A 25 años de su muerte, René Favaloro sigue interpelando a la sociedad argentina. El nuevo documental de LA NACION propone un viaje por su vida y legado, que comienza en Jacinto Arauz, el pequeño pueblo de La Pampa donde ejerció durante más de una década como médico rural. Allí no solo curó a cientos de pacientes, sino que forjó un vínculo humano tan profundo que todavía hoy sus vecinos lo recuerdan con emoción frente a cámara. Su historia cobra un sentido especial al estrenarse en el Día Mundial del Corazón, la fecha que busca concientizar sobre la prevención de las enfermedades cardiovasculares, el mismo terreno donde Favaloro dejó una huella imborrable.
En 1962, tras 12 años de práctica rural, Favaloro decidió dar un salto decisivo: viajó a Estados Unidos para continuar su formación en la Cleveland Clinic de Ohio. Fue allí donde desarrolló la técnica del bypass aortocoronario, un procedimiento que transformó la cirugía cardiovascular y permitió salvar millones de vidas en todo el mundo. Cuando muchos creían que su destino estaba sellado en el exterior, tomó la decisión más inesperada y valiente: regresar a la Argentina para volcar su conocimiento en un sistema de salud de calidad y accesible. En el documental, dos médicos de Cleveland Clinic destacan la trascendencia de su obra y cuentan cómo la institución creó un premio internacional que lleva su nombre.
“No soy médico de ricos”, repetía Favaloro. Esa convicción lo impulsó a fundar la Fundación Favaloro y, años más tarde, una universidad, con el objetivo de unir excelencia científica y compromiso social. La película revive ese período a través de testimonios de colegas, estudiantes y pacientes, quienes coinciden en un mismo retrato: el de un profesional exigente, apasionado y profundamente ético, que veía en la educación la herramienta clave para transformar realidades.
Pero el país no siempre estuvo a la altura de su entrega. La falta de apoyo y las dificultades financieras lo llevaron a escribir cartas desesperadas a las autoridades. Su trágica muerte, en julio de 2000, fue un golpe que aún resuena en la memoria colectiva.
El documental aborda ese final sin eludirlo, pero elige ir más allá. Su relato rescata a Favaloro no solo como el médico que revolucionó la medicina, sino como el ciudadano que nunca dejó de comprometerse con su gente. Su legado trasciende la técnica: es una forma de entender la profesión con humildad, responsabilidad y la certeza de que la medicina debe estar siempre al servicio de todos.