El contexto es asfixiante. El fútbol argentino convive con todas las toxinas posibles. Y la AFA es la mayor responsable de esta descomposición porque no le interesa la transparencia. Es más, parece despreciarla. Todo es oscuridad cuando Barracas Central siempre levanta sospechas. Ya es irritante competir en la misma liga que el equipo del presidente.
Una de las derivaciones de este juego-negocio es que pone a prueba el sentido de integridad de los personajes de turno. Muchos eligen ser serviles al poder. La conducción arbitral obedece, los jueces ejecutan en las canchas y en el VAR trazan líneas con impunidad para crear una realidad paralela. La cadena más putrefacta que se puede imaginar. Hay una obsesión, un mandato, una obligación: allanar el camino de Barracas Central hasta donde sus méritos deportivos jamás lo podrían elevar. Obsecuencia, miedo e impunidad en dosis igual de pestilentes.
El chequeo del VAR en el gol anulado a Estudiantes ante Barracas Central
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La ‘administración Tapia’ se caracteriza por burlarse de las reglas: desde los formatos de los torneos hasta las rocambolescas condiciones para evitar el descenso. Siempre con los acólitos del momento, leales para los disparates. Los arbitrajes nunca se escapan del ensordecedor ruido de la desconfianza. Ocurre en todas las fechas y con todos los equipos, que saltan de damnificados a bendecidos bajo el látigo de la incompetencia. Pero con Barracas Central la ley es uniforme: cuidarlo e impulsarlo. Con Barracas se alcanzan ribetes que de ridículos se convierten en intimidatorios, indecorosos y despreciables. Ya no se puede jugar contra Barracas sin sentirse ultrajado.
La dirigencia futbolística argentina, aun con sus renovaciones generacionales, incluso con el ascenso de exfutbolistas a la presidencia de los clubes, conserva egoísmos y cobardías en dosis similares que permiten las andanzas de la conducción de la AFA. Ayer fue Estudiantes –justo, del enemigo Verón– y la fecha anterior fue Belgrano el que cayó en desgracia. Siempre aparece el azotado de turno porque el inventario demuestra que todos sufren los atropellos. Nadie se rebela en la galaxia del ‘Comandante’ Tapia. Es más, alguien que supo combatirlo terminó rindiéndose a sus pies, como Andrés Fassi, presidente de Talleres, defensor de un modelo completamente distinto que terminó poniéndose a su servicio. Dócil como un cachorro.
BARRACAS LLEGÓ AL EMPATE ⚽ Muslera no pudo sacarla y Candia apareció de cabeza para poner el 1 a 1 ante Estudiantes, que reclamó una falta previa de Bruera.
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Es imprescindible algún dique de contención contra el abuso. Se quejan los medios y se irritan los hinchas, pero callan los protagonistas. Nunca brota un movimiento más vigoroso que la crítica de la prensa porque la AFA logró salpicarlos a todos. Cada actor que se queda en silencio carga con la culpa de la complicidad. Cuando el sistema ya acepta como natural lo inadmisible, el tramposo no tiene límites.