a las de su colega y compañera de bancada la diputada Juliana Santillán, que fue protagonista de un verdadero papelón en el canal de noticias TN, cuando intentó acallar también a médicos del Garrahan con un dato absolutamente equivocado y mal intencionado: “La canasta básica total para una familia de cuatro miembros en el mes de mayo fue de 360.000 pesos. ¡Datos del Indec, lo tengo acá! Lo estoy diciendo acá en TN para que no digan ‘operaciones’. Canasta básica total en el mes de mayo: 360.000 pesos”, dijo Santillán, mientras esgrimía un dato oficial del Indec, pero lo leyó mal, producto quizás de su falta de preparación y desconocimiento del tema. El cuadro del Indec que mostró la diputada es claro: la canasta básica total de 360.000 pesos es para una persona. Para una familia de cuatro personas, como decía Santillán, el valor es de 1.110.063 pesos.

Ambas legisladoras salieron a mofarse del reclamo que están llevando adelante los médicos residentes del Garrahan, que cobran $792.000 al mes con más de 60 horas de trabajo semanal. Intentaron, con la crueldad y la insensibilidad que suele habitar en muchos de los discursos libertarios, denostar y ridiculizar las demandas que ya comenzaron a extenderse a otros hospitales nacionales, como el Posadas, que ya está en conflicto por el mismo reclamo, igualar sus salarios a los que cobran los residentes de hospitales dependientes del GCBA.

La diputada Santillán fue inmediatamente respaldada por el mismo Javier Milei. Ambas voces- Lemoine y Santillán- representan el ideario libertario, no solo en sus formas sino en su contenido, donde solo valen las leyes del mercado. Claro que no en todos los casos. De lo contrario no serían tan intervencionistas en otras áreas, por ejemplo, con las retenciones al campo.

El tema es que con tal de defender la “motosierra” símbolo de la administración libertaria, ambas legisladoras han dejado al descubierto ciertas características: o hay mala intención o poca preparación, o hay crueldad o perversidad. De lo contrario no se explica cómo pueden poner a la altura de cualquier profesión sin estudios de grado -que merece todo el respeto, como cualquier trabajador, pero que puede ser fácilmente reemplazado- con un médico pediatra que trabaja en uno los hospitales de alta complejidad más importantes. Allí se atienden niños con cáncer, con enfermedades o patologías graves, cuyos requerimientos médicos exceden a cualquier servicio asistencial de salud público o privado. El éxito del Garrahan pone al país en los niveles de los países del sur de Europa, y está por encima de varias naciones de la región. Allí no se les corta el pelo a los niños, se les salva la vida. No hay lógica de mercado que explique eso y, mucho menos, que en la práctica lo iguale.

Los médicos residentes realizan un posgrado rentado, por eso se exige dedicación completa, existe la alternativa de la “concurrencia”, que no es paga, tiene una carga horaria inferior y dura un año más. Allí los médicos logran su especialización, tan importante para su dedicación futura. Además, la profesión de médico exige una permanente capacitación, cursos, certificación y matriculación, porque la medicina es tan dinámica que no permitirse una actualización de conocimientos es ponerle límites a su carrera profesional.

Ser médico exige mucha responsabilidad y dedicación. Seguramente Lemoine y Santillán -que luce con orgullo en su biografía de la Red Social X ser diplomada en Escuela Austríaca, un curso de solo 18 clases que no goza de prestigio académico entre los economistas graduados- desconocen los niveles de formación que debe atravesar un médico u otro profesional de la salud. Si van a opinar sobre ese tema (sus ingresos, su futuro, etc.) como diputadas nacionales al menos deberían interiorizarse antes.

Los voceros de Milei ya no encuentran límites. Unos días atrás viajaron a Hungría en representación del gobierno argentino Agustín Laje, que preside de la usina de financiamiento oficialista Fundación Faro, y el secretario de Culto y Civilización, Nahuel Sotelo. Allí compartieron con referentes de la ultraderecha europea como el holandés Geert Wilders, la alemana Alice Weidel (AfD), el español Santiago Abascal (VOX) y el anfitrión, Victor Orbán. Dijeron que Milei es un faro para Occidente, que estaban derrotando al comunismo (?) aunque estos nunca hayan sido una expresión cercana al poder, y de derrotar a la “basura inmunda y pestilente que estaba en el Ministerio de la Mujer. Una recua de pervertidos sexuales, mujeres que militan el feminazidio…”.

Raro y desubicado. No era necesario poner esos adjetivos para justificar la eliminación de un ente probadamente burocrático y tampoco, como hizo Milei en Davos, relacionar a los homosexuales con la pedofilia. Además, Laje habló de nazis para emparentar a los movimientos feministas más radicalizados y olvidó que a su derecha aplaudía Alice Weidel, considerada por la política alemana una simpatizante nazi y un enemigo de la democracia con su partido Alternativa por Alemania, calificada así por la Verfassungsschutz, la Oficina Federal para la Protección de la Constitución de Alemania.

Varios de los voceros libertarios que se autoproclaman militantes de la “batalla cultural” atacan todo lo que tenga que ver con lo público, lo estatal, que debe ser destruido. Muchas veces argumentan falsedades y esgrimen datos fácilmente rebatibles. Sus blancos preferidos son los investigadores del Conicet, los docentes universitarios, las universidades y la escuela pública y ahora, también, los médicos del Garrahan. Los tratan de ñoquis y de vivir del Estado. No dan cuenta que todos ellos cobran sueldos y salarios por servicios (vaya uno a saber qué tan importantes) del mismo Estado. Según reportes comerciales de Nosis, la Secretaría General de Presidencia, a cargo de Karina Milei, el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), la Legislatura porteña, la Cámara de Diputados de la Nación y la bonaerense les pagaron aportes a los influencers afines al Gobierno. La misma ministra de Seguridad, Patricia Bullrich tiene contratados en su ministerio a una gran parte de los jóvenes de la Agrupación Halcones Republicanos que hacen política para ella en el interior de LLA. Dinero público hay, pero se gasta al parecer para sostener su actividad militante, como solía hacer el kirchnerismo.

La nota más desagradable la dio Diego Spagnuolo, director de la Agencia Nacional de Discapacidad, que fue denunciado por familiares por decir en una reunión: “Si vos tuviste un hijo con discapacidad, ese es problema de la familia, no del Estado”. Lejos de retractarse, el funcionario agregó: “¿Por qué yo tengo que pagar peaje y ustedes no?”, en referencia a uno de los beneficios que por ley corresponde a personas con discapacidad. Spagnuolo fue la frutilla del postre en una semana cargada de mensajes belicosos desconectados con la realidad.

¿Qué busca el Presidente? ¿hay placer en bajar letra y formas a sus seguidores y sus fanáticos, que no pueden sostener una simple discusión en un canal de televisión? El conflicto del Garrahan y los reclamos de las familias que tienen niños con discapacidad parece haber sacado lo peor de aquéllos. Rasgos que quizás estaban desde un principio, pero que en esta oportunidad quedaron más expuestos que nunca. Acaso los impulsa el convencimiento de que comportarse así les da rédito electoral, porque pueden aprovechar el cansancio de buena parte de la sociedad con la política clásica. Pero sobrepasar ciertos límites se torna peligroso para la convivencia cívica.

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