Winona Riders: el show de cuatro horas que darán en Obras, la reacción de su público y el cuestionamiento a los festivales

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“En el Oeste está el agite”, cantaba Divididos en los 90. La frase, que marcó a fuego a toda una camada de bandas que surgieron en esa zona del Conurbano a principios de 2000 y que pronto se diluyó, volvió a tener sentido con la aparición de Winona Riders, el quinteto de Morón integrado por Ariel Mirabal Nigrelli (voz y guitarra), Ricardo Morales (voz y guitarra), Francisco Cirillo (batería), Gabriel Torres Carabajal (percusión) y Santiago Vidiri (bajo). En vivo, además, suma una segunda batería (Alan Mansur) y sintetizador y cajas de ritmo (a cargo de Tomás Pojaghi), que llevó su sonido a límites impensados, como quedó plasmado en su tercer álbum, No hagas que me arrepienta, que coquetea con la electrónica.

Winona Riders se fundó en 2018, pero empezó a tocar activamente en 2021. En apenas cuatro años lograron lo que a otras bandas les llevó una década, que es llegar a Obras, desafío que enfrentarán este viernes. Lo más sorprendente es que lo hicieron sin ningún hit ni ninguna canción viral. Todo lo contrario. Deudores del sonido psicodélico y experimental de grupos como The Velvet Underground, Spacemen 3 y Primal Scream, sus canciones están lejos de ser complacientes y menos aún aptas para la FM o las historias en redes sociales.

Su propuesta pasa por temas largos que invitan a subirse a un viaje lisérgico sin dejar de lado una irreverente actitud punk que está presente en toda su obra, desde una composición dedicada sin sutilezas a la vicepresidente Victoria Villarruel (“V.V.”), hasta protagonizar el último incidente en un recital de rock, cuando el año pasado un tumulto de fans quiso ingresar a un show gratuito que dieron en un Parque Centenario que ya estaba colmado. “Fue la efervescencia adolescente de querer hacer quilombo y desafiar un poco a la autoridad”, reflexiona Ricardo Morales sobre uno de los episodios que marcó un hito en el poder de convocatoria de la banda. El otro ocurrió en 2023, cuando muchos quedaron afuera de una fecha en Niceto que les dio la señal de que estaban para más. “La gente estaba loca, los que pasaban por la calle pensaban que estaba Messi”, recuerda Gabriel Torres Carabajal.

-¿No les parece que están viviendo un ascenso meteórico?

Ricardo Morales: –Siempre nos dicen que vamos muy rápido, pero creo que en realidad nos movemos en los tiempos de esta época, donde todo sucede a mucha velocidad, y no solo en la música, sino en todas las categorías. Tenemos un Presidente que llegó ahí en seis años, cuando antes llevaba quince o veinte años de carrera construir una imagen pública. Hoy es normal vivir a ese ritmo, pero a nuestra generación le choca porque venimos de una época donde todo era más artesanal y llevaba más tiempo.

Gabriel Torres Carabajal: –Aunque no pasaron muchos años, fue un proceso orgánico y vimos el crecimiento fecha tras fecha.

Winona Riders en Lollapalooza, en 2024

-Empezaron editando algunas grabaciones en vivo, pero entre 2022 y 2024 lanzaron tres álbumes y algunos sencillos. ¿De dónde salen tantas canciones?

Gabriel Torres Carabajal: –Somos cinco mentes que están constantemente escribiendo y pensando sonidos. Cuando nos juntamos, lo llevamos a la práctica y probamos qué letra encaja con qué combinación de acordes. Siempre hay música nueva y canciones en las que estamos trabajando, es algo que no frena desde el minuto cero que arrancamos la banda. Por otro lado, la pandemia, si bien fue un garrón para absolutamente todos, nos jugó mucho a favor en términos de composición. En ese momento nos juntábamos de manera clandestina a ensayar y a grabar lo que teníamos de forma muy precaria. Ojalá no vuelva a pasar nunca algo así tan deshumanizante, pero a nosotros ese período nos sirvió mucho para cerrar los primeros dos discos –Esto es lo que obtenés cuando te cansas de lo que ya obtuviste y El sonido del éxtasis– y estar listos para tocar apenas se abrieron las puertas. De hecho, cuando se dieron los primeros permisos, en menos de un mes ya estábamos organizando fechas.

-El público vio en ustedes una forma de desahogo tras el encierro. Llama la atención la energía con la que reacciona frente a sus canciones, que suelen tomar un camino psicodélico e hipnótico, mucho más apto para el trance que para saltar.

Ricardo Morales: –Tenemos el privilegio de tener un público que va desde los dieciséis hasta los cincuenta años, que se nos acerca y nos dice que no ven una banda así desde los 90. La mayoría son chicos de diecisiete o dieciocho años que empiezan a ir a sus primeros recitales y que están escribiendo sus propias reglas sobre lo que están sintiendo.

Gabriel Torres Carabajal: –Nuestra música es frenética por momentos, entonces es una reacción química bastante humana poder expresarse de esa manera tan física. La primera vez que vi un pogo en Winona Riders fue en una fecha que tuvimos en 2021 en la casa de Luca Prodan, que hoy es un centro cultural. Me llamó la atención que esa vez no eran nuestros amigos los que lo estaban haciendo. Eso significa que estás empezando a salir de tu mundito y que hay personas a las que tu música les está generando algo. Aportó mucho haber tocado en un ciclo con DJ donde la gente iba con la intención de mover el cuerpo de otra manera y al vernos sintió una conexión.

-Algo que caracteriza sus presentaciones es que parecen ser irrepetibles, donde cualquier canción podría ser extendida, acortada o enganchada con otra, a veces de forma improvisada. ¿Cómo lo hacen?

Ricardo Morales: –Lo que hacemos es una gran zapada en la que nos ponemos a prueba como grupo y nos terminamos desafiando el uno al otro. Se vuelve una rueda en donde nos vamos cebando y nos vamos alentando a que el show empiece a crecer. Nos gusta el vértigo de clavar una mirada, dejarnos llevar y ver qué pasa en el momento. Si fuera todo muy estructurado y tocáramos los temas tal como los ensayamos, nos aburriríamos. Lo desafiante de nuestras fechas es no dar un show convencional, sino que sea más una experiencia. Nosotros siempre le preguntamos a nuestros amigos cuántas misiones secundarias hicieron mientras estábamos tocando: si se fueron para otro lado, si se encontraron con alguien y se pusieron a charlar. Planteamos que la banda esté de fondo y que cuando tenga ganas el público nos preste atención y, cuando no, seamos el soundtrack de esa noche. En Obras vamos a tocar cuatro horas y la idea es repasar toda nuestra discografía. Aún así, el tiempo no nos estaría alcanzando para explayarnos todo lo que quisiéramos.

Gabriel Torres Carabajal: –Usualmente definimos la lista de temas media hora antes de subir al escenario. Somos fanáticos de los músicos inquietos y de romper con los esquemas. Había una necesidad de nuestra parte de cortar con toda la monotonía que estábamos viendo dentro de la música nacional.

Winona Riders

-¿Siguen considerando “tibia” a la escena, como dijeron en algunas ocasiones?

Gabriel Torres Carabajal: –Cada quien es libre de expresarse como quiera o como le salga. Creo que la tibieza es una cuestión más general del ser humano y de cómo estamos sometidos a vivir. El rock es contestatario por naturaleza y cada acto que hacemos es político, tanto nosotros como músicos como quien no lo es, sea un diseñador o un banquero. A nosotros nos toca estar en el rock y obviamente lo vamos a hacer porque es lo que pensamos y sentimos. No tiene que ser una cuestión de izquierda, peronista o de derecha: es cuestionar y manifestar. Nuestros colegas músicos tienen las mismas herramientas que nosotros, entonces, lo que llamamos tibieza es en realidad un llamado hacer o decir algo.

-Esa actitud, así como sus críticas, hicieron que muchos los tildaran de arrogantes. Incluso se animaron a cuestionar festivales ya consagrados.

Ricardo Morales: –Nosotros solamente queremos hacer música y lo que cuestionamos es la burocracia que hay en los festivales, cuya respuesta suele ser “yo soy el dueño, hacé lo que te digo”. Se convierte en un producto de la industria que solo busca maximizar ganancias y termina perdiendo la gracia. Nos molesta no tener la posibilidad de llegar a un acuerdo que sea por el bien de las bandas e incluso del propio festival. Tratamos de desafiar desde el punto de vista artístico, pero nos quedamos siempre con que al final se trata de vender y eso termina ensuciando a lo que va el público. Todos tuvimos bandas anteriores y seguimos viendo gente desagradable que no tendría que estar produciendo festivales o fechas. Hoy la escena se vuelve a encasillar y se están cometiendo los mismos errores que nos enojaron y nos llevaron a formar la banda. Estamos viendo que los lugares están volviendo a formar un circuito donde están siempre las mismas bandas y se empieza a volver todo más elitista.

Gabriel Torres Carabajal: –Creo que la industria nos odia y nosotros los odiamos a ellos. Se trata de hacer lo que uno genuinamente siente y mantenerse fiel a lo que uno piensa. Si no tenés intención de patear el tablero, ponete una zapatería. Cuanto más independiente sos, y no en el sentido de ser indie sino en cuanto a tus ideas, más libertades vas a tener, aunque también con eso vienen más responsabilidades.

Winona Riders en el Estadio Obras. Este viernes 9, a las 20. Entradas desde 25.000 pesos

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