PEKÍN.– En un contexto de renovada competencia internacional por el vínculo con América Latina, China impulsó esta semana una serie de encuentros diplomáticos y económicos con representantes de la región. El presidente Xi Jinping encabezó reuniones de alto nivel en Pekín en el marco del Foro Ministerial China-Celac, con el propósito de fortalecer los lazos bilaterales y consolidar su presencia en un espacio que durante décadas fue considerado prioritario para la política exterior de Estados Unidos.
El encuentro, que marca la cuarta edición del foro birregional, tuvo como principales protagonistas a los presidentes de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y de Colombia, Gustavo Petro, dos líderes que han promovido un giro en la política exterior de sus países hacia una mayor autonomía estratégica. La cita también incluyó reuniones bilaterales con cancilleres y altos funcionarios de varios países del Caribe y América del Sur.
Nossa visita à China já apresenta resultados. Anunciamos hoje R$ 27 bilhões em investimentos de empresas chinesas no Brasil.
Demos mais um passo para fortalecer nosso intercâmbio bilateral e criar oportunidades de comércio, investimento e desenvolvimento. China e Brasil são… pic.twitter.com/B62eXDVfqE
— Lula (@LulaOficial) May 12, 2025
“El objetivo de los pueblos de América Latina y el Caribe es construir su propia patria, no ser el patio trasero de ningún otro país”, declaró el viceministro de Relaciones Exteriores chino, Miao Deyu, en una afirmación que resonó como una réplica directa a la Doctrina Monroe, la política exterior estadounidense del siglo XIX que proclamaba la exclusión de potencias europeas del hemisferio occidental. “Estamos dispuestos a trabajar conjuntamente para oponernos al unilateralismo y a la intimidación económica”, agregó el diplomático.
La cumbre se celebró en un momento de particular tensión en las relaciones entre Pekín y Washington. En los últimos meses, el presidente Donald Trump ha reactivado su retórica proteccionista y lanzó amenazas de nuevos aranceles generalizados contra productos chinos, al tiempo que promueve una renovada versión de la Doctrina Monroe. El secretario de Estado, Marco Rubio, advirtió recientemente que América Latina será una prioridad geopolítica bajo su gestión y realizó su primer viaje oficial precisamente a varios países de la región. Pero las amenazas de sanciones comerciales y los amagos de controlar el Canal de Panamá no pasaron inadvertidos en las capitales latinoamericanas.
Lula fue contundente al rechazar cualquier intento de dominación. “Durante mucho tiempo se pensó que Brasil era el patio trasero de Estados Unidos. Pero Brasil no es el patio trasero de nadie. Es un país libre y soberano, con intereses propios”, afirmó en una conferencia de prensa en Pekín. “Queremos tratar a Estados Unidos con gran respeto y ser tratados con gran respeto. Somos un país muy grande, con 213 millones de personas que aman a su país”, matizó.
Acuerdos estratégicos con China
En el plano económico, Lula anunció durante su visita una inversión de 1000 millones de dólares por parte de la empresa china Envision Energy para desarrollar combustible de aviación sostenible (SAF) a partir de caña de azúcar en Brasil. También se firmaron acuerdos con la compañía Windey Technology para la creación de centros de investigación conjuntos en energías renovables, almacenamiento de energía y tecnologías limpias, en alianza con el centro tecnológico brasileño Senai Cimatec.
Además, el ministro de Minas y Energía de Brasil, Alexandre Silveira, informó que se están negociando nuevos proyectos con empresas chinas, entre ellos un centro de datos que la firma ByteDance —propietaria de TikTok— evalúa instalar en el puerto de Pecém, en el estado de Ceará, con una inversión estimada en más de 8800 millones de dólares.
Estaba algo cansado de ascender por la muralla China, pero aquí, dejo la explicación de lo que pretendo lograr en mi vista oficial a China, como presidente de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe, y como presidente de la República de Colombia. pic.twitter.com/KfC09BTpwa
— Gustavo Petro (@petrogustavo) May 12, 2025
Por su parte, el presidente colombiano Gustavo Petro anunció que Colombia se sumará a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, el megaproyecto global de infraestructura impulsado por Pekín. “Se trata de una apuesta por el desarrollo industrial, por la apropiación de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, por la infraestructura y por la diversificación del comercio”, sostuvo tras reunirse con funcionarios chinos y recorrer la Gran Muralla. El mandatario también propuso que se organice una cumbre Celac-Estados Unidos para equilibrar la interlocución hemisférica.
La relación entre Bogotá y Pekín ya muestra avances concretos: actualmente, empresas chinas están a cargo de la construcción de la primera línea del metro de Bogotá, una obra largamente esperada tras más de medio siglo de promesas y proyectos inconclusos para dotar de un sistema de trenes urbanos a una ciudad de casi 10 millones de habitantes.
China, que ya ha firmado acuerdos de cooperación con dos tercios de los países latinoamericanos en el marco de la Franja y la Ruta, ha consolidado su rol como socio comercial clave en la región. En 2024, el comercio bilateral entre Pekín y América Latina alcanzó los 519.000 millones de dólares, el doble que una década atrás. Pekín importa principalmente materias primas —soja, mineral de hierro, cobre, litio— y exporta una amplia gama de bienes manufacturados, desde automóviles hasta semiconductores.
Tensiones comerciales y cautela en algunos países
Pese al entusiasmo oficial, también se evidencian señales de prudencia en algunos gobiernos de la región. Brasil, por ejemplo, ha aumentado los aranceles al acero, hierro y cables de fibra óptica, en su mayoría provenientes de China. La medida busca proteger a la industria nacional frente a una eventual avalancha de productos chinos redirigidos tras las sanciones comerciales de Estados Unidos.
“Muchos países latinoamericanos temen que las exportaciones chinas bloqueadas por Estados Unidos inunden sus mercados”, explicó Ryan Berg, director del Programa para las Américas del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS), con sede en Washington. “Son países con una larga historia de proteccionismo y buscan defender empleos e industrias nacionales”.
México, la segunda mayor economía de América Latina después de Brasil, ha optado por una aproximación más cautelosa. Su estrecha integración con el mercado estadounidense, consolidada a través del T-MEC, limita el margen de acción del gobierno mexicano en materia comercial con China. Aun así, el avance de Pekín es notorio: recientemente superó a Brasil como principal mercado de exportación de productos chinos en la región, impulsado en gran medida por el creciente número de automóviles de origen chino que circulan en México.
“Las élites mexicanas y el gobierno están divididos en esta nueva relación triangular con Estados Unidos y China”, señaló Enrique Dussel Peters, profesor de la UNAM y autor del libro América Latina, China y la competencia entre grandes potencias. “Pero eso no será suficiente para contener la creciente presencia china en el país”.
La apuesta por el largo plazo
Desde hace años, Pekín ha cultivado su relación con América Latina a través de un enfoque diplomático sostenido y una política comercial predecible. En contraste, las relaciones con Estados Unidos han estado marcadas por cambios de tono y de prioridades según el gobierno de turno. Joe Biden solo visitó Brasil una vez durante su presidencia —para una cumbre del G20— y lo hizo después de haber perdido las elecciones. En cambio, Xi ha multiplicado sus visitas y se espera que vuelva a Brasil en julio para la cumbre de los Brics en Río de Janeiro.
“La realidad es que, aunque estamos más cerca geográficamente, las visitas de alto nivel entre Estados Unidos y América Latina han sido menos frecuentes que las de Xi, y eso es una barrera para que la región sea una prioridad estratégica”, subrayó Berg. “Creo que mucho de eso cambiará con Rubio”, añadió, en referencia al secretario de Estado designado por Trump, quien habla español con fluidez y conoce bien la región.
Más allá del ajedrez geopolítico, la posición de China como principal socio comercial de varios países del continente le otorga una ventaja estructural difícil de revertir en el corto plazo. “Hay preocupación por la competencia con la industria brasileña, pero la realidad más amplia es clara”, concluyó Matias Spektor, profesor de política y relaciones internacionales en la Fundación Getulio Vargas. “La demanda china es uno de los pilares de la estabilidad económica de Brasil”.
Agencias AFP, ANSA, DPA, Reuters y The New York Times